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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Donde dije digo, digo Pedro

Javier Gallego

Ni cien días le ha durado a Pedro Sánchez el subidón de la moción. El espaldarazo que supuso la llegada a Moncloa, el Consejo de Ministras y los anuncios rimbombantes, se ha convertido en planchazo. Por seguir con las rimas, su Ejecutivo se ha desvelado como el Gobierno de los bandazos. Anuncian una cosa y hacen la contraria y el presidente se dedica a rectificarles y a rectificarse: donde dije digo, digo Pedro.

Él a sí mismo con su mecanismo es al primero al que desdice. Llegó al poder prometiendo convocar elecciones cuanto antes y cuando se vio arriba, dijo que no se baja de la burra hasta 2020, pero ahora que se le desinfla el globo, no contesta, no sabe. Llegó prometiendo que “lo primero que haría el PSOE es derogar la reforma laboral de Rajoy” y lo primero que anunciaron que incumplirían fue eso. Contaron además con el beneplácito de los sindicatos mayores. Ole. Como decía Tierno Galván: “Las promesas electorales están para no cumplirse”.

También prometió publicar la lista de defraudadores de la amnistía fiscal y ahora dice que nones. Quizá la foto que se ha hecho esta semana el presidente con la plana mayor del Ibex explique el cambio de pareceres. Y así todo. Primero le abrió los puertos al Aquarius y un mes después se los estaba cerrando. Por un lado estaba devolviendo la sanidad universal a los inmigrantes sin papeles, por otro los estaba devolviendo en caliente. Es el gobierno Chimo Bayo, esta sí, esta no y mañana ya veremos.

Hasta cuando parece que da un paso decidido al frente, lo hace de perfil. Han conseguido que se saque a Franco del Valle, pero han renunciado a convertirlo en un Museo a la Memoria, en honor a las víctimas de la guerra, al golpismo y al fascismo. El franquismo le sigue ganando batallas a la izquierda después de muerto. Un dos tres, un pasito p'alante, María, un dos tres, otro pasito p'atrás.

Pero sin duda el traspiés más imperdonable es el de la venta de armas a Arabia Saudí para su uso en la criminal guerra contra Yemen. Robles prometió suspenderla, los trabajadores del astillero de Navantia en Cádiz protestaron por el miedo a perder sus trabajos y el presidente termina desacreditando a su ministra, como si ella fuera por libre y él no fuera el jefe. Para protegerse, pone de escudo a su gente.

Violan los tratados internacionales y nuestra legislación que prohíben la venta de armas si se tiene sospecha de que se están utilizando para crímenes de guerra, como están haciendo los saudíes, asesinando en colegios, iglesias, plazas, mercados, hospitales. El dilema entre conservar puestos de trabajo o vender armas para matar a civiles es pestilente y salvable. Lo que tiene que hacer el Gobierno es cumplir las leyes y dar una alternativa a esos trabajadores para que no tengan que fabricar muerte.

Cómo vamos a creer las medidas progresistas que promete Sánchez, si no tiene palabra. Rectificar es de sabios la primera vez, si lo haces siempre, es de necios, mentirosos o cobardes.

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