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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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La mano que mece a los ultras

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No falla. Ultras de derechas incendian las calles, sus símbolos les delatan aunque intenten ocultarse, sólo Vox les apoya y después se escabulle y culpa a Menas y antifas, sin embargo, la prensa mayoritaria les llama “negacionistas”, evita decir que son neonazis y acaba buscando culpables también en la extrema izquierda, aunque no hay pruebas por ningún lado de su participación. Cómo no va a ascender la ultraderecha si los medios más influyentes no los denuncian, no los señalan y sí les dan alas y sí los blanquean. De la tolerancia con el fascismo viene esta violencia. Los cayetanos no pudieron hacer caer al Gobierno con las cacerolas, tampoco con la moción de censura, ahora es el turno de los ultras con sus algaradas. Agitar el árbol para que Vox recoja las nueces.  

Existe el descontento con la ineficiente gestión de los gobiernos y la crisis que se deriva, pero los que lo expresan pacíficamente no tienen nada que ver con quienes montaron los tumultos. Los ultras intentan desviar la responsabilidad con las imágenes del asalto a la tienda de Lacoste, donde hay una mezcla indefinible de aprovechados que se suman al caos para llevarse lo que puedan. A río revuelto ganancia de pescadores. Pero eso no oculta que la extrema derecha está detrás de estos disturbios como puede comprobarse en innumerables pruebas: en los chats del grupo fascista Democracia Nacional que convoca, en las cuentas de tuiter de ultras que anuncian su presencia, en la detención de Boixos Nois en Barcelona, en que gritan “Libertad” y “Pedro Sánchez dictador y terrorista” como viene coreando el facherío toda la pandemia, en algunos que hacen el saludo nazi y gritan “Sich Heil”, en el vídeo del niño pijo votante de Abascal tirando piedras o en que Vox es el único partido que los justifica, aunque luego intenta desmarcarse para no levantar sospechas. Aparte de la obviedad de que estos altercados, sólo a ellos les benefician.

A pesar de la aplastante evidencia y de la lógica, la mayoría de los medios eluden a toda costa apuntar a la extrema derecha y se inventan un totum revolutum de “radicales”, “antisistema”, “descontentos” y un largo etcétera en los que, por supuesto, está la izquierda, que no falte. El premio Gordo del pandemonio de la pandemia se lo lleva Feijóo que acusa a “ultras que son de extrema izquierda y extrema derecha a la vez”. Ultras Schröedinger, unos días defienden la raza aria, otros el koljós comunista. El caso es repartir culpas para evitar que la palabra “derecha” quede asociada a los ultras y hooligans.

El caso es evitar llamar fascistas a los fascistas. La prensa conservadora en esto tiene experiencia. Llama “nostálgicos” a los franquistas, “identitarios” a los nazis y ahora “negacionistas” a los ultras de los tumultos. Es la misma prensa que llama “Menas” a niños inmigrantes sin padres, como hace Vox. Llamemos nosotros a las cosas por su nombre, ya que ellos no lo hacen. Del blanqueo del fascismo en los medios y en la política, de los pactos de la derecha con la ultraderecha, de la tolerancia con los discursos intolerantes y de la complicidad de programas de tele y radio, periódicos y políticos con Abascal y compañía, viene la llegada a las instituciones de un partido homófobo, machista, racista, clasista y franquista, vienen las caceroladas cayetanas y viene la turba violenta.

Sí, señores, han despertado a la bestia, la han alimentado y le han acariciado el lomo y ahora el bicho anda suelto, se ha venido arriba y tiene ganas de gresca porque se siente legitimado, apreciado y aplaudido. Blanquear a un neonazi hace que el neonazi se crezca y actúe como tal. La responsabilidad de lo que está pasando también es de quienes les han dado cobertura y les siguen dando cuartel. 

Cuando llaman “vecinos” a un grupo de cabezas rapadas que sale a la caza de menores inmigrantes no acompañados pero no llaman “fascista” o “franquista” al que hace el saludo y lleva banderas que lo son, cuando compadrean con Vox y sus simpáticos simpatizantes, cuando frivolizan con ellos en lugar de denunciarlos, cuando replican su retórica y les dan altavoz sin replicar, cuando meten a estos reaccionarios que defienden el recorte de derechos en el mismo saco del extremismo con los partidos progresistas que defienden su ampliación, cuando no explican que antifascismo y feminismo son democracia pero fascismo y machismo no lo son, están alentando una ideología antidemocrática, antipolítica e iliberal que cree en provocar el desorden para imponer el orden. 

En Alemania les hacen un cordón sanitario para aislarlos, aquí les dan de comer con un cordón umbilical. Ustedes son la mano que mece a los ultras. Luego no se quejen cuando los ultras berrean.

Produce Carne Cruda

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