Rajoy ha salido del plasma

Tengan cuidado. El presidente anda suelto y anda muy suelto. Después de pasarse toda la legislatura escondido tras la pantalla, Rajoy ha decidido salir del plasma y sacar a su tropa a hacer campaña a golpe de cadera y del populismo que tanto critica. Lo mismo te inaugura un puente que un pantano como el caudillo, que te hace un posado veraniego a lo Ana Obregón saliendo del agua como el monstruo del Lago Ness, que te envía a la vice a bailar en la tele, que te mete doblado un paquete de medidas electoralistas para congraciarse con todos los votantes a los que han cabreado. El PP está haciendo justo lo contrario de lo que ha hecho hasta ahora. Es como si se desdijera de toda su gestión. En tres meses y medio quieren hacer olvidar lo que ha hecho en los tres años y medio anteriores.

En esos tres años y medio, subieron los impuestos, bajaron las pensiones y las becas, congelaron los sueldos de los funcionarios y recortaron salvajemente en educación, sanidad y ciencia, mientras salvaban a la banca amiga. Ahora que llegan las elecciones, tratan de maquillar los trasquilones con unos presupuestos tímidamente más sociales, una mínima rebaja fiscal de última hora, un insignificante subida de las becas, del presupuesto en investigación y de las pensiones y la devolución de la paga navideña a los funcionarios justo antes de unas elecciones colocadas sospechosamente cerca de las fiestas. El partido de los sobres rellena con aguinaldos el sobre de la papeleta. De eso saben más que nadie. Sobre aquí y sobre allá, maquíllate, maquíllate. Precioso villancico electoral.

El maquillaje les ha llevado a ir incluso a la boda de gay de su compañero Maroto aunque jamás se hayan disculpado por pedir la anulación del matrimonio homosexual. También les ha llevado a esconder su xenofobia inicial con los refugiados y ahora presumen de recibirles con los brazos abiertos, como presumen de devolverle la sanidad a los inmigrantes a los que ellos mismos se la habían quitado y a los que reciben a cuchilladas y pelotazos. La última es que quieren reconciliarse con los actores a los que han ahogado con el IVA cultural mientras Montoro les amenazaba con inspecciones. El IVA no se lo van a quitar así que lo suyo no es más que teatro, puro teatro.

Como lo de Rajoy. Mariano, no te reconozco. Antes huías de los periodistas y si insistían ya tal, te refugiabas bajo un paraguas del chaparrón que caía sobre tu partido, te convertías en cataplasma cuando tenías que afrontar la corrupción y amurallabas el Parlamento para no tener que escuchar a los descontentos porque tú sólo escuchas el silencio de las mayorías que no hablan (¿A qué suenan las mayorías que no suenan?). Ahora te has liado a hacer declaraciones y conceder entrevistas, aunque siempre en territorio amigo donde esperas que te enjabonen. Aún así no has podido evitar resbalarte en la bañera y romper algunos platos y vasos al caer. La falta de costumbre.

Otra que tal es la vicepresidenta, que se ha pasado la legislatura atrincherada en sus comparecencias de los viernes, haciéndose la sueca de las cuentas suizas de su gente, y de pronto se planta en el plasma de la tele del que su jefe ha salido y se nos pone a bailar. Un, dos, tres, Soraya da un pasito p’alante, un, dos, tres, para borrar los pasitos p’atrás que nos has hecho dar. Ahora no toca llorar por los desahuciados, ahora toca reírse. Es la nueva estrategia del PP. Ahora toca sonreír y mostrar la cara más amable.

Es sólo eso, un lavado de cara. Un cambio de logo y de imagen. Unos portavoces más jóvenes y frescos para camuflar el olor a podrido de lo que esconden. No lavan los trapos sucios, solo lavan la caran para que nos olvidemos de los caraduras de la Gürtel, de la Púnica, de Bankia, de Rato y de Bárcenas. Para que nos olvidemos a última hora de los recortes, las subidas de impuestos, la reforma laboral, la amnistía fiscal, de los que han tenido que irse, los que se han quedado por el camino y los que no tienen donde caerse muertos. Han hecho tantas cosas mal y tanto daño que se nos olvidan. La montaña de basura es tan alta que a veces no vemos lo que hay en la base y el problema es que hay muchos votantes que tienen muy poca memoria o tienen amnesia cuando votan. Y así nos va.

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