Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.
¿Quién necesita saber toda la verdad?
Creo que fue Rajoy el que dijo que, cuando se ha sido presidente, uno ya no puede ir por ahí haciendo el zascandil. Sin duda porque, a su juicio, es preferible hacer el zascandil sin parar durante el ejercicio del Gobierno y no dejar las cosas urgentes para luego.
Entonces ¿qué debe hacer un expresidente? A mí me parece que el Real Decreto que regula el estatuto de los expresidentes del Gobierno necesita una revisión urgente. Les reconoce el tratamiento, pensión, dos puestos de trabajo de libre designación a su servicio, “una dotación para gastos de oficina, atenciones de carácter social y, en su caso, alquileres de inmuebles”, un coche con chófer, servicios de seguridad y un bonobús con el que “disfrutarán de libre pase en las Compañías de transportes terrestres, marítimos y aéreos regulares del Estado”.
De la lectura del Real Decreto se desprende lo que tenía en mente el legislador: que los expresidentes se dediquen a hacer negocios (lo más pingües posible), a organizar saraos y guateques (llámalo “atenciones de carácter social”) y que gocen de plena libertad para enredar gratis por tierra, mar y aire. En otras palabras: la ley considera que deberían hacer el zascandil a tiempo completo y les facilita todos los medios para ello.
Todo esto a mí me parece estupendo, aunque insuficiente, porque el Real Decreto no hace explícitas las obligaciones que, como contrapartida, conllevan todas estas prerrogativas. Sin duda al legislador le parecía algo tan obvio que no juzgó necesario ponerlo blanco sobre negro, más o menos así: “a cambio de zascandilear y forrarse el riñón a cuenta del Estado, los expresidentes tienen la obligación de no decir sandeces o al menos no muchas”. Sin perjuicio, por supuesto, de garantizarles “el derecho a publicar un máximo de tres libros de memorias lo más inanes, soporíferas y superficiales que les sea posible y donde podrán, si no saciar, mitigar en parte su necesidad de decir bobadas”.
¿A que nos ha conducido esta imprevisión del legislador? A momentos hilarantes, aunque bochornosos. ¿Se acuerdan cuando Felipe González, en plan abuelo cebolleta, nos contó una película de acción y espionaje en la que él tuvo que decidir si volaba o no a la cúpula de ETA? Peliculón, peliculón, con escenas trepidantes y con la frente del bueno de la peli (Felipe) perlada de lo que Barthes llamaba el “sudor ético” de quien se enfrenta decisiones dificilísimas.
Ahora le ha tocado el turno a Zapatero, que nos entrega una de sus joyas de incoherencia alegre y bobalicona. Afirma que “era reformar el artículo 135 o acabar con un Gobierno técnico como Italia o Grecia”. ¿Qué quiere decir? ¿Que se enfrentó él solito a un golpe de Estado y evitó que intervinieran nuestro Gobierno soberano mediante una ágil reforma de la Constitución? Vale, pero entonces ¿cómo puede decir también que fue “una iniciativa totalmente autónoma” y no inducida desde el exterior? No sé si Zapatero se da cuenta de la memez que suelta, a la vez una cosa y la contraria. Sospecho que no, porque poco después, a otro respecto, insiste en su peculiar lógica de prestidigitador esquizoide, cuando habla de “reconocer el derecho a la diferencia sin que eso represente diferencia en derechos”. Qué chiripitifláutico. Es mejor que aquello de La Codorniz, del tipo que pone en la mesita de noche un vaso lleno y uno vacío: uno, por si tengo sed; el otro, por si no tengo sed.
En fin, en vista de lo visto, el estatuto de expresidente debería ser reformado. Que se forren a dos manos, que hagan el zascandil por tierra, mar y aire (con la excepción de Rajoy, que ya lo hace muy a su sabor durante su Gobierno), pero que se les prohíba (salvo para promocionar libros de memorias) hacer declaraciones.
Es indispensable, por imperativos de salud pública y para protegernos. ¿O de verdad pensamos que es necesario que quede constancia de la clase de mentecatos que nos gobernaron?