Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.
Observatorio de malos tratos
La corrupción es la forma de violencia de género que los políticos imponen a los ciudadanos.
Por eso me parece que estamos asistiendo a un violento choque de culturas, como dos placas tectónicas lanzadas una contra otra. Dos modos de entender la realidad, dos Weltanschauungen incapaces de reconciliación. La clave de bóveda de cada una se resume en la diferente respuesta a una pregunta. ¿Qué hay que hacer cuando te pillan con el carrito del helado?
Parecía que predominaba la respuesta mojigata y marrullera: pedir perdón y seguir igual. A ser posible en tono compasible (como el rey) o empalagoso (como la chavalería del PSOE en un patético video). Sin embargo, ya vamos viendo que la otra opción no cede terreno: negarlo todo y defenderse atacando, como hace el PP.
La opción penitente exige palinodia con gesto contrito y promesa de enmienda. Es modélica la del rey: lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir. A ésta facción parece haberse apuntado el PSOE, siempre tan institucional, y sigue la escuela de pensamiento de Segio Dalma: Lo siento muuuuuuucho, la viiiida es asíiii… ¡no la he inventado yo!... y vuelta al estribillo: No lo volveréeeee a haceeer mássssss, ¡no lo volveré a hacer máaaaas! Lo sentían mucho, la crisis es así, no la había inventado Zapatero.
Culturalmente, pertenecen al ámbito de los maltratadores recurrentes pero zalameros, los que después de haberle levantado la mano a su señora, al día siguiente, lo sienten mucho y aseguran que todo va a ser diferente: que los dos se quieren y eso es lo único importante. Van a cambiar e incluso promete “el cambio del cambio”. Son esos tipos repletos de esas buenas intenciones de las que está empedrado el infierno y parten de la premisa del dominio abusivo, o sea, por amor: confían en que, por mucho que tiren de la cuerda, jamás se romperá. Gente como el rey o como los del PSOE, convencidos de que al final lo arreglan todo con cuatro carantoñas o con aquella estrafalaria “baraka” de la que tanto presumían los adictos a Zapatero.
En el fondo son tipos que creen en la servidumbre voluntaria: pretenden abusar de nosotros porque están convencidos de que nos encanta, de que les queremos, aunque tengan sus cosas y a veces no puedan evitar que se les vaya la mano (a la caja), pero es sólo, como cantaba Segio Dalma, que “me he comportado como un ser humaaano”. Es como el que le zurra a su señora porque la adora y cree que ella debe aguantarse, porque él la quiere. Es más, también necesitan que les queramos y pretenden, ¡encima!, caernos bien. Aún recuerdo a Felipe intentando que le comprendiéramos, porque el Estado de Derecho había que defenderlo también desde las cloacas.
Para negar la evidencia en cambio hace falta sangre fría y estar convencido de que no hay mejor defensa que un buen ataque. Y no sentir la menor necesidad de ser querido por la víctima o de caerle simpático. Nada de pedir perdón: primero, negarlo todo. No es lo que parece, cariño, te lo puedo explicar. O la famosa frase que usted comenta: “todo lo que se refiere a mí y a los compañeros del partido no es cierto, salvo alguna cosa”. A continuación viene el ataque: si me hicieras más caso, no tendría que recurrir a otras. Y la amenaza: ¿acaso no confías en mí? A ver si todavía te vas a llevar una: como me quite der Gürtel o la correa.
Es lo que parece estar haciendo el PP, que ya ha dicho que va a demandar a todo bicho viviente y exige que se confíe en el (con la inestimable ayuda de los editorialistas de El País, que ya no sabe uno si son mentecatos o estómagos agradecidos: “No nos cabe duda de su sinceridad, y estamos seguros de que esta impresión es extensible a muchos ciudadanos, le hayan votado o no en las elecciones”).
Culturalmente pertenecen al ámbito del dominio por la fuerza, el propio de aquellos a quienes les basta con imponerse y no necesitan la admiración del súbdito ni dar explicaciones. Aquí mando yo, ése es el lema, y su referente cultural hay que buscarlo en el refranero: por si acaso, atiza a tu mujer, que ella sabrá por qué lo haces. Y si te pillan, nada de pedir perdón: leña al mono, que es de goma. A ver si así los ciudadanos aprenden quién lleva los pantalones.
Nuestra alternativa es espeluznante. O nos someten por amor o a correazo limpio. Frente a estos políticos que nos dan de palos, ¿dónde está nuestro número 016 para ciudadanos víctimas de malos tratos?
O mejor todavía: ¿por qué no nos vamos con otro, dejamos al PP y al PSOE y votamos a la izquierda? ¿Por qué no les ponemos la maleta en la puerta y les echamos de casa, y nos instalamos en el palacio de Invierno?