Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La guerra entre PSOE y PP bloquea el acuerdo entre el Gobierno y las comunidades
Un año en derrocar a Al Asad: el líder del asalto militar sirio detalla la operación
Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Ángel Ferrant: la escultura perseguida

ÁNGEL FERRANT Delante de Estático Cambiante

José Ángel García

10 de febrero de 2022 12:47 h

0

“La escultura que yo amo no es la que se hace ni la que se hizo, y

tengo el firme presentimiento de que la que ni se hará.

Estoy bien seguro de decir esto sin orgullo, sin irreverencia y sin pedantería.

En cuanto a la escultura que yo hago… me reconozco un mal padre: no la quiero.

(Ángel Ferrant. “Examen del vecindario escultor”)

Reducida en cuanto al número de piezas expuesta pero plena de interés, la pequeña muestra que la Fundación Juan March ha inaugurado en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca –“Ángel Ferrant a escala doméstica”– pone al alcance de quienes la visiten una figura no tan conocida a nivel público cual su obra merece.

Debido quizá tanto a lo zigzagueante de una trayectoria entre la escultura y el dibujo, los escritos teóricos y sus propuestas pedagógicas como a una personalidad a la par que modesta y cautelosa también escrupulosa, insobornable y escéptica, sumado a, como bien señala lo comisaria de la exposición Olga Fernández López en el cuidado catálogo que la acompaña, “las carencias historiográficas que siguen existiendo sobre el tiempo agitado en el que Ferrant desarrolló su obra”, la verdad es que tanto la figura como la propia obra de este artista (Madrid, 1890-1961) sigue encontrando difícil acomodo en las narrativas más, digamos, escolásticas de la historia del arte de vanguardia; de ahí el atractivo de esta pequeña muestra que con sus siete esculturas de pequeño formato, sus seis relieves en barro cocido, sus catorce dibujos y la selección de fotografías, carteles, bocetos y publicaciones que la complementan está sin duda llamada a despertar las ganas de saber más de su protagonista en quienes a ella se acerquen en el recoleto marco de la sala de los artesonados del Museo conquense.

Para el Ángel Ferrant escultor, uno de los dilemas principales que recorren su producción –vuelvo a recurrir al texto de Olga Fernández–se referiría “a la tensión que para él supuso hacer una escultura de vanguardia”, un desafío que “pasaba por la renovación de los lenguajes artísticos, pero no sólo. No bastaba con hacerse ”primitivista“, deformar. expandir los materiales, adoptar la abstracción, utilizar el vacío como volumen activo, introducir el movimiento, componer por montaje, utilizar objetos, desplegar la dimensión temporal en sus obras mediante la fotografía o fomentar la participación proactiva del espectador, todas ellas estrategias que investigó con rigor a lo largo de los años.

El problema consistía en saber si el resultado de todos esos procesos seguía siendo escultura o si, por el contrario, se trataba ya de un nuevo tipo de artefacto artístico“. Añádase a ello su progresivo interés por la ubicación de las piezas en el entorno doméstico y, también, por dotar de un contexto especial la presentación expositiva de sus realizaciones: ”De no poder instalarlo, yo prefiero desistir, porque es muy distinto ver estas cosas de un modo o de otro. Este tipo de arte requiere ayudas –tonos de fondo, espacios, luces– que no son lo corriente y que constituyen el marco en que debe encerrarse para aparecer en su verdadera función“.

Pero Ángel Ferrant no fue sólo un artista renovador de formas y conceptos de escultura, sino también un pionero en el terreno de la educación artística gracias a sus viajes a París y Berlín y su estancia en Viena. Especial interés reviste su intensa tarea pedagógica: redactó textos sobre reformismo pedagógico, programas de formación artística y, durante la contienda civil española, formó parte de la comisión de expertos creada por el gobierno de la Segunda República para reorganizar las Escuelas Superiores de Bellas Artes.

Esa vocación docente, a la que –en palabras del profesor Ignacio Asenjo Fernández– “no le son ajenas las influencias de las corrientes y tendencias pedagógicas más importantes de su tiempo”, acompañó de manera continuada a su trayectoria creativa en un hacer en el que tuvo especial peso su interés por el arte infantil. El escultor, conocedor de los novedosos métodos educativos y de las premisas que sobre pedagogía experimental se desarrollaban en Europa durante los años veinte, sintió afinidad con sus teorías, las cuales fueron ampliamente traducidas en España.

Un ejemplo de por donde encaminaba sus ideas al respecto sería la carta que en noviembre de 1948 enviaba al crítico de arte Eduardo Westerdahl exponiéndole cómo debía de ser, desde su punto de vista, una escuela experimental de arte: “Una escuela de arte ha de ser, en efecto, un lugar de experimentación. Los comienzos en ella, un verdadero juego –no un pasatiempo- en el que los más diversos materiales o elementos se combinen y se presten a un manejo intuitivo, para obtener resultados en los que el alumno refleje su modo de estimar cualquier fenómeno plástico que le conmueva. Infinidad de procedimientos pueden conducir a las más expresivas producciones (…) No dar la espalda a la imagen óptica de las cosas, sino utilizarla sin concederle, por lo que es en sí misma, el más mínimo valor como obra de arte (…) Los modelos deben proscribirse.

Mejor dicho, la palabra “modelo” no debe llamar a la imitación, sino significar uno de tantos utensilios“. Es una labor que sin duda merecería asimismo una cuidada recuperación. Además del citado texto de la comisaria de la muestra –titulado, tomando frase del propio artista, como ”Ángel Ferrant: la escultura es un agujero por el que se pueden ver mundos infinitos“– el catálogo de la exposición conquense incluye sendas transcripciones de dos entrevistas a Ferrant de 1951 (una emitida en Radio Nacional de España en 1951 y la otra publicada en la revista peruana Mundo de Lima), de su aparición en el programa de Televisión Española Imagen de una vida en 1958, y la reedición de un artículo publicado por Ferrant en la revista mexicana Arquitectura en 1960, aunque probablemente redactado años antes, en 1952, con ocasión de una conferencia pronunciada por el artista en el Palacio de la Magdalena de Santander, escrito del que me he permitido entresacar el fragmento que prologa esta crónica. La exposición estará en el Museo de las Casas Colgadas hasta el 8 del venidero mes de mayo.

síguenos en Telegram

Etiquetas
stats