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Sobre este blog

Este blog es un espacio de colaboración entre elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es) y el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha para abordar diversas cuestiones sociales desde la reflexión, el entendimiento y el análisis.

¡Cuidado! ¿“Cuidados en producción”?: la des(cuidada) respuesta a la crisis de cuidados

Cuidado de persona mayor. PIXABAY

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España se encuentra a la cabeza de los países con mayor esperanza de vida: 82 años, y ha bajado en casi dos como consecuencia directa de la actual crisis de la COVID-19, tal y como reflejan los datos del INE.

Aun así, la previsión es que en las próximas décadas la población mayor de 65 años se incremente de manera importante; concretamente 1 de cada 4 será mayor de 65 años en 2033, lo que nos debe hacer reflexionar, no sólo sobre el tema de las pensiones (que dejo para otra ocasión), sino también si nuestra sociedad está preparada para hacerse cargo de los cuidados que se requerirán, o si haremos frente a la actual crisis de cuidados en fondo y forma que lo estamos haciendo ahora por parte de los gobiernos en general, y de las instituciones en particular, y si éstas (respuestas) son y serán suficientes.

Los trabajos de cuidados son aquellos que se realizan para el sostenimiento de la vida, esos que no ha computado la economía en términos de PIB, y que, por regla general, siempre han estado feminizados. No porque genéticamente estemos preparadas para ello, sino porque se ha ido construyendo desde las diferentes supraestructuras e infraestructuras sociales para que así fuese. A la par que invisibilizados porque pertenecían al ámbito privado, al del hogar.

La crisis de cuidados

Y es que en esta crisis de cuidados hay dos hechos que van de la mano: Por un lado, el envejecimiento de la población, como consecuencia directa entre otras, de la aplicación y del avance de la ciencia al ámbito de la salud, que provoca una disminución de la mortalidad y morbilidad; del aumento de la esperanza de vida; de la disminución de la  natalidad; y por otro lado, la no incorporación a las tareas de cuidado y del sostenimiento de la vida de los hombres al mismo ritmo que las mujeres se han incorporado al mercado laboral, asumiendo, por parte de ellas, las dobles jornadas: una visible, en trabajos productivos, la otra invisible pero que aporta gran riqueza, (haciendo alusión a Mª Ángeles Durán en su libro La Riqueza Invisible del Cuidado)e imprescindible para la humanidad: “Sin cuidados no hay vida”.

Lo que parece claro, en cualquier caso, es que las mujeres han salido al espacio público y las funciones y roles antes asignados siguen siendo necesarios y seguirán siendo aún más necesarios ante el nuevo escenario, pero ¿quién presta estos cuidados cuándo las mujeres salimos a trabajar en ese espacio público?

Entre otras, la respuesta aportada fue la aprobación de ley de Dependencia (39/2006), que pretendía convertirse en el cuarto pilar de Estado de Bienestar, y mitigar el problema junto con la ley de conciliación y de igualdad entre hombres y mujeres (3/2007), sin embargo, han sido meras tiritas; desde 2008 la Ley de Dependencia estuvo afectada por la crisis económica, y hasta la fecha ha ido mermando sus presupuestos, mediante recortes y austeridades, por lo que pese a reconocer el derecho fundamental de recibir cuidados de las personas dependientes, presenta muchas carencias, incorporando el copago como medio para ofrecer los servicios, y/o recurrir a la externalización mediante servicios privados.

“Cuidados en producción”

Las familias con personas mayores dependientes a su cargo tienen diversas opciones: acceder a los servicios mediante el copago, y recibir servicios de ayuda a domicilio, estancias en centros de día, y/o contratar de manera externa esos servicios: bien mediante la incorporación de una mujer migrante cuyas expectativas salariales son igual de precarias que su situación legal migratoria, o si lo prefieren, en residencias privadas o con plazas concertadas, cuyas mensualidades medias asciende a unos 1.291,79 euros, para la Comunidad de Castilla-La Mancha, o de 1.777,62 euros al mes como media para toda España, donde la carta de servicios suele caracterizarse por ofrecer los mejores servicios, aunque en la realidad resultan después precarios y caracterizados por ofrecer “cuidados en producción” (para abaratar los servicios ofertados). defino estos como los cuidados que se reciben en algunos centros sociosanitarios de mayores y que se caracterizan por extrapolar el modelo de fabricación industrial de producción en serie al modelo asistencial de cuidados; donde se pretende obtener el máximo beneficio económico a costa de ofrecer los mínimos servicios contando con los mínimos recursos técnicos y humanos. Donde, entre algunos detalles, los residentes tienen limitado el número de pañales/día, y donde la ratio de personal es tan limitada, que se fomenta la dependencia más que la independencia. Y es que este modelo de cuidados en algunos centros sigue las lógicas neoliberales del mercado, donde la premisa más importante es la obtención de beneficio económico.

No es de extrañar que detrás de algunas de estas entidades privadas, dedicadas al cuidado de mayores se encuentran filiales de constructoras, las mismas que en 2008 se vieron involucradas en la burbuja inmobiliaria, con la que sobrevino la crisis.

¿Como queremos que nos cuiden?

En sus inicios, las residencias de mayores de titularidad pública construidas en nuestra región estaban basadas en el modelo hotelero, sin embargo, para hacer frente al progresivo envejecimiento de sus usuarios, tuvo que adaptarse a su nueva realidad, y cambiar a un modelo asistencial sociosanitario.

El actual contexto y los datos de las estadísticas nos están avisando que debiéramos comenzar a plantearnos y estudiar sobre algunas alternativas que comienzan a verse en España como el Cohousing o las Comunidades Intergeneracionales, o trasladar y/o adaptar modelos que están apareciendo en otros países como las Green Care Farms y que fuesen posibles y aptas para todas las personas y bolsillos.

Desde luego, si algo está visibilizando la crisis del coronavirus es la debilidad de las estructuras sociosanitarias, la vulnerabilidad de las personas dependientes y la invitación a repensar las lógicas de cuidados que queremos para nuestros mayores y para cuando nosotros seamos mayores; nuevas formas de cuidar poniendo en el centro lo que de verdad importa: las personas.

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