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El cielo cuarteado

Cielo cuarteado

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Subrayé hace unas semanas muchas de las frases del artículo al que llamé 'Sequía', publicado en elDiarioclm.es el 4 de octubre de 2019. De aquel artículo finalmente se salvaron los fragmentos que pasé a mano hace unos días. Te los mandé por correo postal en unas hojas arrancadas al cuaderno a tú última dirección de la ciudad vieja. Antes, al igual que Gershom Scholem en su correspondencia con Hannah Arendt entre 1939-1964, me pregunté si algunas de esas cartas se habrían vuelto a quedar en el fondo del mar, pero ahora veo que fueron los largos paseos por la orilla del Kennebec los que la interrumpieron. Los fragmentos se han soldado de manera natural. Me sobrecogió la vigencia a día de hoy de lo escrito hace tres años. Entonces no quisiste leerlo.

No expliquemos la belleza, al menos intentaré ya no hacerlo a partir de ahora mismo, momento que se ha desdibujado, que ha desaparecido pronto. Mejor los instantes en los que aún se permanece, y si encontrara o existiera otra palabra que aún definiera mejor eso llamado instante, ya que la belleza está en todo ¿? Incluso las malas hierbas guardan o proyectan una belleza más profunda y real que las flores de un jardín compradas en un vivero, o lo que se borra por sí mismo, y vive por sí mismo, lo que nunca hablará, lo que se va pronto.

La belleza, debería haberla sin necesidad de nombrarla sobre el resto de las cosas. Es importante que aún exista una palabra así. Había estado toda mi vida intentando explicarla, creí que escribir era eso, y me empobrecí, todo lo empobrecí. Redimir, someter con la escritura lo que no se puede. Nosotros, y quizás estos sean los tiempos heroicos para los que se preparó la humanidad, ya lo sepamos. Alcanzados ya los límites de todo, escucha mi lenguaje, lee más allá mi escritura ya rota y balbuciente, más allá no voy a llegar, aunque vaya y camine en silencio mucho tiempo hasta alcanzar -el no sé- muchas veces lo he llamado sol, estrella del amanecer, pues he estado demasiado cerca de todo para sentir lo más lejano, si, ya en los límites.

Ahora se puede decir todo, escuchar todo a la vez, escribirlo todo. Hemos llenado el mundo, y el mundo parece una zona franca, una inmensa explanada polvorienta donde se ha instalado una gran feria que no acaba. Cuando los niños juegan al límite terminan haciendo daño. En esa gran fiesta que lo ocupa todo, exposiciones de juguetes donde se exponen armas extrañas, no parecen hacer daño, ojivas de una belleza simple, una armonía de las líneas que nunca antes vi. Me gustaría acariciar las frías superficies de titanio y otras aleaciones divinas cargadasde sol, de un lenguaje que debe ser descifrado. Se encripta la felicidad en los números y las letras elegidas, siempre soy –y,x,m,n,o–.

Estaba acercándome a la fiesta, millones de personas bailaban en una polvareda. Me he tragado las espigas, son como arpones, entran bien, salen mal, eso quisimos hacer en nuestros poemas, puntas de arpón, clavarlas al mal. Las ojivas van por tamaño, las más grandes están cargadas de estupidez, las pequeñas de maldad. Argón, de una belleza que emula a los ojos de dios, en la panza de titanio brilla el sol, la luz, y siempre está fría. Un día Heinrich Korb sale de su taller en una ciudad cualquiera, y me lo encuentro en el tren de Sevilla. Sus ojivas en miniatura, así, expuestas en círculo, y alineadas como las piedrasdel templo de Stonehenge evocan la posibilidad de un nihilismo sagrado.

Estos son los tiempos del final de la poesía, el mal como el gran hacedor del arte, el mal no inspira, el primero de los poemas que te escribí en lengua encriptada se salió del mundo. Un verano eterno en T. podría ser el título de un libro que nunca se va a escribir. Primeros días de octubre, mes de Tishrei, año 5780, año nuevo judío, RoschHashaná, literalmente “cabeza de año”. 4 de octubre de 2019, a las afueras de T., en las huertas del camino viejo de Mejorada. Bajo una higuera centenaria, junto a la acequia V del canal general del Alberche, más allá de la vieja Fábrica de tomate. Enfrente un campo con grandes placas solares. Un rebaño de ovejas pasta hierba a la sombra de las estructuras de silicio cristalino, los cardos resecos crujen en el aire, en tus sienes las palabras de nuestro tiempo se desmoronan dentro del tapial.

La sequía y todo lo que se puede decir de la sequía es seco. Elijo las palabras más secas que encuentro y de ellas intento sacar agua

Todo está seco y el pozo del lenguaje envenenado. El pastor marroquí sentado a la sombra del tapial de la granja de energía solar se cubre toda la cabeza y la cara con una gasa blanca. La gasa permite respirar y hablar a través de ella. Ver a través de la gasa es más difícil, a lo sumo te sientes rodeado de luz, una luz que te comprime los ojos, bajo los párpados arde la incandescencia de un verano eterno. La hierba es blanca o de un amarillo desgastado. Pareciera que además de vigilar las ovejas haga lo mismo con el sol. Un pastor de soles. La sequía y todo lo que se puede decir de la sequía es seco. Elijo las palabras más secas que encuentro y de ellas intento sacar agua. Hay que elegir entre el año 5780 o el 2019. Los dioses no saben contar.

¿Cuál de estos dos años está más cerca del último día del mundo? No debes contar para no aprender a descontar, los dioses carecen de boca y de ojos, se han vendado el rostro y la cabeza con una gasa como el bereber que guía las ovejas hacia el sol. Él aguanta el fuego de los días, la luz intensa del eterno verano, está acostumbrado a los páramos de arena y tierra cuarteada, al aliento caliente del aire. Quien vive siempre bajo cielos azules se vuelve loco, se fanatiza y termina adorando sombras. La luz quema los recuerdos, la higuera pegada a la acequia es poderosa y acoge con su frescura al que ya no tiene prisa. Diluvio o sequía, el primero es fruto de lo eternamente seco, y la segunda del agua que destruye. Son las dos caras de la misma moneda. Siempre hemos estado al albur de dioses demasiado locos. El dios t, el dios b, el h. el m., el dios yx.

Cuando se va el agua la vida se restringe a las lágrimas de los pozos. Se la busca allí donde no parece que pudiera estar. Al revés, la luz excesiva y los cielos claros un día tras otro deberían llevarte a la paciencia, y traerte la lentitud y la contemplación. Ya no viajes en aviones, camina, lleva tus ovejas alrededor de la ciudad de polvo y sigue el viejo lecho de los ríos secos para ir hasta el final del mundo. Llegarás de nuevo a este lugar, a este estupor de luz. Sudor, sed, saciar, sacar, surtir, sentir. Pareciera que todas las palabras que hablan de la sequía comenzaran por «s». Sudario, salto, sifón, sierra, surf, sermón. Bajo la higuera abro un libro, una vieja edición de La Guía Espiritual de Miguel de Molinos, entre las páginas encuentro papeles y hojas muy secas de árboles, incluso aparece un viejo tickets de la piscina municipal del año 95 con un número de teléfono escrito a lápiz y un nombre al lado. Sin mirar las páginas o leer, siento el leve peso del libro en la mano.

Recuerdo algunas frases que aprendí de memoria durante aquel verano caluroso, de nuevo intento darles un sentido nuevo. “Por el camino de la nada te has de llegar a perder en el mundo, nunca serás un tipo perfecto y esto es ya una manera de perfección, y si así te sabes perder, entrará dicha en ti y te acertarás a encontrarte” Puro Zen. Molinos a pesar de su sequedad y quietismo, siempre te lleva al agua. El zahorí que busca en la nada del hombre.

Dentro del libro también había una hoja doblada y amarillenta, en ella un breve texto, que por la caligrafía parecía de un niño. –Un canal de riego es una construcción por donde va el agua, también hay otros tipos de canales, que no son construcciones, canales de aire, de sueños, de palabras, de tiempo–Debajo había tres iniciales. L.S.H., posiblemente el nombre abreviado de aquel niño.Las palabras de la sequía y de lo requemado por el sol, todas esas palabras que parecen ya abandonadas en el ser, esconden dentro el agua, la lluvia, manantiales de otros significados, esconden otras palabras. Hay una urgencia de agua. El cielo parece en estos días barro cocido.  Sobre el lecho seco de los ríos van ahora L`hommequi marche y el Standing Woman de Giacometti, seres filiformes, puro hueso, mojama existencial, silencio de la sombra alargada de una alma seca.

Sartre dijo de sus esculturas anoréxicas que están a mitad de camino entre el ser y la nada. L`hommequi marche y el Standing Woman, una pareja que representa el amor nihilista. No se me ocurren ahora mejores figuras que estos santos anónimos intercediendo en nuestras rogativas de lluvia en medio de la borrasca solar. Unos días antes, y enloquecido por el sol, Heinrich Korbviajaba allí donde todo había muerto para inspirarse. Deseaba haber sido Matuso Bascho por un día, sentir dentro del cuerpo la santidad de un caminante bajo el sol, acaso una vez le sucedió algo así, y por un momento sintió el frío intenso, después el calor somnoliento, y el gran cansancio, e igual que el aire por detrás le empujaba y le ayudaba a avanzar más rápido, otro aire de cara le frenaba, dos fuerzas contrapuestas. Cuando se estaba acabando el hechizo alguien le cogió del brazo, le puso un lápiz en la mano, y ayudándole un poco,con una caligrafía temblorosa llegó a escribir la palabra Myaku.

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