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Hoy celebramos la festividad de San Antón, patrón de los animales, que en Albacete es una feliz excusa para visitar a las Hermanas de la histórica y querida Residencia Asilo de la calle Beltrán Mateos, buscando la bendición para nuestras mascotas. Y es que no cabe otra cosa sino pretender lo mejor para nuestros pequeñajos, los auténticos reyes de la casa: perros, gatos, canarios, roedores, tortugas y demás fauna doméstica protagonista de nuestra cotidianidad, en algunos casos hasta el punto de ser parte de nuestra familia. Por eso entendemos que la gestión política debe también prestarles la atención que merecen. Es nuestra obligación protegerles y procurar, en la medida de lo posible, su bienestar.
Una de las asignaturas pendientes de nuestra sociedad es evitar el abandono de animales. Según datos publicados por la protectora El Arca de Noé, en Albacete se recogió una media de entre 4 y 5 animales al día a lo largo de 2017, dato similar al de 2016. Eso significa una cifra superior a los 130 animales al mes. Es una barbaridad. Y apenas el 15% de los animales que llegaron al albergue llevaban implantado el chip de identificación, que es obligatorio. Desde luego, son datos que deben sonrojar a cualquier ciudadano que lo sea de una sociedad que se supone razonablemente moderna y avanzada.
En los últimos meses se han dado pasos importantes que nos hacen ser optimistas con respecto al futuro. Hace unas semanas, y tras la presentación de una iniciativa por parte de Ciudadanos, el Congreso de los Diputados admitió a trámite una reforma legal para que los animales dejen de ser considerados “cosas”. En Madrid, por ejemplo, existe una Ley de Protección de Animales de Compañía que pretende alcanzar el “sacrificio cero”. Además, desde Ciudadanos hemos propuesto el desarrollo de una estrategia regional que coordine las actuaciones contra el maltrato y el abandono y que contemple la realización de proyectos de sensibilización en todos los colegios e institutos. Creemos que ese es el camino a seguir en Castilla-La Mancha y en Albacete, donde la profusión de núcleos rurales y de cotos de caza hace especialmente necesaria una legislación que proteja a los perros y castigue con dureza a sus maltratadores.
También la educación es un pilar fundamental para luchar contra la lacra que supone el abandono de animales. Debemos concienciarnos todos de que es clave evitar la adquisición por impulso: una mascota no es un juguete navideño que se pueda comprar o desechar a capricho, sin responsabilidades. El adorable cachorro que juguetea tras el cristal del escaparate no es un peluche, es un ser vivo que exige a quienes lo adquieran una serie de responsabilidades diarias irrenunciables a lo largo de toda una vida. Es necesario que lo tengamos muy claro los adultos y que se lo expliquemos bien a nuestros hijos. Así que, ante la posibilidad legítima de hacerse con un cachorro, primero debemos estar seguros de entender el compromiso que supone y, en caso de que así sea, sería muy interesante valorar la posibilidad de adoptar en lugar de comprar.
Trabajamos desde las instituciones públicas para que la vida de las personas sea un poco mejor, dentro del margen de maniobra que humildemente podamos tener. Y los animales de compañía forman parte de nuestra vida, nos consuelan en los momentos difíciles, celebran nuestras alegrías. Sienten con nosotros, nos conocen y nos comprenden incluso más que algunas personas. Su lealtad es innegociable. Por todo ello nos corresponde legislar también pensando en ellos. Después de todo, como dijo Gandhi, la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que sus animales son tratados.