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Las personas detrás del conflicto del sector Limpieza: “En 14 años mi salario nunca ha pasado de los 1.200 euros”

Concentración sector de la limpieza en Ciudad Real

Francisca Bravo Miranda

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“Si no firmamos, no limpiamos”. “Si no hay salarios no fregamos”. “Salario o conflicto”. “No queremos vuestras miserias”. Son algunos de los eslóganes que las trabajadoras del sector de la Limpieza en Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Guadalajara han repetido frente a las sedes de las patronales en las últimas semanas. ¿El motivo? Reclamar la actualización del convenio colectivo del sector, lamentando un “bloqueo” durante todo este año. Pero, ¿quiénes son estas personas que están luchando por sus derechos?

Las respuestas son sencillas: “Me preguntas que cómo vivimos esta situación. Pues la vivimos muy mal. Estamos muy cansadas. Algunas tenemos la suerte de tener jornada completa, pero muchísimas compañeras tienen un cuarto de jornada. Esta gente lo está pasando muy mal”, explica Belén, trabajadora de Talavera de la Reina. Todas coinciden en que lo que está ocurriendo está abocando a miles de personas a una pobreza difícil de superar. “Durante la pandemia se nos aplaudía mucho, cuánto se nos quería, bueno... Mandaban cartas de agradecimiento, los vecinos, el esto, lo otro, pero también te digo: nunca vimos el agradecimiento de ninguna empresa”, recalca. Ni de Valoriza, que llevaba el servicio durante la pandemia, ni de OHL, que está a cargo ahora, especifica.

Propuestas “coherentes, subidas de salario ”decentes“

“Todo lo que queremos es que la patronal se siente con nosotras. Tenemos compañeras que de verdad tienen apuros para pasar el mes, y no entendemos la tozudez de la patronal de seguir ofreciéndonos un aumento de un 1%. Está mal”, asegura. Por ejemplo, en el caso de las trabajadoras de los hospitales, todavía cuentan con un plus por los riesgos que conlleva trabajar en un centro así. “Y no tenemos un salario de tirar cohetes. Imagínate qué pasa con las trabajadoras de colegio. Muchas compañeras son cabeza de familia y están solas con sus hijos”, remata.

No quieren que nadie les regale nada, afirman todas. Sólo buscan propuestas “coherentes”, una subida “decente”, y una cláusula de revisión de sueldo que los proteja. “Fíjate, somos pobres hasta para pedir”, suspira. Roberto, nombre ficticio, es trabajador en Ciudad Real. Ha reclamado tantas veces mejorar sus condiciones laborales que ya teme las represalias de su empresa. “Llevo más de 30 años en el sector y estos sueldos, son precarios. La dignidad pasa por no ser trabajadores pobres, pero el salario se queda estancado”, lamenta. Mientras, el coste de la vida sigue subiendo, relata. “Te levantas temprano para tener un salario digno, dignidad. Pero nuestro salario base no ronda ni los 30 euros diarios”, lamenta.

Además, critica que los empresarios “parezcan semidioses”. “Nos hacen sentir como que es algo degenerado pedir un trabajo digno. Pero esto nunca lo ha sido”, recalca el trabajador. “Hay gente que incluso se plantea dejar de trabajar porque les sale más rentable. Las personas con media jornada están abocadas a ser pobre toda la vida. Con estos salarios seremos ancianos pobres”, reflexiona. Por eso, señala que el objetivo es también que las personas que vayan a jubilarse, cuenten con una jornada completa.

María del Mar trabaja en una empresa cárnica en Cuenca. “Llevo catorce años en este sector. Catorce años buscando el plumero”, ironiza la trabajadora. Así critica que todo el sector se encuadre en el convenio de locales y oficinas. Ella, en su jornada laboral, trabaja con grandes mangueras a presión limpiando maquinaria industrial. “Esto no es una oficina. Esto es peligroso”, recalca. “Nuestra situación es critica, la gente trabaja ocho horas diarias en algo muy duro y por mil euros. Con nocturnidad, a lo mejor superas los 1.100”, afirma.

Por eso, asegura, los trabajadores acaban abandonando. “Es que encima los contratos no son tampoco nada de halagüeños, no nos dan ninguna garantía. Yo limpio maquinaria industrial con un sueldo de oficina. Ocho horas con una manguera a presión, empapada. Y como yo, todos mis compañeros”, recala. Se sienten como “mano de obra barata” y, además, afirma que sufren “amenaza tras amenaza”. “Es lo que ocurre siempre que se exigen los derechos. Y nos toca sobrevivir con las horas extra que también están mal pagadas”, relata.

Trabajadoras cabreadas

Está cabreada. “Vas cabreada a trabajar. El desgaste es físico, mental y económico. Las ETT ahora mismo pagan el día ordinario a 5 o 6 euros. ¿Cómo no te vas a cansar?”, lamenta. “En 14 años mi salario nunca ha pasado de los 1.200 euros. Ni siquiera en los nueve años que estuve con horario nocturno”, lamenta. Por eso concluye que la patronal se ríe de la clase trabajadora, que no tiene “ni para tomarse un café”.

Ana Isabel, desde Guadalajara, va más allá y recuerda que la patronal quiere también quitar derechos a las trabajadoras, como los trienios con los que cuentan por antigüedad. “Y es lo único que tenemos para que nos suban los sueldos tan bajitos”, lamenta. “Estamos muy cabreadas, porque sólo nos quieren dar migajas”, resalta. Para ella, la solución está clara, y es la huelga. Esa fue la única manera en la que se pudo solucionar un problema de impagos que vivió en su centro de trabajo hace unos años. “Al final es lo que va a tener que ser”, destaca.

“Se nos ha llamado imprescindibles, pero no ha tenido nadie ni un pequeño detalle, ya no decimos económico que olvídalo, pero decirte, oye cómo estás trabajando en medio de una pandemia. Nada. ”, apunta. Están enfadadas, porque cada vez que se quiere renovar el convenio, es “lo mismo”. “Es lo mismo, nos tiramos 18 meses pidiendo y lo único que queremos es que dejen de tomarnos el pelo de una vez”, señala la trabajadora. “Lo único que les dolerá al final es que dejemos de trabajar, que hagamos huelga”, concluye.

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