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La Casa en Rojo, la vivienda de premio en una urbanización de lujo y sostenible a pie del pantano de San Juan

Casa en Rojo

Alba Camazón

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Entre unos pinos se vislumbra una vivienda 'aterrazada' en un rojo que resulta familiar de alguna manera. Se trata de un rojo 'falu', un color muy característico en cabañas y graneros de Suecia que utilizaban en zonas mineras por su buen aislamiento y que se integra muy bien entre los árboles. En esta ocasión, se ha utilizado para una vivienda construida en la urbanización de lujo de Calas de Guisando, en Cebreros (Ávila), a pie del pantano de San Juan.

La Casa en Rojo ha recibido el Premio de Arquitectura Española que ha otorgado el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) al Estudio Entresitio (María Hurtado de Mendoza, César Jiménez de Tejada y Alvar Ruiz). El jurado del CSCAE ha valorado la capacidad de “transitar” sobre la pendiente de la parcela y cómo el estudio de arquitectura ha creado “una sucesión de descensos interiores y aperturas a las espectaculares vistas del entorno”.

“Las normas eran bastante restrictivas y no podíamos modificar la topografía del terreno ni construir una pieza muy alta. El pinar era maravilloso y estaba muy empinado hacia el agua. Está en una situación tan privilegiada que teníamos que preservar”, explica a este periódico María Hurtado de Mendoza, que recuerda que fue necesario, entre otros, el permiso de la Confederación Hidrográfica del Duero.

“La superficie tenía un 45% de pendiente y no cabía bien en un solo plano. Así que decidimos 'quebrarlo'”, apunta. El estudio decidió colocar la vivienda sobre unos micropilotes que “minimizaran el impacto sobre el terreno” y la vivienda se construyó 'aterrazada', en bancales. “Todos los espacios interiores tienen terraza y eso proporciona espacios muy desahogados”, expresa.

La casa es de madera —a petición de los clientes— y ofrece “una sensación de ligereza espacial desde dentro”. Con una barandillas y unas redes el objetivo es “conseguir seguridad sin que las barandillas cobren protagonismo”, según apunta Hurtado de Mendoza, quien apuesta por poner “la emoción y la responsabilidad al mismo nivel”.

Esta arquitecta asegura que la vivienda parece “más cara de lo que es”. “Hacer una arquitectura así de cuidada no es más caro que hacer lo de siempre. La casa no tiene materiales lujosos ni caros”, remata.

Una urbanización de lujo al borde del pantano

Esta edificación —y otras— es posible gracias al plan parcial de Calas de Guisando, firmado en pleno desarrollismo franquista, en 1966. Este plan —elaborado por la iniciativa privada— pretendía edificar en la zona una urbanización “de lujo” de segundas residencias pensadas para un uso “de fin de semana más que de verano” y basadas en “elementos de naturaleza”.

El objetivo era permitir un disfrute de la naturaleza perturbándola lo menos posible, con el foco en la “singular belleza” de la zona y una densidad baja de viviendas. De hecho, la urbanización tiene una playa propia para las parcelas, que también cuentan con su propio embarcadero individual. Algunas viviendas en esta urbanización están a la venta en portales oscilan entre el medio millón de euros y los tres millones.

El alcalde de Cebreros, Pedro Muñoz, explica a este diario que el plan era “muy avanzado para la época” porque se buscaba que “no perjudicara la estética” del pantano. “Había huertos y viñas que se fueron abandonado. No sé destruyó un pinar, es que no lo había ahí. Se parte de un suelo que no era pinar”, afirma. El plan propuesto en 1966 y sus criterios arquitectónicos y urbanísticos sigue en vigor

Muñoz pone el foco en el autor del plan parcial, Antonio Muñoz Cabrero. “Tuvo una visión muy avanzada. Vas al Tiemblo o a San Martín de Valdeiglesias y es un desastre por la alta densidad de población y los apartamentos. Solo está protegido lo que tiene que ver con Cebreros”, asevera.

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