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El Tribunal Superior de Justicia no aprecia agravante de género en un hombre que se estaba separando se su mujer cuando la acuchilló

El condenado por acuchillar su mujer.

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El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) ha rebajado a dos años y tres meses de prisión la condena impuesta en su día por la Audiencia Provincial de Valladolid a Eduardo S.G. por agredir con un cuchillo de cocina e intentar atropellar a su mujer.

El Alto Tribunal estima parcialmente el recurso de la defensa y no aprecia la agravante de género, por lo que rebaja en seis meses (de 2,5 a dos años) la pena impuesta inicialmente por un delito de lesiones, a la que se suman otros tres meses de prisión por un delito contra la seguridad vial a los que le condenó la Audiencia y que se mantienen, han informado a Europa Press fuentes del TSJCyL.

El fiscal y la acusación particular habían solicitado durante el juicio una condena de nueve y diez años de cárcel, respectivamente, por tentativa de homicidio, pero la Sección Cuarta de lo Penal consideró que los hechos eran constitutivos de un delito de lesiones, con la circunstancia agravante de género, que ahora el TSJCyL no aprecia, y la atenuante de embriaguez, por lo que impuso 2,5 años de prisión que ahora se rebajan a dos.

El TSJCyL mantiene la prohibición del acusado de aproximarse a la víctima a una distancia de 500 metros y acercarse a su domicilio o a su lugar de trabajo o estudio, además de comunicarse con ella por cualquier medio de comunicación (escrito, telemático, telefónico) durante el tiempo de tres años y seis meses.

Además, por otro delito contra la seguridad vial, sin la concurrencia de ninguna circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal, la Audiencia Provincial impuso también tres meses de prisión y

multa de seis meses, a razón de 5 euros diarios, y privación del derecho a conducir vehículos de motor por un año y un mes, pena que no se modifica a pesar del recurso de la defensa también en esta línea.

En concepto de indemnización de daños y perjuicios causados, el acusado debía abonar a su ya exesposa la suma total de 350 euros por los siete días que tardó en curar y al Sacyl en la suma de 101,41 euros por la asistencia sanitaria prestada.

Durante el juicio, la víctima explicó que el incidente se produjo cuando ella y el acusado, Eduardo S.G, se encontraban aún casados pero a punto de iniciar los trámites de divorcio, con lo que por aquellas fechas él llevaba ya tres meses viviendo en casa de su madre y ella en el domicilio familiar con el hijo de ambos, de 17 años.

Pese a ello, el acusado seguía acudiendo a diario al domicilio familiar, una casa molinera sita en la calle La Trilla, para sacar a los perros, como así ocurrió el 12 de noviembre de 2016, si bien la hoy ya exmujer aseguró que esa noche su todavía pareja entró hasta la cocina, donde estaba sentada viendo un partido de fútbol de la Selección Española y, sin mediar palabra, cogió un cuchillo de pelar patatas y se tiró hacia ella con ánimo de clavárselo.

“¡Si no pongo las dos manos me alcanza en el pecho. No me lo esperaba!”, rememoró la víctima, quien sufrió heridas de defensa en su mano izquierda. El hijo de ambos, que se encontraba en su habitación y oyó los gritos de su madre implorando auxilio, le pidió que saliera corriendo, como así hizo ella.

Ya en la calle, la denunciante recordó que su marido trató de acometerla nuevamente con varios cuchillos, uno de ellos jamonero con el que le llegó a cortar un mechón del pelo. Según la versión de ella, Eduardo volvió a entrar en casa y al salir llevaba un afilador y varios cuchillos que le lanzó con el propósito de alcanzarla, aunque sin llegar a hacer diana.

Para entonces, el hijo de ambos había salido también a la calle para mediar en favor de su madre, tarea en la que se vio obligado a propinar sendos puñetazos en la cara a su progenitor. Éste, un tanto descolocado, se subió entonces a su vehículo y trató de arrollar a Mercedes, como así ésta mantiene.

“Me había resbalado y caído al suelo. ¡Vino hacia mi con el coche, no fue fortuito. No sé como me libré!”, declaró Mercedes, quien explicó que su marido colisionó entonces con un coche que se encontraba allí aparcado y acto seguido se produjo la llegada salvadora de un coche de la Policía Municipal que procedió a la detención del supuesto agresor.

“¡Nunca he pegado a mi mujer!”

En el lado opuesto, el encausado no solo negó los hechos sino que presentó a su ya ex como la verdadera agresora. “¡Nunca he pegado a mi mujer, si yo voy a pegar a mi mujer, la pego!”.

De hecho, indicó que su pareja le había agredido en varias ocasiones, una de ellas saldada con sentencia condenatoria, y mantiene que el día de los hechos había ido a casa de Mercedes con la única finalidad de sacar a sus dos perros.

Al llegar se encontró la puerta abierta, llamó y salió tan solo uno de los perros, de ahí que, como así apuntó, decidió entrar a por el otro, si bien entonces se encontró a su esposa en la cocina con un cuchillo en la mano. “Al pasar junto a ella agarré su mano por si acaso, forcejeamos, el cuchillo cayó al suelo y entonces le pegué una patada y el arma fue a parar debajo de un mueble”, relató Eduardo.

El acusado mantuvo que para evitar problemas optó por salir a la calle pero apunta que su pareja le siguió golpeándole y dirigiéndole todo tipo de improperios. “¡Chica, estás montando el show y yo no te he hecho nada!”, aseguró Eduardo que le dijo a su esposa antes de introducirse de nuevo en la casa para recoger un afilador que una vez en la calle arrojó a Mercedes “sin intención de darla, únicamente para que se callara”.

A la refriega se sumó entonces el hijo de la pareja con un par de puñetazos sobre su padre. Éste aseguró que fue entonces cuando se subió a su coche para abandonar el lugar y trasladarse al hospital porque creyó que tenía rota la nariz.

“Llevaba una mano agarrándome la nariz y con la otra el volante. Metí la primera y al arrancar me encontré de frente con una persona que salió de entre los coches, no sé si mi mujer o quién, y tuve que dar un volantazo. ¡Si hubiera querido atropellar a esa persona, ni la más rápida lo hubiera evitado!”, aseveró el procesado.

Un testigo de los hechos, vecino de la pareja, se limitó a indicar que aquella noche presenció una riña entre el acusado y su esposa en cuyo transcurso llegó a ver al primero propinar repetidos golpes con el puño a la segunda a la altura del abdomen. También vio al hijo de ambos dar varios puñetazos al padre, no así el episodio posterior del coche.

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