“Las alternativas no se tienen que pensar, se tienen que practicar”
Gabriela Serra, veterana militante pacifista, repasa, en la inauguración de la cuarta edición del Foro Social Catalán (FSCat) este viernes, el crecimiento del movimiento contra la globalización neoliberal que desembocó en el Foro Social Mundial en 2001 y la posterior creación del FSCat.
Hace memoria de una tradición de activismo –en el que coincidió hace ya más de una década, por ejemplo, con Ada Colau, la cara visible de la PAH, con quien comparte mesa–, pero aunque el foro sea una encuentro de gente implicada en diversos movimientos y organizaciones, su conclusión final es clara: “No podemos hacer pensar a la gente diciéndole que el capitalismo es malo, o que nos están recortando los derechos”.
Tanto Serra como Colau, encargadas de inaugurar el FSCat, reivindican las experiencias transformadoras más que los grandes discursos. “Las alternativas no se tienen que pensar, se tienen que practicar”, sentencia Serra. En esta línea, Colau propone repensar qué se entiende por confluencia, que considera que no debe limitarse a grandes encuentros, con manifiestos consensuados y cuotas en los actos para satisfacer todas las sensibilidades, sino que “se hace a través de la práctica, porque cada día más está en juego la vida de las personas y debemos dar respuestas a necesidades concretas”.
Colau habla desde su experiencia personal, especialmente en la lucha por el derecho a la vivienda, porque defiende el discurso situado, desde la realidad de cada uno, que, asegura, es un aprendizaje de la lucha feminista. Y lo que vive en la PAH es que “gente que no se había movilizado nunca está garantizando el derecho a la vivienda, cuando parecía que era imposible, porque luchábamos contra los bancos”.
Articulación global-local
El caso de la vivienda es un ejemplo de la relación entre lo global y lo local. “La gran crisis estalla con la titularización de las hipotecas que se hace en estos mercados financieros transnacionales y hacen saltar varias economías estatales; los poderes se mueven mejor que nadie en estos ejes global-local”, asegura la portavoz de la PAH.
Por eso mismo, Colau reivindica que “no tenemos que empezar de cero, tenemos que aprender de todos nuestros aciertos y errores”. “En el fragor de la batalla, en el día a día de esta guerra sin balas, como la llama la periodista Olga Rodríguez, parece que vemos batallas aisladas y parece que hayamos conseguido pocas cosas, pero estamos en un proceso de construcción todos y todas desde hace muchos años, con una actividad frenética”, dice. “Muchas movilizaciones que parecen un fracaso, nos están ayudando a construir”.
“Los gritos del 15-M en las plazas, el 'no nos representan' o 'no somos mercancía', se presentan como algo muy nuevo, pero vienen de lo mismo que se denunciaba con las manifestaciones contra el Fondo Monetario Internacional: que unos poderes fácticos a nivel transnacional, que deciden más que los gobiernos y que son responsables del sufrimiento de las personas tanto en el sur como en el norte”, asegura Colau.
Sin embargo, esta acumulación que permite construir tampoco evita la frustración. “Visibilizamos estos poderes fácticos con el movimiento global, y acertamos, porque nos señalaron como enemigo público número uno, como demostró la violencia de Génova, por ejemplo, pero llegábamos a casa y decíamos: ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos con nuestras vidas precarias?”, recuerda la activista.
Evitar los maximalismos
Colau explica cómo fueron concretando las luchas, y cómo la lucha contra la Guerra de Irak se convirtió en una lucha en las “guerras cotidianas”, como una de las que tomaron más fuerza fue la lucha por el derecho a la vivienda, y como todo esto y muchas otras movilizaciones influyeron en el nacimiento de la PAH.
Tiene claro cómo consiguen sumar tanta gente en una lucha que viene de lejos: “Sabíamos que nos estábamos enfrentando a un monstruo, a un modelo económico injusto y la falta de democracia, pero no podíamos decir: Vamos a luchar contra el capitalismo. No sabríamos ni por dónde empezar. Debemos evitar los maximalismos, pero ser más ambiciosas que nunca”. “Tenemos más oportunidades que nunca para defender los derechos humanos, pero el problema es que están más mercantilizados que nunca”, añade.
Gabriela Serra, que carga contra las vanguardias y los grandes discursos, reivindica que “tenemos que hacer como la PAH, ir de lo concreto a lo global, y no al revés”. Es una movilización “de gestos que transforman la vida de las personas”, según Ada Colau. Pone de relieve, la alegría y el optimismo militante, muy presentes en las acciones de los afectados por la hipoteca, “una movilización transformadora, con un efecto de largo recorrido sobre la vida misma de las personas”.