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Barcelona deja en el aire un servicio de cuidados que atiende a 15.000 personas a la espera de aprobar presupuestos

Un grupo de ancianos realizan actividades de gimnasia en un centro cívico

Sandra Vicente

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La falta de unos nuevos presupuestos en Barcelona para 2024, debido al desacuerdo entre el Gobierno de Jaume Collboni y la oposición, amenaza la continuidad de Vila Veïna, uno de los proyectos estrella del anterior Ejecutivo municipal y que incluye distintos servicios de cuidados. Entre ellos, grupos de crianza, actividades contra la soledad y ayudas y apoyo a personas cuidadoras.

Con 10 concejales de 41, Collboni no logró convencer a las demás formaciones de aprobar sus presupuestos y se vio obligado a prorrogar los actuales antes de final de año. La minoría del socialista pronostica un mandato difícil que sólo conseguirá estabilidad si es capaz de encauzar las negociaciones para cerrar un pacto de gobierno que le permita sacar adelante las cuentas y otras medidas. Desde alcaldía aseguran que esto se conseguirá hacia primavera.

Los 'comuns' son uno de los principales interesados en que salgan adelante las cuentas, ya que de ellas depende la continuidad de algunos proyectos nacidos en la etapa de Ada Colau, pero su siempre ha estado condicionado a entrar a formar parte del gobierno. Esta cuestión sigue sin resolverse, pero mientras las negociaciones siguen en el plano político, desde el PSC están apretando a Barcelona en Comú en cuestiones económicas, dejando claro que, si no apoyan los presupuestos, hay medidas de Colau que caerán. De hecho, el alcalde ya dejó claro que la prórroga supondrá una reducción del 17% en las inversiones previstas.

Vila Veïna, uno de los programas que está en el aire, es un servicio que brinda apoyo a la ciudadanía que finaliza ahora su fase piloto. Se trata de un proyecto de 1,2 millones de euros, con presencia en 16 barrios y que ha realizado 14.900 atenciones. El contrato finaliza en abril, más o menos cuando se espera tener las cuentas cerradas, pero las entidades que lo gestionaban (Fundació Surt, Suara e Incoop) ya han sido avisadas de que su tarea no seguirá adelante. 

Así pues, los 16 centros de Vila Veïna cerrarán en las próximas semanas. Los primeros en bajar la persiana serán los gestionados por la Fundació Surt, que dejarán de operar el 29 de febrero. Preguntados por este cierre, desde el Ayuntamiento de Barcelona aseguran que su intención es que el proyecto continúe y que, en lugar de ser gestionado por entidades externas, sea integrado en los casales de barrio. 

“Pero todo ello depende de aprobar los presupuestos y los invito a votar a favor”, expresó la concejala de Salud, Marta Villanueva, a su predecesora de los 'comuns' y una de las impulsoras de Vila Veïna, Gemma Tarafa, en una comisión del consistorio.

Una alternativa a Servicios Sociales

Diversas trabajadoras que hasta ahora se encargaban de dinamizar y gestionar este proyecto se quedarán en el paro en las próximas semanas, tal como les fue comunicado en una reunión que mantuvieron con el Ayuntamiento el pasado 17 de enero. Con poco más de un mes de margen, algunas explican a este periódico la dificultad de cerrar las intervenciones que tienen en marcha con sus usuarios.

“No nos han dicho por qué cierran ni qué va a pasar con los proyectos que tenemos en marcha”, dice una de ellas, que pide permanecer en el anonimato. En la página web de Vila Veïna no aparecen actividades programadas más allá del 29 de febrero -en los centros que cierran en esa fecha- o del 30 de marzo en el resto. “Muchos de nuestros usuarios nos preguntan por qué y no sabemos qué decirles”, se lamenta esta trabajadora.

Desde el Ayuntamiento aseguran su voluntad de seguir ofreciendo los mismos servicios, aunque no se comprometen a que haya una continuidad desde el cierre de los centros hasta que estos se integren en los casales de barrio, en caso de que el proyecto finalmente entre en los presupuestos. “Si siguen, pueden pasar meses y esos meses son muy importantes”, denuncian las empleadas.

Algunos usuarios también se muestran confusos. Maria Lluïsa es una de ellas. “No hay actividades previstas, pero nadie nos ha dicho por qué. Si van a cerrar, deberíamos saberlo, para poder organizarnos y buscar alternativas”, explica. Su madre, de 86 años, es usuaria de diversos servicios de atención a las personas mayores y de prevención de la soledad no deseada y su hija está preocupada por qué va a pasar si se queda sin ellos.

“Le hacen un seguimiento muy cercano, mucho más de lo que hacen en Servicios Sociales, porque están absolutamente colapsados”, explica. Ella es psicóloga y trabaja en un centro de día y, a raíz de la experiencia de su madre con Vila Veïna, ha derivado a este servicio a muchos de los familiares de sus propios pacientes. “Hacen una muy buena ayuda al cuidador para evitar que llegue a situaciones límite que, a veces y sin querer, pueden derivar en maltrato al cuidado o en afectaciones severas a la salud mental de quien cuida”, asegura. “Si lo quitan, mucha gente se quedará colgada”.

Pedro está de acuerdo con ella. Él es voluntario de un Banc Solidari, una de las entidades a las cuales las trabajadoras de Vila Veïna derivan a sus usuarios. Constata cómo ha mejorado la atención a la tercera edad en el barrio en los últimos meses. “Ha servido para descargar a Servicios Sociales y ha sido un acierto, porque hay personas que necesitan menos protocolo y más atención directa”, explica. Además, según explica, ha atendido a mucha gente que “no cree que esté tan mal como para acudir a Servicios Sociales o que lo evita por el estigma, pero que definitivamente necesita ayuda”.

Se muestra preocupado por el cierre, pero confía en que el Ayuntamiento ideará “una estructura de otro tipo” para no dejar “colgados” a los usuarios. Las trabajadoras también tienen esta esperanza, ya que aseguran que, tras estos meses, han desarrollado una relación “estrecha” con ellos. “Les llamamos periódicamente para saber cómo están”, explican.

Aún así, muchas de ellas ya han empezado a abandonar sus lugares de trabajo, a pesar de que desde el Ayuntamiento se les ha pedido que permanezcan en sus puestos hasta el último día. “¿Qué vamos a hacer? Tenemos que ganarnos la vida”, expresan.

Desde las entidades esperan que, de una manera u otra, el proyecto siga adelante. “Los servicio que ofrecíamos eran los que intentábamos dar antes desde las entidades comunitarias, de manera más precaria. Espero que realmente Vila Veïna se acabe consolidando como servicio municipal, porque si no, este trabajo, que debe ser asumido por la administración, volverá a recaer en las entidades del tercer sector”, anticipa una de las trabajadoras. 

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