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El dueño de la perra muerta por un guardia urbano asegura al juez que Sota “estaba tranquila y le pegaron un tiro”

La Guardia Urbana asegura en el atestado sobre la muerte de la perra Sota que el amo la azuzó para que atacara

Oriol Solé Altimira

Las versiones opuestas en el caso de la perra muerta a tiros por un guardia urbano de Barcelona el pasado mes de diciembre se han vuelto a poner de manifiesto este miércoles con la declaración ante el juez de Tauri Ruusalu, el sintecho dueño de la perra Sota. Mientras la Guardia Urbana defiende que Ruusalu azuzó al animal y que la perra mordió a un agente antes de recibir el disparo mortal, el joven se ha reafirmado ante el juez en que Sota “estaba tranquila”, que ni él ni el animal agredieron a los policías y que “le pegaron un tiro” a la perra sin previo aviso, según fuentes presentes en la declaración.

Ruusalu tiene una doble condición en esta causa: es denunciante de los dos urbanos investigados (que declararán el próximo lunes) y a la vez está imputado porque los policías lo denunciaron por atentado a agentes de la autoridad. Este miércoles el joven de origen estoniano ha comparecido en calidad de víctima, y ha dado su versión de los hechos.

En su declaración ante el titular del juzgado de instrucción 4 de Barcelona han estado presentes la defensa de los guardias urbanos, la fiscal y la abogada Inés Guardiola, que representa a Ruusalu de forma altruista, pero también hasta seis entidades animalistas personadas en la causa como acusaciones populares en defensa de los intereses de la perra fallecida, una cifra con pocos precedentes.

Según el relato del joven, dos agentes se acercaron a él porque pensaban que se estaba fumando un porro (algo que Ruusalu niega) mientras estaba sentado cerca de la plaza Espanya, y uno de ellos (el mismo que disparó luego a Sota) le propinó sin previo aviso un golpe en la cara.

Luego los agentes procedieron a detenerlo, un arresto en el que Ruusalu también ha afirmado haber recibido golpes, que a su vez se repitieron mientras estaba en el coche policial. Con todo, el joven no quiere que la Urbana lo indemnice. La perra en ningún momento ladraba y de hecho “estaba tranquila”, según ha explicado Ruusalu, que ha negado que agrediera a los agentes con un patinete y que se resistiera a la detención, tal y como sostienen los policías.

El Ayuntamiento de Barcelona desdeñó la versión de Ruusalu y apoyó a los agentes de la Guardia Urbana. Según las conclusiones a las que llegó el consistorio al analizar el caso, el agente de la Guardia Urbana que mató a la perra Sota de un disparo en plena calle actuó de forma “defensiva y proporcional”.

Asimismo, para la defensa de los agentes resulta de gran importancia el parte médico en el que, después de ser detenido, Ruusalu refirió que la perra mordió la ropa de un guardia. Fuentes de la defensa de Ruusalu han negado que el sintecho hiciera comentario alguno sobre lo sucedido en el hospital. En cualquier caso, han restado validez al documento porque, han recordado, en aquel momento el joven estaba en estado de shock por la muerte de la perra, los golpes recibidos, y además estaba bajo los efectos de los calmantes que le dieron en el hospital.

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