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Los compradores franceses y los primeros turistas reactivan La Jonquera: “No queríamos esperar ni un día más”

La frontera en Le Perthus, por primera vez sin controles policiales permanentes

Pau Rodríguez

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La familia de Gino Van Beek no tenía claro si esta sería la primera vez en 16 años que no podrían pasar un par de semanas en el camping La Ballena Alegre, en la Costa Brava. Pero el domingo pasado, desde su casa de Gante –en Bélgica–, vieron en las noticias que España iba a abrir las fronteras antes de lo previsto, el 21 de junio. “No lo dudamos, no queríamos esperar ni un día más”, comenta Gino mientras apura un cigarrillo en el área de servicio Porta Catalana, en la autopista AP-7 a la altura de La Jonquera, a pocos kilómetros de la frontera francesa.

Por primera vez en 98 días, los que ha durado el estado de alarma en España, en La Jonquera había este domingo más matrículas extranjeras, sobre todo francesas, que españolas. Los grandes supermercados, restaurantes, estancos y gasolineras de la localidad han recuperado el pulso gracias a la llegada de los primeros compradores franceses y de algunos viajeros, la mayoría de ellos en autocaravana, que han decidido estrenar la nueva normalidad española. 

No ha habido grandes colas ni aglomeraciones como las suele haber en verano, pero sí un flujo constante de coches que cruzaban la frontera desde primera hora de la mañana. Sin controles policiales permanentes –la Policía Nacional ha montado uno que ha durado de 9:30 a 10 horas– ni tomas de temperatura como en el aeropuerto, los franceses accedían sin problemas por la N-II en Le Perthús y por la autopista.

“Lo único que nos ha dicho el gobierno belga es que solo podemos viajar si estamos sanos y que mantengamos las distancias”, resumía Van Beek. Su familia no ha tenido ningún reparo en acudir de vacaciones a uno de los países más castigados por la epidemia de coronavirus, pero admite que otros sí. De las cuatro familias que suelen ir cada año juntas al camping, solo estarán ellos esta vez. Tampoco sabe de ningún otro conocido de La Ballena Alegre que haya reservado este año.

El tráfico y el comercio remontan

Con todo, los datos de tráfico al mediodía denotaban que la AP-7 a la altura de La Jonquera se va a acercar rápidamente a su normalidad. Al menos en sentido sur. Los 3.502 vehículos que han circulado hacia España son casi cinco veces más que los 728 del domingo pasado y están ya cerca de las cifras de 2019. El 23 de junio del año pasado fueron 4.159. En sentido norte, en cambio, los 1.562 vehículos de este domingo estaban lejos de los 5.226 del último domingo de junio del año pasado.

A media mañana, justo al lado de la garita policial en Le Perthús, Marc Fabrizio, de 72 años, aguardaba en la puerta de su autocar. Recién llegado desde Marsella, dejaba a sus pasajeros una hora y media para ir de compras. Luego bajarían a comer a La Jonquera y, por la tarde, de vuelta a casa. “Es el primer día que retomamos esta ruta y fácilmente ya tenía las más de 40 plazas habituales llenas, es decir, que la gente quería venir”, comenta este veterano conductor. 

Conducir varias horas desde Aviñón, Lyon o Marsella hasta La Jonquera les sale a cuenta si se llena el maletero de alcohol, cigarrillos o perfumes, mucho más baratos en España. Cuatro cartones de tabaco –el máximo que se puede transportar en la frontera– cuestan unos 200 euros en España y hasta 400 en Francia. 

Se pudo comprobar el día en que se levantaron las restricciones de movilidad en Francia y decenas de personas se lanzaron a hacer colas de hasta dos horas en los estancos de la parte española de Le Perthus. Esas escenas dieron esperanza a los comerciantes y empresarios de la zona, que mientras ha durado el estado de alarma han visto cómo caían las facturaciones en más de un 95%.

“No esperamos muchas caravanas, pero sí que vuelva a haber afluencia y que se reactiven los negocios”, expresaba la alcaldesa de La Jonquera, Sonia Martínez. El confinamiento había dejado hasta ahora un paisaje laboral devastador, de más de 1.000 trabajadores en ERTE y un 8% de la población comiendo semanalmente de las aportaciones de la Cruz Roja. 

Otro buen termómetro de la actividad comercial del pueblo es el gigantesco centro comercial Gran Jonquera Outlet & Shopping, con 65 locales y más de 2.000 plazas de aparcamiento. Este domingo los coches llenaban aproximadamente la mitad. “Quizás esperaba un alud de franceses cuando abrieran las fronteras y no ha sido así, pero sí hay bastante afluencia, algo parecido a un día de junio del año pasado”, aseguraba una de las trabajadoras del punto de información del centro. Casi todas las tiendas han abierto con botellines de gel desinfectante en la entrada, accesos escalonados y aforo limitado, aunque ninguna de las consultadas lo ha superado esta mañana.

A las puertas de un Desigual, Jean Paul Jacquet espera con un enorme carro lleno a rebosar mientras su mujer compra algo de ropa. Destacaba la gran cantidad de patatas fritas que desbordan el carrito. “Es que en Francia no tenemos los mismos”, comenta, divertido. Este hombre ha pasado quince días de vacaciones en Collioure, la localidad costera al sur de su país, y no ha querido desaprovechar la oportunidad de ir de compras en La Jonquera antes de volver a casa. “De hecho, solemos venir dos o tres veces al año”, explica Jacquet. 

“Hemos salido pronto pero no hacía falta”

En el exterior del Gran Jonquera, las familias Talbot y Jingreau acaban de aparcar, una al lado de la otra, sus dos autocaravanas. Van a comprar algo de pica pica para esta noche, la primera que van a pasar en la costa española, en un autocaravaning de Roses. Estas dos parejas de jubilados franceses también llevan dos semanas de viaje por el sur de su país. “Hemos decidido venir este domingo temprano por si había mucha gente, pero vemos que al final no hacía falta”, comentan. 

Ambas parejas, originarias de Niort, cuentan que cada año pasan dos semanas de viaje por toda España y Portugal, pero esta vez se quedarán más cerca de Francia por si hay rebrotes y hay que volver a confinarse.

Las autocaravanas son la esperanza de la mayoría de negocios de la Costa Brava. Así como el turismo de más al sur tiene más dependencia del avión, en la provincia de Girona gran parte de los visitantes llegan en coche. Aun así, los campings no esperan una llegada masiva de turistas, más bien un progresivo aumento de las reservas de cara a agosto. “El turista internacional suele anticiparse y no reserva de hoy para mañana”, sostiene Miquel Gotanegra, presidente de la Asociación de Campings de Girona, con unas 120.000 plazas de alojamiento. 

Para Gotanegra, el cliente jubilado que suele visitarles en temporada baja, de abril a junio, ya está prácticamente perdido. Ahora esperan llegar a una actividad del 40 o 50% respecto al año pasado. “Nuestro sector tiene un cliente muy fiel, que se ha resistido mucho a hacer cancelaciones, y aunque muchos han anulado, estos días se están reactivando las reservas”, valora, con relativo optimismo, este empresario.

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