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El Museo Picasso pone por primera vez al artista cara a cara con Dalí en una muestra de 78 obras que incluye piezas que sólo se verán juntas en Barcelona.
'Picasso/Dalí, Dalí/Picasso' es una intersección histórica y temática, podemos encontrar una nueva dimensión de conocimiento, una nueva perspectiva. Pablo Picasso y Salvador Dalí, dialogan, se ayudan, se admiran, discuten y se influyen en esta ambiciosa exposición.
La historia entre ambos genios, en realidad, comenzó en 1926, cuando Salvador Dalí viajó a París a visitar el estudio de Picasso. Entonces Picasso tenía 47 años y era el gran maestro. Dalí salía de la Residencia de Estudiantes. Después vinieron los años surrealistas entre 1929 y 1934 en los que introdujeron imágenes oníricas en sus obras. De ahí saltaron a un alejamiento por motivos ideológicos en el periodo de la Guerra Civil española.
Es lógico pues que la exposición revele los momentos mas ricos de esta relación, sin esconder sus contradicciones. 'El objetivo no ha sido explicar que los dos personajes son de alguna manera similares, sino más bien contribuir a su comprensión', ha dicho el comisario de la exposición, William Jeffett, conservador del Dalí Museum de San Petersburgo, que ha señalado que el visitante podrá acercarse a los dos artistas y observar su obra con una nueva luz, en aquellos momentos en los cuales los dos se encontraron.
Las piezas elegidas no son aleatorias, cada una tiene una historia. La exposición dedica un apartado a la Guerra Civil española, que marcó a los dos, así como para relatar su mirada hacia Goya y demostrar, finalmente, como dirigieron su mirada hacia Velázquez como maestro del pasado, tratando de superarlo y preguntándose qué lugar ocuparían, en los museos, respeto a él.
Jeffett se ha referido a Catalunya -y en concreto a Barcelona y Cadaqués-, como un espacio de encuentro muy importante para los dos artistas, y ha relatado como la visita de un joven Dalí a un Picasso convertido en maestro que lo miraba con curiosidad representó un giro para el lenguaje cubista hacia posiciones vanguardistas del empurdanés.
También ha destacado la relación personal asimétrica que se estableció entre los dos, después de la primera visita de Dalí al taller del malagueño, un gesto que ha valorado como generoso por parte del anfitrión, que respondía a la admiración del joven y que guardó toda la vida las cerca de cien cartas y postales que el surrealista llegó a enviarle.
La muestra tiene 29 obras de los dos que sólo se podrán ver a su paso por Barcelona, además de piezas que raramente se habían expuesto en Europa, como Retrato de mi hermana, pintado por Dalí el 1923, que adquiere una nueva dimensión situado, frente a frente, con Retrato de Olga, de Picasso, pintado el 1917. Son idénticos en composición y cromatismo y denotan que, en este caso, Dalí estuvo muy pendiente de la obra de Picasso.
Las provocaciones y la rivalidad se mezclaron con la admiración en una relación que, a pesar de tener procedencias, estilos e ideales diferentes, tenía el arte como punto de encuentro, como demuestran sus obras.
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