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Juan Mayorga; “La cultura puede servir para enmascarar y fortalecer una ideología criminal o peligrosa”

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Oriol Puig

Barcelona —

La Sala Atrium es pequeña pero al mismo tiempo es muy grande. El montaje Himmelweg -Camino del cielo- es paradójicamente armonioso. Estamos hablando de un asunto muy grave pero el espectador recibe belleza. Eso si, no recibe reconciliación. Al final, no nos encontramos un Happy End como los que ofrece la industria cinematográfica de Hollywood. En la obra hay mucha tensión y esta belleza paradójica consigue, que en pocos metros cuadrados, se produzca esta cita entre el pasado y el presente.

Juan Mayorga, uno de los dramaturgos más destacados de la actualidad, se inspiró para esta obra en una visita de representantes de la Cruz Roja para inspeccionar el campo de concentración de Thresienstadt en 1944. La propaganda nazi “preparó” y envejeció las instalaciones, creó jardines, pintó casas y organizó programas culturales, mientras se intensificó la deportación de judíos para aliviar la superpoblación del campo, un engaño que llevó a los delegados de la Cruz Roja a escribir un informe favorable sobre la situación de los prisioneros.

Himmelweg -Camino del cielo- no pretende únicamente mostrar las condiciones inhumanas de los campos nazis, sino provocar una reflexión general sobre la propaganda, el tratamiento de los acontecimientos por parte de los medios de comunicación, la verdad y la deformación de la realidad en las informaciones que nos llegan. Dirigida e interpretada por un magnífico Raimon Molins que encarna un comandante nazi, lo acompañan Guillem Gefaell y Patricia Mendoza, tiene una puesta en escena en la que destaca la utilización de unas marionetas como metáfora del trato que los nazis dispensaban a los judíos.

Juan Mayorga (Madrid 1965) ha sido premiado por numerosas obras y obtuvo el Nacional de Teatro en 2007. Actualmente tiene en cartel la obra Reikiavik, que dirige él mismo en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.

Himmelweg es una obra sobre la actualidad, independientemente de que sea una ficción que gira alrededor de un acontecimiento localizable en el tiempo ¿Como se puede hacer teatro histórico sin hacer una revisión del pasado?Himmelweg

Cuando me he ocupado del pasado, en esta y otras obras, por ejemplo, de Teresa de Jesús en La lengua en pedazos, de la Guerra Civil en El jardín quemado; de la censura soviética en Cartas de amor a Stalin; soy consciente de que no soy un historiador y que estoy construyendo un hito entre el pasado representado y el presente obligado. El teatro permite estas metas y estos encuentros imposibles. Lo más importante no es reconstruir el pasado sino este hito en el que pasado y presente se desestabilicen mutuamente. De alguna manera ver el pasado como no lo hemos visto y que nos plantee preguntas sobre nuestro presente.

¿Qué referencias de hoy podemos encontrar en Himmelweg?Himmelweg

Yo no quiero forzar los elementos de actualidad que se explican en Himmelweg pero observo espectadores que hablan de asuntos que tienen que ver con nuestros días. Por ejemplo, la invisibilidad de la violencia, un tema muy contemporáneo. También la manipulación de las víctimas que, en ocasiones, se ven forzadas a sostener la versión del verdugo. Son temas lamentablemente que se ven hoy en día y probablemente hace pensar a los espectadores. Ahora mismo, estamos asistiendo al fenómeno de la ola de refugiados que quieren entrar en Europa y debemos recordar que cuando hay vidas en peligro, como sucedió del 42 al 45 con la persecución de los judíos europeos, hay que tomar decisiones urgentes.

¿El mensaje de la obra es que hay que ser crítico con lo que nos rodea, buscar la verdad para entender realmente la realidad?

Defiendo que las ideas más importantes en el teatro no son las del autor sino del espectador. Espero que la obra sea muy abierta para que los espectadores deduzcan diferentes mensajes. Uno de los temas de la obra es como podemos crear máscaras, más o menos sofisticadas, para no enfrentarnos a la verdad. Las construimos nosotros y somos cómplices. En Himmelweg un delegado de la Cruz Roja accede en un lugar de horror y de su informe se deduce que es una ciudad normal. No se atreve a romper la máscara.

Nos presentas un comandante nazi apasionado espectador que necesita el teatro para coger aire antes de volver a su posición en la maquinaria de muerte nazi. Conocer el gran teatro no le impide participar en el asesinato de seres humanos, al contrario... ¿La cultura puede acompañar la barbarie?

No soy el primero que sostiene esto. El filósofo Walter Benjamin decía que 'No hay documento de cultura que sea al mismo tiempo un documento de barbarie'. No damos por hecho que un documento de cultura sea inocente. Puede servir para enmascarar y fortalecer una ideología criminal o peligrosa para la especie humana. Se ha dicho que hay alguien que puede torturar durante la mañana y tocar el violín por la tarde. El personaje del comandante es un gran amante de la cultura europea y a medida que esta cultura no es compasiva no observa los seres humanos que lo rodean como humanos sino como muñecos. La cultura nos puede defender de la barbarie si al mismo tiempo es compasiva y nos hace reconocer nuestros límites y nuestras responsabilidades.

Es un tipo culto, lee a Calderón, Shakespeare... ¿La cultura humaniza a los bárbaros?

La cultura los barniza, Un observador puede creer que está delante de un hombre culto y, en cambio, está ante un bárbaro culto. El comandante que hemos construido, yo escribiendo, Raimon en el escenario, es un amante sincero del mejor teatro. La gran enseñanza del teatro es capaz, en ocasiones, de ponernos en la piel de los demás.

¿Qué te ha parecido la adaptación de Raimon Molins?

Himmelweg es probablemente la obra que he visto más veces representada y con montajes excelentes. La propuesta de Raimon Molins en la Sala Atrium es uno de ellos. La compañía ha entendido muy bien el alma de la obra. Además, hay un hallazgo poético como es la utilización de las marionetas. Aparecen cargadas de ternura y con una extraordinaria sensibilidad que dotan la obra de mucho más significado.

¿De qué manera el espacio escénico y las marionetas redimensionan el texto?

Precisamente una de las líneas de transformación más importantes es la relación de los actores con las marionetas. Probablemente se han humanizado respecto la puesta en escena de hace dos años. Cuando utilizo el término humanización hay un elemento clave que tiene que ver con el espíritu de la obra. Si el comandante trata como muñecos a los prisioneros del campo, la niña, que aparece en diferentes ocasiones, humaniza estos muñecos. Este es el gran antagonismo que aparece en la obra entre este comandante y la niña. Las marionetas aparecen ante los ojos de los espectadores con una gran sensibilidad, con esta niña que juega y que sólo vemos su representación a través de un muñeco. Es un hallazgo polisémico muy productivo.

Este es un texto que no va dirigido a un director y unos actores ¿Cuando ves el recorrido que ha hecho Himmelweg qué piensas?Himmelweg

Se trata de un texto muy abierto que se ha representado en lugares que no me imaginaba. Se ha visto incluso en Corea donde un actor local hacía de comandante nazi. Estamos ante el milagro de la transfiguración teatral y el espectador coreano, o de cualquier lugar, entiende que no se le habla de una historia que tuvo lugar en Europa en el 44 y si de unos hechos que nos afectó a todos. Cada uno de nosotros puede tener la tentación de mirar a los demás como si fueran muñecos, como hace el comandante, verse forzado a una complicidad indeseada, como el alcalde, no mirar la verdad por falta de coraje, como hace el delegado de la Cruz Roja. Escribí esto sin pensar si algún día encontraría unos actores y cuando veo actuar Raimon, Patricia y Guillermo defendiendo el alma de la obra con esta responsabilidad siento que el viaje se ha completado.

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