El balance del Festival Grec ha servido para conocer cuáles son los retos del consistorio barcelonés en temas de cultura. El festival ha llegado a los 141.000 espectadores y la conclusión es que el modelo funciona, pero se incorporarán cambios. Uno de los objetivo será reducir la distancia entre la cultura de base y la de las grandes instituciones, por lo que habrá que potenciar el tejido creativo de la ciudad y, por otro lado, hacer una redistribución territorial. Así, el Grec perderá centralidad y buscará su impacto en los barrios periféricos. Estas son las líneas maestras que marca Berta Sureda, comisionada de Cultura, a las que añadió que convocará un concurso público para elegir director del Grec en 2017, prorrogado el contrato del actual, Ramon Simó, para el próximo año .
Para el Ayuntamiento de Barcelona la estrategia pasa por la “revitalización de políticas culturales” que se traduzcan, con respecto al Grec, en mesas sectoriales con los principales agentes culturales para diseñar el futuro modelo del festival“ y, para la nueva cultura municipal, ”un plan estratégico para definir bien todo“. Ramon Simó habla de un modelo ”más que implantado“, subrayando que es un festival de creación (36 estrenos en total), ”exigente en lo estético y que habla del presente, que trabaja mucho los espectáculos de lenguajes híbridos, incentiva los creadores jóvenes y apoya el tejido creativo de Barcelona “.
El acceso a la cultura de la ciudadanía por encima del rédito económico es otro de las prioridades del comisionado de Cultura. La función social de los equipamientos y eventos culturales de la ciudad para avanzar hacia un modelo cultural democrático y ciudadano, no enfocado en atraer inversiones y turismo sino en las necesidades comunes. La gestión de la cultura entendida sólo como un recurso de desarrollo económico y como un bien común.
El papel de las grandes infraestructuras, equipamientos y eventos culturales, como el Grec, serán fundamentales así como la gestión colectiva de archivos y patrimonios; y las estructuras de proximidad de la ciudad. Berta Sureda defiende una “redistribución de los recursos y la producción cultural que elimine la concentración en las grandes infraestructuras”. En definitiva, medidas que ayuden a democratitziar el acceso, descentralizar, el festival del año que viene sería el ejemplo, y restablecer un diálogo más extendido.
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