El historiador Jean-Pierre Filiu, tras pasar un mes y medio en Gaza: “Es el laboratorio de un mundo sin derechos”
El historiador Jean-Pierre Filiu (París, 1961) recibió el año nuevo muy lejos de su casa. Estaba en Gaza, donde pasó algo más de un mes acompañando las misiones de Médicos Sin Fronteras. A pesar de que llegó a vivir los primeros días del alto al fuego, describe sin tapujos la situación como “una pesadilla”. “Es peor que cualquier cosa que os podáis imaginar”, dice, mirando a una sala llena de representantes públicos, investigadores y periodistas que han acudido a oírle hablar en la sede del CIDOB (el centro de asuntos internacionales de Barcelona).
Fliliu asegura que la guerra de Gaza ya ha dejado de ser un conflicto regional, “ahora es planetario y habita la mente de todo el mundo”. Este historiador, que rehúsa hablar de genocidio por no ser jurista y prefiere referirse a lo ocurrido como “limpieza étnica” o “guerra de aniquilación”, sostiene que lo que sucede en la Franja no se puede leer como un conflicto aislado.
Va ataviado con una sudadera verde militar en la que se lee “Fight like ukranians” [Lucha como los ucranianos]. “Cuando hablo de Gaza, pienso en Ucrania y viceversa”, asegura. Bromea con Josep Borrell, presidente del CIDOB y exalto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, a propósito de su indumentaria: “Debe pensar que no tengo más ropa, porque siempre que me ve, voy igual, pero es que ambos conflictos están en el centro de un triángulo que nos está ahogando”.
Se refiere al que forman Netanyahu, Putin y Trump, rodeados de una “extrema derecha disparada en Europa”. Filiu asegura que “Trump tiene la misma visión del mundo que los supremacistas israelíes, que son más extremistas que Netanyahu”. Con todo, se quita el sombrero de historiador y se atreve a vaticinar que “Netanyahu no conoce Gaza, pero sí conoce muy bien a su pueblo. Así que, con el apoyo de Estados Unidos y sin una alternativa en Europa, sabe que puede alargar la guerra hasta 2026 aún bombardeando Qatar”.
Para Filiu, lo único que se puede hacer para resolver el conflicto es “un camino que lleve a una paz duradera, pero a una de veras, a una paz con ausencia de guerra. Y eso sólo se resuelve con la solución de los dos Estados y acabando con el bloqueo. Gaza tiene que regresar al mundo y el mundo a Gaza”.
Esta última reflexión la saca de todos sus años de estudios como historiador y arabista, pero también de su experiencia en Gaza a principios de año. Resultado de esas semanas es su último libro Un historiador en Gaza (Arènes, 2025), en el que pone sobre el papel las “emociones, pero también los hechos”. Allí pudo confrontar sus conocimientos con la realidad y ahora expresa, con contundencia, que “la única victoria verdadera de Israel en esta guerra ha sido prohibir la entrada de la prensa. Lo que sabemos está muy amortiguado y, cuando nos llega, se ha perdido una parte de la intensidad del horror”, asegura.
Gaza, dice, es “el laboratorio de un mundo sin derechos. Es el mundo de las fieras donde el fuerte se come al débil, en el que la deshumanización ha llegado a un nivel de atrocidad que, como historiador, desconocía, y en el que se mata en directo sin presentar excusas. Un mundo en el que nuestra impotencia colectiva e individual abre paso a patologías diversas”, asevera.
La pelota, en el tejado de Europa
Hablando del conflicto y de posibles soluciones, Filiu pone la vista en Europa, a la que define como el único actor capaz de poner fin a las “masacres”. El problema es que, como él mismo reconoce, “en Gaza, Europa no existe. Se habla de Israel, de la ONU y de los países árabes, pero no de Europa”.
Esta desconexión con los 27 viene de largo. Más allá de la distancia geográfica, Filiu se pone, ahora sí, el sombrero de historiador y repasa los últimos siglos de la Franja, desde el periodo otomano hasta la actualidad. Va recorriendo años de conflictos, colonización e intifadas. También de bloqueos, bombardeos y guerras. “Era inevitable que pasara lo que ha pasado, porque Gaza está en el medio de Oriente Medio. En Gaza empieza y acaba todo”, sostiene.
Pero, ante esto, durante todo ese tiempo, “Europa se ha limitado a reaccionar con gestos humanitarios. Hacemos el paripé de enviar algún paracaídas con comida cuando nos dejan. Y nos alegramos cuando permiten entrar algún camión más. Pero así no vamos a ningún lado”, apunta.
A estas palabras se ha sumado también Josep Borrell, quien ha asumido que Europa está “en el grupo de los malos por omisión. Si Europa es el único que puede parar el conflicto, vamos listos”. El exalto representante de la UE para Asuntos Exteriores ha criticado la inacción de la Unión respecto al genocidio (palabra que él sí ha empleado) pero reconoce la complejidad de la situación. “Es Europa la que ha creado Israel, aunque nos neguemos a aceptarlo. Y la opinión pública está dividida: aunque las protestas propalestinas hagan mucho ruido, hay mucha gente que comulga con Netanyahu”, asegura.
Filiu coincide en el crecimiento de quienes apoyan la visión sionista. “Aunque no hagan tanto ruido, tienen mucho poder”, asegura. Por eso, considera que Europa debe cambiar su estrategia y “actuar, no sólo reaccionar, para poner una alternativa de paz a esta pesadilla de muerte”. Para él, el camino es la solución de los dos Estados. Sabe que no es ideal (“es como la democracia, la mejor solución después de haber excluido todas las demás”), pero es lo único posible. “La alternativa es la perdición”, resume.
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