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Los movimientos sociales convocan una campaña de desobediencia

Presentación de la campaña Desobeïm 2014, impulsada por varios movimientos sociales catalanes.

João França

Barcelona —

Rebelarse es una característica innata del ser humano , asegura el antropólogo Manuel Delgado haciendo mención de los contenidos de sus clases. “No hay democracia sin protesta”, remacha Jaume Asens, abogado y miembro del Observatorio DESC. Precisamente por rebelarse y protestar contra leyes que consideran injustas han presentado este martes 25 de marzo, 'Desobeïm 2014' (Desobedecemos 2014 en castellano), una campaña en la que participan unos setenta colectivos, desde el movimiento vecinal y el sindicalismo alternativo hasta grupos como la PAH o los Iaioflautas. De entrada convocan un acto por los derechos civiles, políticos y reproductivos el mismo martes a las 18 h en la UB y una manifestación el próximo sábado.

Esta movilización, han explicado, pretende ser “la continuación de lo que empezó el sábado pasado en Madrid con las marchas de la dignidad”. Asens denuncia: “los que nos gobiernan quieren convertir el miedo en un elemento básico de la vida cotidiana”. “Este miedo tiene dos caras -asegura el letrado-, los decretos indecentes de los viernes [que se aprueban durante el Consejo de Ministros], que mercantilizan los derechos y desmantelan el Estado del bienestar, y la cara punitiva, que busca conseguir un estado de excepción encubierto que no haya lugar para la disidencia”.

“Hemos decidido plantarnos”, declaraba Aida Guillén , que se ha encargado de presentar la campaña. Colectivos diversos han apostado por unir sus diferentes acciones bajo el paraguas de la desobediencia como las Feministas Indignadas, por ejemplo, han denunciado “la hipocresía de una ley que se hace llamar a favor de la vida y criminaliza el aborto mientras el proyecto de código penal borra la violencia de género”. También las leyes, como la de extranjería o de seguridad ciudadana, que, explican, afectan de forma especial a las mujeres.

Los encausados por la protesta en el Parlament

Uno de los principales motivos de la protesta de este sábado es apoyar la veintena de personas encausadas por la acción “Aturem el Parlament”, convocada desde la acampada de Plaça de Catalunya de Barcelona el 15 de junio de 2011. Estas personas se enfrentan a un juicio en la Audiencia Nacional acusados por el Parlament y la Generalitat, y se exponen a una petición de cinco años y medio de prisión por parte de la Fiscalía.

Rubén Molina, del grupo de apoyo a los encausados, recuerda que hace tres años se protestaba contra “unos recortes que desde entonces han comportado el cierre de empresas públicas, el desmantelamiento de la sanidad pública, que la cultura se haya convertido en un bien de lujo o la educación sea cada vez accesible a menos personas”.

Molina reivindica el espíritu transformador de las protestas de aquellos días. “Éramos miles ese día y lo volveríamos a hacer”, declara, y añade: “lo que pasó aquel 15 de junio será poco en comparación a lo que nos están haciendo los poderosos”. Considera que “será un juicio político y una farsa” y explica que se están organizando concentraciones de apoyo también en Madrid.

Leyes hechas a medida

Aida Guillén asegura que la reforma del código penal “se hace porque la gente está saliendo a la calle”. En este sentido, Jaume Asens remarca que esta reforma y la ley de seguridad ciudadana están “hechas a medida”. “Contemplan específicamente todas las formas de protesta que hemos visto en los últimos tiempos, como las que usan la PAH o los Iaioflautas”, asegura.

“Si entendemos como sistema el sistema democrático, los que nos gobiernan son antisistema”, asegura Delgado. “Desobedecemos en nombre de la legalidad, porque las normas que aprueban ellos van contra la Constitución y los tratados internacionales que han firmado”, añade Asens. Por eso la campaña, según explica Guillén, está en contacto con diversos organismos internacionales para denunciar el gobierno español. “Ahora resulta que somos subversivos peligrosos sólo para defender los ideales de Voltaire y Rousseau”, concluye Delgado.

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