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Nadie llora en Barcelona por la última derrota de Manuel Valls

El primer ministro francés, en una comparecencia desde el Ayuntamiento de Barcelona

Arturo Puente

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Vine, vi… y perdí. Hace justo cuatro años, el exprimer ministro francés Manuel Valls preparaba su desembarco en Barcelona para protagonizar una de las aventuras políticas más fugaces y atropelladas que se recuerdan en la capital catalana, pero que dejó diferentes rastros en el mapa político de la ciudad, comenzando por el espacio político de centro-derecha antisoberanista que él fundó y siguiendo por el hecho de que, sin Valls, difícilmente Ada Colau hubiera continuado en la alcaldía.

Quien ya no figura es el protagonista, que tras su paso por el Ayuntamiento trató de reincorporarse a la vida política francesa como diputado del partido de Emmanuel Macron. Una aspiración que fracasó el pasado fin de semana, cuando los franceses residentes en la península ibérica y Mónaco le dejaron fuera de la segunda vuelta a las elecciones legislativas.

Pese a sus raíces y su fugaz paso por la capital catalana, nadie lloró en Barcelona por la última derrota del ancien premier ministre, porque apenas queda alguien para hacerlo. Quienes hace unos años habían sido sus acólitos más cercanos están hoy disgregados en diferentes proyectos políticos: Ciudadanos, PP, PSC e incluso una nueva marca surgida de las cenizas del proyecto de Valls que, bajo el nombre de Valents, que prepara un proyecto para las próximas municipales.

Este último espacio está capitaneado por Eva Parera, la que fuera mano derecha de Valls en BCN pel Canvi y que después se sumó a las listas del PP para el Parlament. Ahora Valents, anteriormente BCN pel Canvi, es un partido centrado en sobrevivir una legislatura más y no ha jugado ningún papel en la campaña de Valls a la Asamblea francesa, a la que el candidato concurrió con los colores del presidente Emmanuel Macron.

Además, las coordenadas políticas del Valents de Parera son diferentes a lo que en su día representó Valls, quien acabó siendo el dique que paró una alcaldía independentista y, como contrapartida, facilitó cuatro años más de mandato de Colau. Esta última cuestión ha sido debatida recientemente por algunas de las plumas más leídas de Barcelona. ¿Fue la maniobra de Valls en junio de 2019 una fina jugada política o, por el contrario, fue un gesto oportunista y de cortos vuelos? En un mensaje de Twitter el periodista Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia, defendía esta semana la primera opción.

“Al final del día, una de las cosas más inteligentes que habrá hecho Manuel Valls es romper bloques en BCN. Los lamentos todavía se oyen hoy. Si Rivera le hubiera escuchado, hoy sería el dueño de la política española: y todo sería peor. Personaje antipático, culo de mal asiento con instinto”, escribía Juliana. A su paso salió otro periodista y escritor, Francesc-Marc Álvaro. “Inteligente no es igual que oportunista: cobró por hacer lo contrario de lo anunciado, que era echar a Colau. Operación provinciana que fue posible por algunos errores de Ernest Maragall y por el papel histérico de ciertas élites frente al independentismo”, afirmó Álvaro.

El debate entre ambos continuó, Juliana afirmando que Valls aportó “un hilo de inteligencia táctica” a la política catalana y, Álvaro insistiendo en que el francés “troleó las ansiedades de unas élites y cobró su servicio. Nada más”. El intercambio de mensajes es el reflejo de que el debate sobre la figura de Valls no está ni mucho menos cerrado en Barcelona, pese a que hace casi un año que anunció su salida del Ayuntamiento y de que su legado político ha quedado muy mermado.

Pero no solo la prensa barcelonesa ha debatido en los últimos días sobre la figura de Valls. Con motivo de su fracaso como aspirante a representante de la 5ª circunscripción de franceses residentes en el extranjero, el diario Le Parisien publicó un artículo en el que se preguntaba “¿por qué se burlan tanto de Manuel Valls, ya derrotado en las legislativas?”. El diario de centro-derecha recogía así lo que había pasado la noche anterior en las redes sociales, cuando Valls había sido el blanco de las mofas de los tuiteros anónimos, pero también de algunos líderes políticos como Jean-Luc Mélenchon.

El líder de la Francia Insumisa llegó a dedicarle un mensaje dando las gracias a los franceses residentes en España y Portugal por no votarle.

Valents, la menguada herencia del 'vallismo'

La misma noche que firmaba la dolorosa derrota, Valls se despidió de la red social con un lacónico “Adieu, Twitter”. Y desapareció. Desde entonces no ha vuelto a dejarse ver en público ni a dar declaraciones. En la prensa francesa hay consenso de que las legislativas eran su última oportunidad para volver al escenario principal de la política en el país galo y tampoco está previsto que vuelva a España. Sin embargo, en Barcelona queda Valents como testimonio del paso de Valls por la capital catalana. De hecho, el francés mantiene militancia en ese partido, aunque ni ocupa cargo alguno ni se espera que lo ocupe.

Valents fue la marca en la que se transformó la candidatura de BCN pel Canvi cuando Valls la abandonó. Hoy aglutina algunas corrientes cercanas a la antigua Unió y también al PP, con algún acento catalanista, pero claramente opuestas a los postulados tanto independentistas como de Ada Colau. Es una incógnita qué haría Valents si se encontrase en la dicotomía que tuvo Valls, pudiendo elegir entre un alcalde republicano o una alcaldesa de los comuns. Pero el partido quiere tener esa oportunidad y no solo en Barcelona, por lo que ha anunciado “cientos de candidaturas” en municipios catalanes. Un optimismo que encaja mal con la mermada fuerza de la que disponen y la apretada competición con PP y Ciudadanos por un espacio que no ha hecho más que retroceder desde 2017.

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