Un año después de la aprobación de la Ley de Transparencia el Gobierno ha puesto en marcha el portal de transparencia. La Ley ya se quedó corta, y ahora la opción del PP para el que debería ser el instrumento de transparencia, es en realidad un espacio cerrado y de complicado acceso de la ciudadanía a la información.
Las demandas de transparencia y de gobernanza abierta, provienen de una nueva sociedad en red, más informada y conectada, acostumbrada a conectarse y acceder a información de forma instantánea. Una ciudadanía, y especialmente unas generaciones más jóvenes, que reclaman procesos abiertos e información abierta.
Estas demandas exigen la transformación de nuestras instituciones. No es aceptable, en 2014, ni la forma de tomar las decisiones poco transparente, ni las informaciones opacas. Debemos cambiar las paredes de las instituciones por paredes de cristal y crear espacios de interacción con la ciudadanía, con los métodos presenciales, pero especialmente utilizando las posibilidades de las TIC.
Tras un año de espera nos encontramos un portal de transparencia cerrado, una contradicción en sí mismo. Parece insólito, pero así es. Podemos bautizarlo como el portal de transparencia con tres candados.
La ciudadanía encuentra un triple candado en el portal de transparencia inaugurado ayer por el gobierno: el candado de la comprensión, el candado del acceso y el candado de la obtención.
El candado de la comprensión, fruto de un portal no que está diseñado pensando en los intereses y el lenguaje de la ciudadanía. La información aparece en un lenguaje burocrático y técnico y no en un lenguaje sencillo y entendible para la ciudadanía. Está organizada según la estructura gubernamental, y no para para encontrarla fácilmente. Además el buscador no funciona. En definitiva no resulta fácil acceder a la información.
El candado del acceso, que hace que podemos hablar de la necesidad “acceso vip” para poder poder solicitar información. Para ello, no sólo es requisito el registro previo, inexistente en otros países de referencia, sino que debe realizarse con DNI-electrónico, que actualmente utiliza una minoría. Se ha calificado de “calvario” el proceso de solicitar información.
El candado de la obtención de información. Los datos mayoritariamente no aparecen publicados en archivos consecuentemente, las personas sólo pueden ver la información en pantalla, pero no pueden “barajarla” a su ordenador para poder trabajarla o compararla. Y en los pocos casos en que existen archivos estos no están en formatos abiertos, si no en formatos cerrados, que sólo permiten lectura y no admiten ni la edición sencilla para, por ejemplo, comparar serie de datos.
El concepto de transparencia tiene su raíz en el derecho de la ciudadanía a conocer los actos del ámbito público, publicando la información por defecto y sólo preservando aquella cuya publicación perjudicaría al bien común. La ley de transparencia no sólo no reconoció este “derecho a saber”, sino que tampoco incorporo el acceso a la información pública como un derecho fundamental. Además, su ejecución va en claramente en la dirección contraria a estos derechos: este portal se ha construido con el criterio del derecho a no saber, dificultando el acceso de la ciudadanía a la información
La Ley de Transparencia se quedó corta, su ejecución con este portal aún más. Hay quienes valoran que cualquier paso que incremente la transparencia es positivo, pero esta ley y este portal están tan lejos de las expectativas de la ciudadanía, que sólo generan frustración. Especialmente para los sectores que tanto han reclamado una ley de transparencia y portales de datos abiertos, y ahora obtienen una ley de poca transparencia y un portal de transparencia cerrado. Con el efecto perverso de que ya no se puede reclamar una ley.
En el primer aniversario de la aprobación de una Ley de Transparencia de mínimos, la inauguración del portal de transparencia del gobierno no implica una verdadera obertura del gobierno, ni responde a las expectativas de la ciudadanía. Este gobierno ofrece un portal de transparencia cerrado con un triple candado, cuando la ciudadanía reclama una política que abra todas sus puertas.