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El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.

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Sobre el unionismo

Mario Ríos

El pasado domingo 12-O tuvo lugar la segunda manifestación del unionismo en Catalunya des de que el año interior se inició esta liturgia antisoberanista. Después de una gran y cuestionada campaña publicitaria, y pese al habitual baile de cifras entre partidarios y detractores de la manifestación que siempre rodea este tipo de acontecimientos, todo parece indicar que la mayoría silenciosa catalana que tan recurrentemente se esgrime por parte de los sectores mas inmovilistas no hizo presencia en Plaza Catalunya, pronósticos y polémicas climatológicas al margen, tal y como los organizadores, Sociedad Civil Catalana, pretendían. El acto, repleto de banderas españolas, tanto constitucionales como preconstitucionales, que contó con la intervención y el apoyo explicito de PP y C’s, la aparición de la extrema derecha y que acabó con el himno de España, congregó a unos 38.000 asistentes según la Guardia Urbana, pero varios medios de comunicación han manifestado que la asistencia fue mayor en 2013. ¿Cómo se explica este fracaso teniendo en cuenta la amplia campaña publicitaria y la tensión política del momento con la proximidad del 9-N? La respuesta se encuentra en la realidad política y social de la sociedad catalana.

La sociedad catalana es una sociedad identitariamente muy compleja. Ello se debe a su particular historia. Solo hace falta ver los resultados que arrojan los estudios sobre pertenencia nacional que publican los barómetros del CEO regularmente. Estudio tras estudio, aunque comienzan a existir tendencias de cambio hacia un mayor predominio de la identidad exclusivamente catalana, queda demostrado que el grueso de la población catalana de un modo u otro y en diferente grado se siente española. Así mismo, esta realidad no tiene que confundirse con la adhesión a una identidad exclusivamente española o con una aceptación tácita del status quo, tal y como hace Sociedad Civil Catalana, ya que estos segmentos de la población solo representan respectivamente un 10% y un 26,5% del total. Concentrar la acción en estos grupos políticos solo hará que el unionismo pueda actuar como una minoría de bloqueo a cualquier tipo de cambio, pero esta estrategia resultaría contraproducente para construir una mayoría alternativa al soberanismo durante los próximos años. Queda claro, pues, que el unionismo actual no tiene la suficiente transversalidad, tal y como ha quedado patente en el acto de Plaza Catalunya, como para construir una mayoría contraria a la independencia.

Un análisis del último barómetro del CEO ofrece el dato de que prácticamente la mitad de los catalanes no se siente independentista y que un cuarto de los que son independentistas lo son desde hace unos pocos años; por lo tanto, se les puede adscribir a un independentismo circunstancial; es decir, no basado en la identidad nacional. Pero este barómetro también nos muestra como la gran mayoría de ese grupo no independentista, excepto en los votantes del PP y de C’s, están a favor de que Catalunya decida su propio futuro y consideran que Catalunya es una nación política. Si a estos datos le añadimos el último estudio de Metroscopia para “El País” sobre la situación en Catalunya después de la suspensión cautelar de la consulta del 9-N por parte del Tribunal Constitucional, en el que se afirma que el 47% de los encuestados apuesta por una tercera vía entre la independencia y el status quo, podemos establecer que hay una base social a partir de la cual construir una mayoría alternativa a la independencia. Pero para construirla, hace falta que el unionismo cambie su estrategia política y siga la línea que le marcan estos estudios demoscópicos. Una línea basada en tres puntos: 1) aceptación de que Catalunya es una nación política porque los catalanes así lo han demostrado a lo largo de la historia y en la actualidad; 2) una propuesta de mejora de la relación de Catalunya con el resto de España que pase por blindar la singularidad catalana; y 3) la resolución de este conflicto político por medio de una consulta a los catalanes. Estos tres puntos conectan directamente con la mayoría de ciudadanos de Catalunya, una mayoría, que como hemos visto no se considera independentista.

En definitiva, el unionismo comete un gran error de diagnóstico de la situación política y social catalana asociando a los no independentistas con una identidad española excluyente y con una defensa cerrada del status quo autonómico. Para ser una opción alternativa y convertirse en mayoritaria debe ser capaz de cambiar el discurso, ganar transversalidad y defender una salida propia para el encaje entre Catalunya y España. Simplificando, el unionismo, si quiere triunfar, debe copiar el modelo escocés del Better Together y no solo por su triunfo, sino porque este modelo es el más fiel a la complejidad social y política catalana, y por lo tanto, el mas capaz de conectar con ella.

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