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Barcelona en Comú: una aproximación gramsciana

Pablo Iglesias y Ada Colau se reúnen en Barcelona. ENRIC CATALÀ

Mario Ríos

Algunos sondeos (El Periódico, 8TV y ICPS) sitúan a Barcelona en Comú, la plataforma liderada por Ada Colau, en una competición directa con CiU. De estos tres, el del ICPS es de gran importancia, ya que coloca la suma de BEC, ICV-EUIA y Podemos (los tres partidos por los que pregunta) con más del 20% de intención directa de voto. La prospección establece una intención directa del 5,1 para BEC, de 4,1 para ICV-EUIA y del 11,7 para Podemos. Esta división en los apoyos y la trayectoria de la plataforma ciudadana, me permiten realizar un análisis gramsciano, ahora que el pensador italiano está tan de moda, sobre la esencia de BEC como actor político. Para hacerlo acudiremos a la obra del autor marxista.

Antonio Gramsci en su libro El Príncipe Moderno, traducido por Jordi Solé Tura, despliega toda su teoría política y analiza la obra de Maquiavelo, en especial su concepción de liderazgo, formalizado en el llamado Príncipe, estableciendo que en una democracia de masas este no puede ser una persona individual, sino que ha de ser una organización social y política formada por tres elementos sin los cuales no puede existir. El primero de ellos es una fuerza difusa, de gente común. Una base social y electoral, la participación de la cual debe ser canalizada y viene dada por la disciplina y fidelidad al partido. El segundo elemento lo constituye una élite dirigente, los llamados capitanes, que son las caras visibles de la fuerza política, es decir, los que marcan la dirección y tienen capacidad para cohesionar y canalizar con su liderazgo el apoyo difuso del que hablábamos antes. Por último y como tercer elemento de esta organización, encontramos un elemento intermedio, lo que seria la estructura de la organización, la estructura que pone en contacto física, moral e intelectualmente a la base con el núcleo dirigente. Es la correa de transmisión entre los dos elementos anteriores. El resultado de la suma de estos tres elementos es el actor mas relevante en nuestros sistemas políticos, el Príncipe Moderno que es: el partido político.

Este breve repaso a la definición gramsciana de partido, nos permite analizar BEC i sus integrantes des de esta perspectiva teórica. En primer lugar, tal y como demuestra el reparto de la lista electoral, el núcleo fundacional de BEC es quien copa tres de los cuatro primeros lugares de la lista con Colau, Pisarello y Asens. Caras nuevas para una sociedad que demanda un cambio de protagonistas. Son los promotores e ideólogos del partido y los que fijan la línea a seguir, además de ser las caras visibles de la plataforma. Gente vinculada a los movimientos sociales, vecinales y culturales que cohesionan y dirigen la organización y los objetivos de esta.

Pero BEC no solo aporta los dirigentes e intelectuales de la plataforma, sino que también contribuye con el liderazgo mediático y moral de Ada Colau, de sobras conocida por su lucha a favor del derecho a la vivienda mientras fue portazo de la PAH y una cara visible en un momento donde la aparición en la esfera mediática es fundamental para el éxito electoral. Pero esta elite intelectual y dirigente de la plataforma no sería nada en esta competición sin una fuerza social que la apoye electoralmente.

Con las prospecciones electorales del ICPS en la mano, Podemos es la masa difusa de la que habla Gramsci y que necesita BEC para hacerse con la alcaldía. El casi 12% de votos que aportaría a la plataforma convierte a Podemos y a sus votantes en la fuerza electoral que marca la diferencia con el resto de integrantes. Podemos recogería el voto de los barrios más periféricos de la ciudad, recientemente activos y politizados gracias a la fuerza movilizadora del discurso contra la casta y el severo castigo que les ha supuesto la crisis económica que padece el país, los sumaría a la confluencia, convirtiendo BEC en un partido capaz de articular los sectores más castigados por esta crisis: jóvenes, precariado y clases medias empobrecidas,

Esta suma no será automática y BEC deberá centrar parte de su estrategia comunicativa en erigirse, no solo como el estandarte del cambio en la ciudad, sino como el representante de los de abajo en Barcelona para que los potenciales votantes de Podemos no se queden en casa en las municipales. Canalizar esta fuerza difusa en términos gramscianos es condición necesaria para ganar la capital catalana.

Por último, el partido ecosocialista haría de nexo de unión entre los dirigentes, la intelectualidad en el sentido gramsciano, y la gran masa de votantes que aporta el partido de Pablo Iglesias. Son el elemento intermedio del que hablábamos antes. Este nexo es fundamental para el funcionamiento de la plataforma ciudadana por cuatro motivos: estructura, trayectoria institucional, financiación y publicidad. A nivel de estructura, ICV-EUIA dispone de una serie de cuadros intermedios y técnicos necesarios para el funcionamiento interno del nuevo partido en muchos ámbitos: organizativos, formativos y comunicativos. Además, los recursos logísticos como los locales y el material también se han de tener en cuenta si hablamos de estructura.

Otro factor clave para el buen funcionamiento de BEC es la trayectoria institucional de ICV-EUIA. Muchos han criticado los errores cometidos por esta formación a lo largo de los años que estuvo gobernando la ciudad conjuntamente con el PSC, pero pocos se dan cuenta de que en la política, como en la vida, la experiencia es un grado e institucionalmente los ecosocialistas conocen perfectamente cómo funciona el Ayuntamiento por dentro, pero también las dinámicas internas de una coalición de partidos. No menos importantes son las necesidades económicas de un partido, sobre todo durante una campaña electoral, inalcanzables para una plataforma acabada de nacer y sin recursos.

La aportación de los recursos económicos y financieros por adelantado que pueda aportar ICV-EUIA seguro que será útil para la confluencia que liderará Ada Colau. A todo esto debemos sumarle también los espacios publicitarios en los medios de comunicación públicos y la posibilidad de participar en debates sobre las elecciones al disponer de representación formal en el consistorio actual.

No obstante, para que la suma de estos tres elementos cree una maquina electoral digna de ganar la ciudad, hace falta que todos asuman su rol y se coordinen, cooperen y colaboren con ese objetivo, la cual cosa no siempre es sencilla en partidos que compiten por electorados parecidos y con discursos similares. Si la suma de estas tres piezas propias de la teoría gramsciana es suficiente para ganar la ciudad de Barcelona lo sabremos pronto.

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