Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Un policía local, al banquillo por matar de asfixia a un joven al reducirlo: “Pensé que se hacía el desmayado”

El acusado, durante su declaración ante el tribunal.

Oriol Solé Altimira

13

Carles espera nervioso en los pasillos del Palacio de Justicia de Barcelona. Es el tío y tutor legal de un joven que murió asfixiado tras ser reducido por un policía local de Sant Esteve Sesrovires en el año 2014. Han pasado siete años pero la indignación de este hombre sigue intacta. Y eso que no ha podido escuchar lo que el acusado ha dicho minutos más tarde al tribunal. El agente ha rechazado cualquier mala praxis y ha alegado que pensaba que la víctima fingía: “Pensé que se hacía el desmayado para que yo aflojara un poco”.

La lentitud del proceso judicial hastía a Carles. El caso ha estado varios años en un juzgado de instrucción de Martorell, partido judicial conocido por ser un destino de paso de jueces jóvenes que acaban de ingresar en la carrera y donde más causas quedan atascadas. Al tío del joven, tutor legal de la víctima desde que su madre falleciera de cáncer cuando era pequeño, también le causa indignación la petición de pena que realiza la Fiscalía: solo dos años de prisión por homicidio por imprudencia profesional, además de una indemnización de 120.000 euros. “Yo no quiero dinero, quiero justicia, que hasta ahora ha sido un desastre”, cuenta Carles. De ser la pena que figure en la sentencia, el agente difícilmente pisará la cárcel.

La acusación particular, que ejerce el letrado José Luís Bravo, reclama 4 años de prisión, el máximo que le permite la ley por el delito de homicidio imprudente después de que todos sus intentos de que el caso se juzgara por el delito de homicidio doloso (es decir, intencionadamente) hayan recibido la negativa de los jueces. El último este jueves por parte de la sección 2a de la Audiencia de Barcelona.

Los hechos ocurrieron la madrugada del 16 de junio de 2014. La víctima, un joven que sufría depresión y problemas de salud mental, paseaba por la zona de polígonos del municipio cuando una vigilante llamó a la policía local de Sant Esteve Sesrovires. No por haber entrado en ningún edificio, según ha declarado la mujer en el juicio, sino porque vio “dos sombras” y se asustó. “Él se medicaba, pero no era violento ni agresivo”, explica Carles.

Según el acusado, el joven empezó a “caminar” cuando vio el coche patrulla y los agentes le dieron el alto, pero se cayó en dos ocasiones. Su compañero en cambio ha dicho que la víctima solo resbaló una vez. Antes de reducirle, ha continuado el acusado, la víctima intentó acceder sin éxito al interior de la nave, momento en que le volvieron a dar el alto y “salió disparado, corrió cinco o seis metros y cayó solo, de bruces contra el suelo”. La explicación de la caída según esta versión es que la víctima “tropezó con un rebaje” que había en la acera. “Allí es donde él se arañó la cara”, ha llegado a precisar el agente.

Es entonces cuando el acusado, según su declaración, rodeó por la espalda a la víctima, pasándole la mano derecha “alrededor del cuello” y la izquierda “por debajo del brazo” para sujetarlo contra su pecho mientras su compañero intentaba ponerle las esposas al joven. Pero la “presión”, ha recalcado, la realizó sobre el tronco, no sobre el cuello. Lo contrario opinan las acusaciones, que creen que la muerte se debió a que el agente apretó demasiado el cuello de la víctima.

Todo ello en medio de una “resistencia desmesurada, muy activa” de la víctima, que según el acusado “se movía de un lado para otro”. Su compañero ha dicho que la víctima incluso intentó agredir al agente mediante “una especie de voltereta”. En cambio ambos agentes han coincidido en que la víctima no les profirió amenaza alguna mientras lo arrestaban. “Y eso que siempre nos dicen insultos, pero él nunca dijo nada, ni un 'ay', ni un 'suéltame', no dijo nada”, ha aseverado el acusado, que ya no trabaja en la policía local de Sant Esteve Sesrovires. Cuando intentaron reanimar a la víctima, ya era inútil.

Las peritos que han comparecido en el juicio han determinado que la muerte del joven fue por asfixia. El tribunal se ha interesado por si las lesiones que presentaba el cadáver en el cuerpo se produjeron con el brazo o con los dedos, un detalle clave para una eventual condena: si fueron con el brazo puede tener recorrido el alegato de que la muerte fue un trágico resultado de una reducción con resistencia, pero en cambio los dedos apuntarían a que el agente sabía que la víctima podía morir. Las peritos han sido contundentes: “La lesión exige una presión con los dedos, menor o mayor en función de la resistencia de la víctima”. El juicio ha quedado visto para sentencia.

Etiquetas
stats