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El 12-O en Barcelona: “Puigdemont, a prisión, Trapero, traidor” y loas a los Reyes Católicos

La marcha ha congregado a 65.000 personas, según la Guardia Urbana

José Precedo

12 de octubre en Barcelona. El helicóptero de la Policía suspendido en el cielo ya se ha hecho parte del paisaje, como una caravana de furgones policiales que también empieza a ser típica deambulando por el centro. La segunda manifestación en cinco días por la unidad de España no reunió a esa muchedumbre que las tertulias han dado en bautizar como mayoría silenciosa. Acudieron 65.000 personas, según cálculos de la Guardia Urbana, sin duda más que otros años, pero nada que ver con la marcha multitudinaria del pasado domingo, que según la Guardia Urbana reunió a 350.000 personas. 900.000 si se le pregunta a sus promotores.

El paseo de Gracia, la zona señorial de la ciudad donde se ubican los escaparates minimalistas de las firmas de gran lujo, volvió a verse rojigualda a media mañana entre la marea de camisetas, pancartas y banderas. “Trapero, traidor, España es tu nación”. “No somos fachas, somos españoles”. “Puigdemont, a prisión”. “No nos engañan, Cataluña es España”. En tandas de unos diez segundos, los cánticos se sucedieron durante toda la marcha.

El atrezzo que ha salido del armario esta última semana en Cataluña: mucha banderas anudadas al cuello, caricaturas de los protagonistas del procés e incluso del entrenador del Manchester City, Pep Guardiola, y mensajes muy duros contra los periodistas de TV3.

En el top manta abundan esta vez rojigualdas sin estrellas. Un hombre paquistaní las vende a cuatro euros, cinco sin regateo. En los puestos de las entidades organizadoras salen a tres. Incluso hay por diez euros un kit completo que incluye bandera, camiseta, llavero y pulserita rojigualdas.

“¿De dónde sois?”, pregunta una mujer en la cincuentena a dos periodistas que hacen preguntas con un micrófono y una cámara. Cuando responden que de Eslovenia la mujer les dice adiós. Luego se explica ante su acompañante: “De Eslovenia, nada menos, allí han hecho lo mismo y también con efectos retroactivos”.

En la Plaza de Catalunya empieza a agolparse gente, pero hay espacio de sobra para caminar. Los altavoces reproducen grandes éxitos en castellano: Miguel Ríos, Los Secretos, Calamaro... y el animador intenta que la fiesta no decaiga: “Os voy a pedir que me ayudéis y os agachéis en el suelo, así como os quiere Puigdemont”. En ese momento sube la música y grita: “En pie, si eres español; en pie, si eres español, en pie, si eres español. España unida jamás será vencida. Viva España, visca Cataluña”. La coreografía se cierra con una ovación que no llega a serlo del todo.

Siguiente tema: Mediterráneo, la canción que Joan Manuel Serrat pidió que no se utilizara políticamente. La cabecera hace entrada en la plaza con la pancarta de Societat Civil Catalana y el resto de plataformas antiindependentistas. En primera línea, Inés Arrimadas, líder de la oposición en Cataluña junto a la plana mayor de su partido, con Fernando de Páramo al lado.

Antes del manifiesto intervienen algunos teloneros. El primero es Javier Megino, de Espanya i Catalans: “Han pasado del España nos roba al España nos pega. Difaman a los cuerpos policiales que actuaron de una manera ejemplar. Pido un aplauso para la Guardia Civil, para la Policía y para esa mayoría de Mossos humillados por sus jefes”.

“Hablar, negociar, tal vez no sea la solución, no podemos anestesiar el daño causado, deben aplicarse penas a los sediciosos”, cierra su discurso entre más gritos de “Puigdemont, a prisión” de la grada.

Tereixa Freixes, de Concordia Cívica, tiene la misma tesis. Nada que hablar con la Generalitat en este momento. Desde Societat Civil Catalana, la más representativa de las entidades convocantes, Manuel Miró rebaja un poco el tono: “Señor Puigdemont, vuelva al seny y abandone la rauxa, vuelva a la legalidad y deja de hablar en nuestro nombre, a los que estamos aquí no nos representa. Diálogo sí, por supuesto, pero dentro de la ley y sin amenazas. La historia lo juzgará y el veredicto no será nada bueno”.

En la lectura del manifiesto, Clemente Polo, un catedrático de Economía, muy alineado contra el procés y que ha ganado presencia en tertulias y tribunas de prensa: “Amigos nos hemos citado aquí hoy para celebrar la Fiesta Nacional de la España donde todos cabemos, abierta a Europa y a Hispanoamérica, y para proclamar nuestra determinación de seguir siendo una sociedad de ciudadanos libres e iguales, fraternal y solidaria. Queremos que Cataluña, como dijo nuestro Nobel Vargas Llosa el pasado domingo, vuelva a ser la sociedad abierta, plural y acogedora que nos cautivó un día y la hicimos para siempre nuestra”. Polo aseguró que a Puigdemont “le han temblado las piernas con la declaración de independencia” y acabó pidiendo “firmeza frente al golpismo delirante”.

El más histriónico desde el estrado fue Josep Bou, a quien se presentó como presidente de los empresarios de Catalunya, pese a que lidera una pequeña asociación. Bou, un habitual de las tertulias, dijo cosas como estas: “Estamos aquí con el orgullo de decir que pertenecemos a la nación más hermosa de la tierra. Como en España no se come en ningún lugar. La consultora Deloitte acaba de decir que es el mejor lugar para nacer. Colonizamos América dando a sus pobladores la condición de súbditos, no de esclavos como hicieron otros. Fue una orden de Isabel I”.

En la fila reservada a personalidades, Inés Arrimadas, que el martes hizo un discurso durísimo en el Parlament sobre las maldades de los nacionalismos, sonreía junto a su compañero Fernando de Páramo.

El PP estuvo representado por Alberto Fernández, un histórico del partido en Cataluña que ahora es portavoz del grupo municipal en el Ayuntamiento de la Barcelona. En su canutazo ante los medios aprovechó para atacar a la alcaldesa, Ada Colau, y el papel que están jugando los comunes en este proceso. “No pueden ser orilla y puente a la vez”, repitió primero en castellano y luego en catalán a los periodistas.

Mucho antes, a primera hora de la mañana, varias patrullas de los Mossos se incautaron de cadenas, puños americanos, bengalas, pasamontañas y banderas falangistas, portadas por un grupo de ultraderechistas.

Cuando acabó el acto, los neonazis del Hogar Social Madrid hicieron acto de presencia y desplegaron una gigantesca pancarta en un lateral de Plaza de Catalunya cuando la gente estaba ya de retirada. Fueron solo unos minutos. Después en una zona muy próxima se desencadenaron incidentes y la policía autonómica se incautó de varios objetos contundentes, entre ellos una estaca. Un grupo de unas 300 personas, algunas muy jóvenes, empezaron a increpar a los agentes que acabaron abandonando el lugar a bordo de seis furgonetas para que la cosa no fuese a más.

A unos metros de allí volaron sillas y mesas en una pelea de bandas ultras, que los Mossos atribuyeron a bandas neonazis de equipos de fútbol rivales. Un agente de la Guardia Urbana resultó herido leve.

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