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Pedro Sánchez pone a prueba la frágil unidad del independentismo

Torra ha trasladado a Iceta la importancia de reunirse con Sánchez y conocer su "oferta"

Neus Tomàs

Minutos antes de que las ministras y ministros del Gabinete de Pedro Sánchez prometiesen su cargo, JxCat reclamó que el nuevo titular de Cultura y Deporte, Màxim Huerta, no tomase posesión del cargo por considerar que sus tuits le inhabilitaban para ser ministro. “Son opiniones y mensajes de contenido clasista, con connotaciones sexistas, denigrantes y en los que se menosprecia e insulta a más de dos millones de catalanes”, argumentó el grupo de Carles Puigdemont y Quim Torra. A la misma hora, y preguntada por los polémicos tuits, la consellera de Justicia y dirigente de ERC, Ester Capella, evitaba cuestionar a Huerta e insistía en que hay que esperar a ver qué pasos da el nuevo Ejecutivo del PSOE. Misma hora pero mensajes distintos. Una muestra más de que son dos formaciones distintas que comparten gobierno aunque no estrategia.

Torra y Sánchez han hablado este viernes para citarse “en los próximos días”, pero antes ya habían intercambiado mensajes y en uno de ellos el nuevo inquilino de La Moncloa felicitó al president por su elección. Hasta entonces no lo había hecho. No solo no lo había felicitado sino que le llegó a tildar de “racista”. Ahora se abre una nueva etapa, que se empezará a dibujar en la reunión ya confirmada, aunque ninguna de las partes se atreve a pronosticar aún cuál puede ser el desenlace.

Los intereses de los políticos que están fuera y de algunos diputados del Parlament son diferentes de los de ERC y el PDeCAT. El eje Berlín-Bruselas aboga por mantener la tensión al límite e insiste en exigir el derecho a la autodeterminación de Catalunya mientras que buena parte del Govern, la cúpula de ERC, y el tándem que forman Marta Pascal y Carles Campuzano, insisten en que hay que abrir una nueva etapa.

La ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, tendrá un papel fundamental para intentar reconstruir las relaciones ahora prácticamente inexistentes entre ambos gobiernos. Su interlocutora será Elsa Artadi, del sector más afín a Puigdemont, pero que como consejera de Presidencia deberá también buscar consensos con sus socios de ERC.

Batet aboga por empezar desactivando “malos entendidos” y reclama que ambas partes aparquen sendas “listas de agravios”. Ese es el punto de partida que planteó el viernes nada más recibir su nueva cartera de ministra. Tanto ella como otros ministros han insistido en sus primeros mensajes en que los independentistas tienen que aceptar que el campo de juego son el Estatut y la Constitución. Batet se coordinará directamente con el presidente del Gobierno y contará con la ayuda de uno de los políticos más habilidosos a la hora de negociar: Miquel Iceta.

El primer secretario del PSC no es ministro porque él no ha querido, pero nadie duda que mandará tanto como muchos de los que sí se sentarán cada viernes en la sala del Consejo de Ministros. Iceta se ha reunido este viernes con el presidente de la Generalitat y, aunque niega que quiere aparecer como mediador entre ambos ejecutivos, su papel será fundamental.

Primer gesto

En su primer Consejo de Ministros, el Gobierno de Sánchez tomó una medida que como indicó la ministra portavoz, Isabel Celáa, debe interpretarse como un “gesto”: el ministerio de Hacienda ha levantado el control previo de las finanzas de la Generalitat tras más de ocho meses de intervención. Esto significa que desde este viernes los bancos con los que operan las entidades públicas de la Generalitat ya no les exigen para tramitar sus transferencias el documento de declaración responsable conforme no destinan el dinero al proceso independentista.

Esta medida no significa que las cuentas de la Generalitat dejen de estar supervisadas por Hacienda. A nivel financiero, pese al levantamiento del 155 la Administración catalana sigue sometida a un férreo control del ministerio de Hacienda gracias a las medidas aprobadas en noviembre de 2015 por Cristóbal Montoro para evitar las “veleidades” independentistas. Entre ellas destaca el certificado mensual en el que la interventora de la Generalitat deja constancia que todo el gasto de la administración catalana no es contrario a la Constitución.

En todo caso, como subrayó la ministra portavoz se trata de una muestra de “confianza” por parte del Ejecutivo central. Una medida que los gestores de la Generalitat daban ya por hecha desde que esta semana regresaron a los despachos de las distintas consejerías y se levantó el 155.

Primer acto

Los gestos del Gobierno central irán acompañados de un cambio de discurso. Este sábado, Batet e Iceta participarán en Barcelona en un acto del PSC para defender una reforma constitucional y reiterar la apuesta de los socialistas catalanes por el federalismo.

En JxCat, el sector que era más reacio a apoyar la moción de censura, recuerdan que los votos se prestaron a cambio de nada y que, por lo tanto Sánchez no se siente obligado a atender algunos de los asuntos más espinosos que le planteará el Ejecutivo de Torra. El primero, el acercamiento de los políticos presos a las cárceles catalanas. El Gobierno de Sánchez recuerda que la decisión depende del juez instructor porque los políticos están aún en prisión preventiva. Pero una vez concluya la instrucción, -puede ser incluso antes del verano- será la secretaría de Instituciones Penitenciarias, que depende del Ministerio del Interior, quien deberá acordar si acerca o no a estos políticos a cárceles catalanas.

Los presos, como la mayoría de dirigentes independentistas, recelan de las posibilidades de que el nuevo Gobierno pueda suponer un cambio muy significativo respecto a la gestión del PP, pero se mostraron partidarios de apoyar a Sánchez porque creen que no se puede desaprovechar la oportunidad de intentar abrir una negociación.

Primeras diferencias

Iceta fue el primero en reunirse este sábado con el presidente de la Generalitat porque Ciudadanos decidió no participar en la ronda de contactos que Torra ha iniciado con los distintos grupos de la oposición. La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha rechazado la invitación de Torra para evidenciar su rechazo a que en el Palau de la Generalitat se haya colgado una pancarta en la que se reclama la libertad de los políticos presos.

En cambio, el PP, como el resto de grupos, acudirá al encuentro con Torra, previsto para el lunes. Xavier García Albiol ha argumentado en Twitter su posición distinta a la de Ciudadanos. “Tenemos el deber de sentarnos y escucharnos. Aquellos que ganaron las elecciones ya han demostrado para que servían, pero sobre todo para qué no sirven”, ha explicado Albiol.

En los últimos plenos del Parlament ya se ha evidenciado que socialistas, comuns, pero también los populares, no participan de la estrategia de Ciudadanos. Unas diferencias que pueden ir a más en función de cuál sea el nivel de deshielo entre los gobiernos de Sánchez y Torra.

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