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Jaume Collboni: “La oposición del grupo socialista en el Ayuntamiento ha sido incoherente”

Jaume Collboni en el paseo Lluís Companys de Barcelona

Arturo Puente

Barcelona —

Las primarias del PSC a la alcaldía de Barcelona están teniendo una buena ración de particularidades. Sin ir más lejos, no es fácil encontrar a un candidato que no se muestre crítico con el devenir actual de su partido. Sin embargo, Jaume Collboni (Barcelona, 1969) defiende tanto el legado del PSC como el proyecto a futuro y no duda en sostener que “el PSC es mucho PSC”. Más incisivo se muestra con la dirección de su partido en la oposición del ayuntamiento, dirigida hasta ahora por su contrincante Jordi Martí, a la que, asegura, “le ha faltado coherencia”.

¿La etiqueta de “candidato del partido” le es beneficiosa o le perjudica?

Me es indiferente. Yo soy el candidato de más de 3.000 personas que me han avalado, soy el candidato que defiende un modelo de Barcelona basado en los derechos y en las oportunidades y soy el candidato que quiere romper con la vieja forma de hacer política, empezando por uno mismo.

Ha dicho que, de ser el candidato del PSC y no ganar la alcaldía, haría oposición. ¿Qué cambiaría de la oposición que ha hecho su partido?

Yo haría oposición.

¿Quiere decir que no se ha hecho oposición hasta ahora?

Creo que se ha liderado mal la oposición. Hay un trabajo encomiable de los regidores y de los técnicos que trabajan en el grupo municipal, pero es evidente que no se ha liderado bien, si no no habría primarias con cinco candidatos. Yo creo que la oposición debe estar basada en la coherencia con una estrategia, y creo que lo que se ha hecho en el ayuntamiento por parte del grupo socialista municipal no ha sido coherente.

¿Se ha hecho mejor opsición en ayuntamiento o Parlament?

En la anterior legislatura, no en esta, ha habido episodios en el Parlament que han inducido a pensar que había incoherencias. Pero en esta útlima etapa se ha sido mucho más coherente. Se tenía muy claro que el adversario político es la derecha y es Convergència.

Si lo viéramos como alcalde, ¿se notaría mucho la herencia de la gestión del PSC Barcelona?

Se vería en muchos aspectos lo que ha sido el PSC en Barcelona, que ha sido el partido que lideró una transformación de la ciudad y la proyectó internacionalmente, pero que además la hizo crecer de forma igualitaria, descentralizando la gestión y los servicios. La labor de políticas de cohesión que hicieron los gobiernos socialistas es ejemplar. Es eso que se llama el modelo Barcelona y que ahora está en peligro.

¿Ha cambiado mucho Barcelona desde que no la gobierna el PSC?

Sí. Barcelona ahora no la hace el acalde Trías, la hacen los intereses económicos ya algunos lobbys. Porque Trías ha renunciado a liderar Barcelona y no tiene un proyecto. Y esto se ve incluso en la fisonomía de la propia ciudad. Se va a ver en el Plan de Usos de Ciutat Vella, se ve en dónde se priorizan las inversiones, en las avenidas de las tiendas de lujo en detrimento de los equipamentos de los barrios… En lo que se refiere a la realidad cotidiana de los barcelonesos y barcelonesas, están sufriendo políticas neoliberales.

La última vez que nos vimos, antes de las últimas elecciones al Parlament, me habló de la necesidad de la política en la calle. ¿Ha hecho usted mucha política en la calle desde entonces?

No solo eso, voy a ser un ciudadano de a pie que va a hacer política en la calle sin ningún cargo público. He querido llevar mi coherencia hasta el extremo de renunciar al escaño y que la gente vea que los cambios en política empiezan por uno mismo. La reconstrucción de una alternativa de izquierdas en la ciudad pasa por activar a mucha gente que trabaja para que haya un cambio en la ciudad. Eso se hace con el contacto directo y pisando la calle.

Hablando de pisar la calle, y siendo una de sus propuestas bandera la política de vivienda. ¿Alguna vez ha estado en un desahucio?

No, nunca he estado presente en un desahucio. Pero sí he estado viendo infraviviendas en esta ciudad. En Buen Pastor, por ejemplo, donde aún queda la tercera fase de rehabilitación. He estado con vecinos del Maresme que no tienes ascensores. Con vecinos de Can Baró, que tienen calle no accesibles. Esa es la realidad de la otra cara de Barcelona. Una de las propuestas que yo he hecho es un gran proyecto de rehabilitación de viviendas, con fondos comunitarios. En referencia a los desahucios, se han hecho avances en los últimos tiempos, hay leyes modélicas como la de Andalucía, y luego está el parque de viviendas públicas del Ayuntamiento, que habría que poner en alquiler social.

¿De qué se siente más orgulloso de su etapa en el distrito de Horta-Guinardó?

¿De lo que hicimos?

Espero.

Fue la época de tirar el viaducto de la ronda Guinardó, que era una forma de partir el barrio por la mitad. Era reivindicación histórica de los vecinos y aquella etapa fue la última andanada al proyecto. La política local a pié de calle fue una gran experiencia, en una época en que de Consell de Distrito no se cobraba nada.

Hace muchos años que no está en la política municipal, ¿por qué ha vuelto?

Yo nunca he dejado la política local. Mi trabajo como diputado territorial siempre ha sido muy intenso en vínculo con mi distrito. Yo he llevado al Parlament reivindicaciones y temas territoriales, y para mi eso es hacer política local, aunque se haga en el Parlament.

Si se puede hacer política municipal desde el Parlament, ¿por qué ha dejado su escaño?

Mi decisión de dejar el escaño no tiene que ver con hacer política en Barcelona sino con enviar un mensaje muy claro que es que hay que romper con la vieja política. Los cargos son instrumentales. Yo me quiero volcar en el proceso de primarias, hacerlo como ciudadano de a pié y como militante de base socialista. Y la gente lo valora. Me he encontrado con sorpresas muy paradójicas, como que me feliciten por haber dimitido de mi escaño.

Eso tiene una doble lectura, ¿no?

Es un “felicidades por haber dimitido, porque has demostrado que quieres hacer las cosas diferentes”. Eso es fundamental para la izquierda, nosotros no tenemos otra cosa que no sea la credibilidad. Si no recuperamos la credibildiad no podremos ilusionar a la gente que ha dejado de creer en nosotros.

Al PSC parece haberle pasado eso que comenta. ¿Cuál es el diagnóstico?

El diagnóstico es que estamos en un proceso de redefinición del proyecto. En este país han pasado dos cosas: una crisis económica muy grave, que está empobrecido a la sociedad e incrementando las desigualdades, y el debate nacional, en el cual el PSC ya tiene una posición fijada pero sufre por los dos lados.

El debate soberanista les ha desgastado, ¿no?

Es evidente. Ha desgastado a los grandes partidos o a los partidos centrales de Cataluña. También ha Convergència. Éramos, especialmente el PSC, los que teníamos la capacidad de cohesionar la sociedad catalana. Cuando el tema identitario tensa, los grandes partidos de agregación lo sufrimos más.

¿Teme que el debate soberanista incida también en la campaña de primarias?

Espero que no, porque no es el tema. Introducir otro debate sería poco inteligente, porque si tenemos la oportunidad como partido de plantear una alternativa de izquierdas es hablando de lo que habla la gente, de la vivienda, del paro, del transporte público, y no de temas que, son importantes, pero sobrepasan el ámbito local.

Hay quien ha señalado que estas primarias son una forma de intentar rescatar el partido, ¿lo ve así?

A mi esos términos como “rescatar”… yo no lo utilizaría.

¿Qué termino utilizaría?

Revitalizar. Es la forma de reactivar los entornos progresistas de la ciudad y es una forma de hacer nueva política. Pero a mi hay palabras que se me hacen de discurso apocalíptico, y tampoco creo que sea tan así. El PSC es mucho PSC y el socialismo en la ciudad es mucho socialismo en la ciudad. La gente tiene un buen recuerdo de los socialistas en Barcelona y probablemente muchos de los que nos dejaron de votar ahora nos echan de menos.

¿Por qué les dejó de votar esa gente?

Yo siempre digo que Trías no ganó las elecciones, las perdimos nosotros. El momento era complicadismo, veníamos del giro de las políticas sociales que hubo que hacer a nivel del estado en 2010, que yo siempre ejemplifico en el artículo 135. Ese es el símbolo de la claudicación del socialismo ante lo que tiene que ser una política socialdemócrata genuína. Eso generó mucha decepción. Además de que llevábamos 30 años gobernando.

Ha hablado de sumar fuerzas progresistas, ¿mejor un alcalde de ERC que uno de CiU?

Mejor un alcalde de izquierdas que uno de derechas. Yo creo que es posible un acuerdo de izquierdas en la ciudad, si no condicionamos el programa a otras cosas.

Cuidado, que los tripartitos desgastan.

En Barcelona han sido un éxito.

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