El PDeCAT alecciona a sus cargos para no sucumbir ante una pinza de ERC y la CUP
Carles Puigdemont consultó a mucha gente antes de escribir su respuesta a Mariano Rajoy. Fue tomando notas en el iPad hasta que acabó dándoles forma de carta. En la ronda de contactos que mantuvo el viernes con los integrantes del Govern ya se acordó cuáles serían los argumentos que se esgrimirían al requerimiento del Ejecutivo central.
El contenido exacto de la misiva lo conocieron tanto el vicepresidente, Oriol Junqueras, como la mayoría de consellers, según confirman fuentes del Gobierno catalán. No así la CUP, pese a que el viernes el president también habló con ellos. Los cupaires se lamentan en público y en privado de que Puigdemont tome las decisiones sin tener en cuenta sus peticiones. Paralelamente la tensión entre el PDeCAT y ERC es más que evidente pese a los esfuerzos por intentar preservar una unidad que cada día que pasa es más frágil.
“La confianza está tocada pero aún no está rota del todo”, señalaba el portavoz de los anticapitalistas, Benet Salellas, en los pasillos del Parlament. De las declaraciones de diversos dirigentes de la CUP puede concluirse que la confianza está más que tocada.
En Esquerra, especialmente los dirigentes que no forman parte del gabinete de Puigdemont, asumen el contenido de la carta del president pero dejan entrever que no están dispuestos a darle un cheque en blanco. La más contundente fue la secretaria general, Marta Rovira, quien en Twitter reclamó “gas y República” mientas en el Govern y en el PDeCAT subrayan que se está actuando con “seriedad” y se asume que se está intentando ganar tiempo.
Prietas las filas
El PDeCAT ha reunido este lunes a los diputados del Parlament y del Congreso para fijar la estrategia a seguir. La coordinadora, Marta Pascal, les ha reclamado que mantengan un mismo discurso de apoyo al president de la Generalitat sin dejarse llevar por lo que interpreta como ataques de los sectores más duros del independentismo. La dirección exconvergente está aleccionando también a sus cargos del área metropolitana así como a sus presidentes de consejos comarcales.
Algunos representantes del PDeCAT consideran que ERC practica un doble juego y que mientras Junqueras asume las decisiones del president y evita polemizar con Puigdemont, desde la cúpula republicana se intenta hacer una pinza con la CUP para condicionar los movimientos del presidente.
En la antigua Convergència se reconoce la preocupación por la huida de empresas mientras en ERC se insiste en que los datos económicos son positivos. Así, se subraya que Catalunya recibió más de dos millones y medio de turistas durante el agosto, un 2,3% más que el mismo mes del 2016. Se esgrime también que el gasto declarado también ha crecido. Pero eso fue antes de que los medios de medio mundo publicasen las duras imágenes del 1 de octubre e informasen del pleno posterior en el que Puigdemont desconcertó a propios y extraños con su discurso.
Mientras tanto, el frente judicial ha vuelto a cohesionar al soberanismo. La jueza de la Audiencia Nacional ha ordenado prisión incondicional para los líderes de la ANC y Òmnium Cultural, un encarcelamiento que ha provocado el rechazo unánime del independentismo, los 'comuns', el PSC, el PNV y los sindicatos. El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, ha quedado en libertad, pero tiene muchas probabilidades de tener que volver a declarar ante la magistrada Carmen Lamela.
Las ganas de Rajoy
Puigdemont pide dos meses, Rajoy le da hasta el jueves. Y su hombre en Catalunya, Xavier García Albiol, endurece cada día más su discurso hasta el punto de plantear la posibilidad de ilegalizar programas electorales. Por contra, la intervención de Soraya Sáenz de Santamaría fue mucho más comedida pese a insistir en que el president de la Generalitat debe aclarar si declaró la independencia. El jueves se acaba el segundo plazo para que lo haga y en el Palau de la Generalitat niegan que se haya decidido dejar sin respuesta el segundo requerimiento.
“Rajoy no tiene ganas del 155” afirman en la dirección del PSC, y por eso consideran que es un error que Puigdemont no clarifique su posición.