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El Consell protege en Dénia y Xàbia búnkers y refugios de la Guerra Civil en manos privadas salvados de la presión urbanística

Batería de cañones en Les Rotes de Dénia.

Tras la sublevación de gran parte del ejército el 18 de julio del 36, el gobierno republicano se tomó muy en serio la defensa del tramo de costa ubicado entre Dénia y Xàbia. Había razones. Ambas poblaciones contaban con instalaciones portuarias, en Dénia las fábricas de juguetes habían sido reconvertidas en factorías de municiones, y Xàbia contó a partir del invierto de 1937 con un aeródromo con dos pistas de aterrizaje.

Los dos núcleos se encontraban así en una situación de riesgo ante los posibles ataques del ejército de Franco y de sus aliados, la aviación de la Italia fascista y la Legión Cóndor de la Alemania nazi. Por eso, la República creó una línea de defensa del litoral entre Les Marines y el Portitxol, con la instalación de diversas construcciones para frenar posibles ataques de la armada franquista y proteger la navegación de cabotaje de la zona.

Esta es la causa histórica por la que aún ahora, 78 años después del fin de la guerra, los dos municipios conserven notables vestigios de aquella contienda. Ahora bien, una gran parte de ellos se encuentran en manos privadas, lo que dificulta su conservación y su visibilidad, porque no son visitables y han sufrido un imparable proceso de degradación que contradice incluso las leyes sobre la Memoria Histórica de las diferentes administraciones.

Precisamente ahora la Generalitat ha intentado ponerle solución a esta situación con una decisión que afecta de lleno a esas estructuras que aún perviven: una modificación de su Ley de Patrimonio que incluye como Bienes de Relevancia Local «el patrimonio histórico y arqueológico civil y militar de la Guerra Civil construido antes de 1940», ya esté en terrenos públicos o privados.

La medida es importante porque obliga a ejecutar un inventario específico de esos bienes, con sus datos arquitectónicos y antecedentes históricos, lo que es algo más que un paso burocrático: logrará que al menos a efectos legales esos vestigios existan, con lo que será más difícil su desaparición a manos de la presión urbanística que, en lo que respecta a Les Marines, el Portitxol o el Muntanyar, ha acabado con muchos de ellos a lo largo de las últimas décadas.

Entre esos vestigios se halla la fabulosa plataforma antiaérea que existe en la Venta del Burro de Les Rotes en Dénia. Este complejo militar se encuentra en un terreno particular de carácter rústico y aunque todavía se pueden apreciar gran parte de las estructuras que lo conforman, no hay plafones ni un itinerario que expliquen su historia. Ha habido además algún proyecto urbanístico que la ha puesto en riesgo, aunque no cuajó.

Lo que hay en Les Rotes es un conjunto de cuatro elementos de arquitectura militar: un búnker con forma de U destinado al alojamiento del personal militar, un espacio semicircular donde se ubicaba la pieza de la artillería, un búnker de telemetría ya parcialmente destruido y el polvorín para poder suministrar toda la munición necesaria a la artillería.

Buena prueba del interés que siempre ha suscitado este complejo es la constante organización de visitas guiadas al mismo. Además, constituyó una de las temáticas del ciclo Dénia en guerra, que tuvo lugar el año pasado impulsado por el arqueólogo municipal, Josep Antoni Gisbert.

Hay en Dénia otro bien en una situación bastante más frágil: el sanatorio de Benialdà concebido para socorrer a los heridos del bando republicano en aquella ciudad de retaguardia. Actualmente en un estado muy degradado, se halla en los terrenos del actual Hospital de Dénia cuya gestión se encuentra en manos de una concesión, Marina Salud, que en los últimos años ha intentado derribarlo en tres ocasiones.

El ayuntamiento, independientemente de su color político, siempre se ha negado y le ha exigido a Marina Salud que lo rehabilite, también sin éxito. Así que a lo largo de estos años, el histórico inmueble, que antes de la guerra llegó a ser un innovador centro naturista para aquellas primeras décadas del siglo XX, languidece.

En realidad, todos estos bienes ya se encontraban protegidos por el propio consistorio desde 2003, al hallarse incluidos en el Catálogo de Bienes Inmuebles, lo cual, por otra parte, tampoco es garantía de nada: en teoría también lo estaba el Bar Mediterráneo y acabó destruido por la piqueta. Así que al menos la decisión del Consell dotará a este patrimonio en dificultades de una segunda vía de preservación.

Para la población civil: Por razones obvias, el paisaje de la Guerra Civil más conocido en Dénia es el túnel del Castillo, excavado para refugiar a la población de las bombas de la aviación italiana. Se halla en excelente estado de conservación porque aún cumple una función urbana, al unir el centro de la ciudad con la zona norte. Hace pocos años fue rehabilitado y existe una placa que da fe de aquellos bombardeos, si bien entonces se perdió una oportunidad para musealizar todo el túnel.

A noventa metros de altura sobre la bahía de Xàbia

En Xàbia, el lugar escogido como plataforma para poder defenderse de ataques aéreos o navales fue el Portitxol, donde según señalaba el arqueólogo municipal, Joaquim Bolufer, en un artículo de 2013, se instaló una gran batería en la costa 90 metros sobre el nivel del mar. Fue casi de película: una robusta y extensa batería semisubterránea con gruesas paredes de hormigón concebida para proteger toda la bahía.

En la actualidad los restos que aún sobreviven se encuentran también en tres parcelas de propiedad privada. Su estructura era similar a la de Les Rotes, con un polvorín subterráneo y un pozo desde el que se subían los proyectiles. Otras dependencias, como la plataforma circular donde se ubicaba el cañón, «se han visto enmascaradas por modernas construcciones», según afirmaba en el artículo Bolufer. De hecho, algún chalet más que reciente en la zona ha acabado no hace mucho con algunos vestigios de la guerra.

También se han perdido en otras latitudes de Xàbia una serie de búnkers defensivos. El primero estaba situado en la escollera de Poniente del Puerto, en el extremo norte de la playa de la Grava; hubo otro en la playa del Benissero del que sólo se tienen noticias por fotografías de los años cuarenta. Y existieron otros dos búnkers más en el primer Muntanyar, derribados en 1998, y de los que sólo se conserva el cimiento de uno de ellos.

Por otro lado, la instalación del campo de aviación del Pla en 1937 comportó la construcción de dos pistas de aterrizaje sobre bancales agrícolas, la construcción de depósitos de bombas y combustibles y la ocupación de la finca del Rebaldí, usada como pabellón para los pilotos donde, según Bolufer, se construyó un refugio cercano al camino de Cabanes u aún se conservan algunos elementos también en terrenos privados y también en deficiente conservación: parte del techo se hundió y el refugio está llena de escombros y piedras. Al otro lado del camí Cabanes también se halla, muy reformada, una caseta construida para el campo de aviación.

Para proteger el aeródromo también fue construido un dispositivo antiaéreo donde arranca la carretera de Cansalades: se trata de una estructura semienterrada en otra parcela privada descubierta en los años 90 y de la que sólo se conserva la cadena de hormigón que unía las dependencias de las ametralladoras.

Para la población civil

Xàbia también contó con numerosos refugios para la población civil frente a los bombardeos. En los últimos tiempos se ha redescubierto el de la Caleta, en el Puerto, que en cambio se halla en terreno público, lo que evidentemente ha facilitado su conservación. Ahora el municipio busca precisamente financiación para hacerlo visitable, una de las grandes dificultades de la memoria de la Guerra Civil y que las nuevas disposiciones del Consell no han logrado resolver.

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