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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Afín, Pelícano y Kudu, las operaciones inmobiliarias millonarias que han apuntalado la Sociedad de Garantía Recíproca tras el rescate público

Afín SGR, la nueva marca de la Sociedad de Garantía Recíproca, se ha convertido en un instrumento solvente tras 377 millones de inyección de la Generalitat Valenciana desde el año 2012. Además, para apuntalar sus ratios de solvencia y convertirse en un actor más del mercado financiero, la entidad presidida por Manuel Illueca ha realizado un proceso de venta de activos ejecutados por avales impagados de hasta 126,3 millones de euros, según reveló el propio Illueca en su comparecencia en las Corts Valencianes la pasada semana. Esta captación de ingresos de socios dudosos y ejecuciones de garantías las hizo directamente y a través de tres procesos competitivos bautizados como Afín, Pelícano y Kudu.

El Gobierno de Mariano Rajoy impidió que Afín SGR traspasara sus activos tóxicos a la Sareb, el banco malo donde la banca privada sí que pudo transferir sus solares e inmuebles invendibles para sanear sus cuentas. Así, la entidad tuvo que buscarse la vida en en el mercado y vender, primero directamente, y posteriormente con procesos competitivos esos bienes. “Mientras la banca comercial pudo derivar estos activos a la Sareb en condiciones de ventaja, el Gobierno en aquel momento presidido por Mariano Rajoy no autorizó a la SGR valenciana a traspasar sus activos tóxicos a la citada entidad. Para la SGR valenciana no ha habido rescate del Gobierno central a través del FROB, ni venta de activos tóxicos a través de la Sareb. Este rescate nos lo hemos pagado íntegramente todos los valencianos”, criticó Illueca en su comparecencia en las Corts la pasada semana.

De esta manera y tras la ejecución de garantías, Afín SGR se encontró con una importante cartera de inmuebles, edificios sin terminar, solares vacíos e, incluso, una guardería. Y con las prisas del Banco de España, que obligaba a las entidades a quitarse del balance la mayoría del inmovilizado inmobiliario con unos precios por los suelos fruto de la gran cantidad de oferta derivada de la borrachera de ladrillo de la primera década del siglo XXI.

Entre 2016 y 2019, Afín SGR consiguió vender directamente 63,8 millones de euros en activos de los inmuebles con garantías adjudicadas. Este dinero, según explicó Illueca en el Parlamento valenciano se utilizó para amortizar nueva deuda senior, es decir, para pagar a los bancos, tanto para conseguir un mayor ratio de solvencia como para garantizarse una mayor confianza.

Este proceso de venta directa se complementó con tres procesos competitivos. En el primero, bautizado como Afín, se invitó a 35 inversores de los que dos presentaron oferta vinculante y en agosto de 2018 se vendió al fondo buitre Anacap. En total, casi 800 inmuebles entre los que destacaban una piscina cubierta, 26 naves industriales, 42 plazas de garaje, 40 solares urbanos, 18 urbanizables, ocho locales comerciales o 14 terrenos rústicos. Este capital también se utilizó para amortizar deuda con los bancos. Esta operación generó unas pérdidas de 7,7 millones, pero permitió a la entidad mantener el coeficiente de solvencia.

El segundo proceso competitivo llevó el nombre de Pelícano y se seleccionaron 10 inversores. Por esta cartera la entidad consiguió 26,4 millones de euros en agosto de 2019 y los recursos se destinaron a cancelar deuda con la Generalitat Valenciana derivada del contrato de rescate y a seguir pagando a los bancos, en este caso con unas pérdidas para la entidad de 6,8 millones.

El tercer proceso de venta, Kudu, contemblaba el traspaso de una cartera de créditos sin garantías. En diciembre de 2019, Afín SGR consiguió recibir tres ofertas y vender el paquete por 2,5 millones de euros. En este caso sí que hubo beneficios para la entidad, en concreto de un millón de euros.

En total, Afín SGR ha ingresado 126, 3 millones de euros de los activos ejecutados y asegura que en su balance todavía tiene créditos con garantía inmobiliaria por valor de 32 millones de euros. En total y cuando finalice el proceso de reestructuración, la entidad podría haber recuperado 158,3 millones, muy lejos de los 70 millones que contemplaba el proyecto Citrus, planeado por los anteriores gestores antes del año 2016 cuando Illueca llegó a la presidencia de la entidad.