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Herme Vanaclocha: “La vacunación ha sido la solución contra la pandemia y el negacionismo es un error con mayúsculas”

La epidemióloga Herme Vanaclocha.

Carlos Navarro Castelló

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Tras 38 años dedicada al estudio y gestión de todo tipo de emergencias sanitarias derivadas de enfermedades infecciosas, Hermelinda Vanaclocha finaliza su andadura en la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública como subdirectora de epidemiología.

Con un extenso currículum como científica, ha firmado su jubilación coincidiendo con el fin de una pandemia en la que ha tenido un papel clave a todos los niveles tanto en el Gobierno valenciano como en el Ejecutivo central, al formar parte del Comité Científico Técnico Covid-19 creado por Pedro Sánchez en marzo de 2020.

Desde que arrancó su carrera en la Conselleria de Sanidad en 1981 dentro de los programas de vacunación, su estreno en Epidemiología llegó en agosto de 1984 a raíz del histórico brote de legionella en Llutxent, el primero que se dio en un espacio abierto en toda España. Posteriormente y hasta la irrupción de la pandemia hizo frente a crisis como la del síndrome de Ardystil, la hepatitis C que transmitió el médico Juan Maeso, la Gripe A o el Sars COV-1.

¿Cuándo empieza usted su andadura profesional en salud pública?

Empecé en 1981 recién acabada la carrera. Al principio, durante un par de años, estuve en vacunación y en el 84 conseguí que me pasaran a epidemiología, que era lo que realmente me gustaba.

Salud pública ha sido siempre la gran desconocida de la Sanidad hasta la irrupción de la pandemia. ¿Cómo te encuentra a nivel de medios y estructura este servicio?

Pues empezaba la era preautonómica y en aquel momento necesitaban gente porque la mayoría se estaban jubilando, una situación se parecida a la que hay ahora. Entonces contrataron a un montón de gente y yo fui una de las que tuve suerte. Y la verdad que me gustó tanto que decidí no hacer pediatría, que era lo que yo quería hacer en un principio, y me pasé a la salud pública, que me pareció muy interesante, era muy distinto a lo que yo había visto. La estructura era mínima, no éramos ni 30 en la dirección general. Ahora somos 900. No es que que ahora seamos muchos, es que antes éramos muy pocos.

¿Cuáles han sido las situaciones más delicadas que han afrontado desde entonces?

La primera, el brote de legionella de Llutxent en el año 1983, que era la primera vez que se daba en Europa un brote de esas características en una comunidad abierta, ya que hasta entonces solo se daba en el interior de edificios. Por lo tanto, era muy difícil de diagnosticar, tuvimos unos 30 casos y fallecieron seis personas. Fue un trabajo muy duro porque había que limpiar todas las tuberías del pueblo y para eso necesitábamos la ayuda de todos los ciudadanos. Como era principios de agosto, por el turismo, trabajábamos de noche y dormíamos de día. Yo era muy joven y aquello era como una película. Después, además de otros brotes de legionella, lo más conflictivo que hemos tenido fue en 1992 el síndrome Ardystil, que fue un brote muy extraño que se dio en gente muy joven en la zona de Cocentaina y Alcoi. Se originó en una empresa de la industria textil que es la que da nombre a la patología y se produjo porque al utilizar los pigmentos para elaborar las telas se producía una neumonía muy atípica y muy grave con la que la gente de 21 y 22 años se moría. Fue muy dramático.

Posteriormente llegó el brote de hepatitis C del anestesista Juan Maeso. ¿Cómo lo recuerda?

Fue en 1997 cuando se detectó, ha sido lo más importante que hemos tenido junto con la pandemia. Entonces era la jefa de área de salud pública, la que coordinaba todo el estudio. Empezó con una denuncia que hicieron Iberdrola y Telefónica, se dieron varios casos entre sus trabajadores, que iban a hospitales privados con los que tenían convenios. Pusieron una denuncia en el juzgado y luego lo comunicaron a la conselleria. Entonces empezamos la investigación. Decían que tenían varios casos de hepatitis C y que no era habitual y tenían toda la razón. No era lógico. Empezó todo un proceso que acabó siendo penal y muy complejo. Había que demostrar que los casos estaban relacionados con el anestesista y se pudo demostrar en cerca de 300 casos. Se demostró que la hepatitis C que tenían varios pacientes era el mismo virus que tenía Juan Maeso. En otros casos en los que no había virus en sangre no se pudo demostrar.

Ya entrado el nuevo siglo a escala internacional aparecieron el Sars COV-1, el ébola y la gripe A. ¿Fue esto un aviso de lo que estaba por venir con la pandemia de la COVID-19?

El ébola hizo mucho ruido, pero no generó muchos problemas. El Sars ya nos obligó a empezar a organizarnos ante una afección que podía ser importante, pero aquí no llegó. Empezó en Asia y luego hubo muchos casos en Canadá, pero se paró y ya no dio problemas, aunque nos obligó a prepararnos y a estar alerta. Entonces empezamos a organizarnos para el principio de una pandemia. Luego la gripe pandémica A, entre los años 2009 y 2010, aunque no llegó a ser un problema en nuestro país, nos obligó a acabar de organizarnos porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) estaba muy preocupada de que una pandemia, antes o después, iba a llegar y que sería de gripe, lo que nos obligó a tener ya protocolos muy establecidos de cómo deberíamos afrontar este tipo de problemas. Si no, hubiera sido todo mucho más complicado, a pesar de lo complicado que ha sido.

¿Por qué el Sars COV-1 no llegó a extenderse como sí pasó con el Sars COV-2 o COVID-19?

No se conoce, no se sabe por qué. Hubo muchos casos en muy poco tiempo en Asia y en Canadá y después se paró y nunca más se supo.

¿Cómo cambia la estructura de Salud Pública en la Comunitat Valenciana entre un virus y otro?

Cambia mucho, sobre todo a nivel de epidemiología se va consolidando y haciendo una estructura que se va desarrollando en los centros de salud. A nivel de conocimiento por suerte estábamos muy bien formados gracias a unos masters especiales que impulsó la Generalitat. Entonces sabíamos exactamente lo que necesitábamos y fue una época en la que se invirtió mucho en sistemas de información, que no en todas las comunidades se invirtió igual, pero aquí sí, se empezó por el historial clínico en primaria y los sistemas de información a nivel de vigilancia, donde los médicos tenían todos los datos informatizados y con un sistema que solo existe aquí, que se llama Red de Vigilancia Microbiológica (RedMIVA), recogemos la información todos los días de los laboratorios de microbiología y son una pieza clave en cualquier enfermedad infecciosa. Esto se empezó en el año 1995 y tenemos un sistema de información muy bueno porque todas las noches recibimos la información de toda la actividad que han tenido los laboratorios de microbiología del sistema público, y con la pandemia también del privado. Toda esa estructura es muy compleja y cuando llegó la pandemia estaba ya montada. Formamos un gran equipo con microbiología, incluso hicimos un grupo de whatsApp y teníamos información desde el primer momento de lo que estaban viendo los laboratorios, fue un aspecto clave en los primeros días.

Cuando empieza a hablarse de la COVID-19, de lo que está pasando en China, ¿pensaban que iba a alcanzar la dimensión que adquirió o que se cortaría como sucedió con el Sars COV-1?

Pensábamos que iba a ser como el anterior Sars, pero no lo pensábamos nosotros en España, es lo que se pensaba en todo el mundo. Lo que nos llamó la atención, aunque no era la primera vez que lo hacían, era que empezaran a tomar medidas drásticas en China. Pero como es un régimen tan distinto al nuestro, tampoco llamaba tanto la atención. Lo que sorprendió fue la explosividad cuando llegó a Europa. Una pandemia se produce cuando hay un salto de especie. Un microorganismo que afecte a algún animal y que salte a la raza humana, que no tenemos inmunidad frente a eso. Es ahí cuando aparecen los problemas. Si además es una enfermedad que se puede transmitir por vía aérea entonces es cuando hay una pandemia. Eso está muy estudiado. En China, aunque está prohibido, hay una cultura de comer animales vivos, entonces en los grandes mercados donde hay mucha acumulación de gente, hay zonas en las que se compran animales vivos, no solo de granja, sino también salvajes. Ahí es donde están los problemas.

¿Piensa que es un virus que salió por accidente de un laboratorio como se ha comentado?

No, es una hipótesis que se ha planteado. Hace unos meses se volvió a plantear la discusión porque había un grupo de investigadores que, basándose en la genómica del virus al conocer bien cómo va evolucionando, planteaban si podía ser un virus de laboratorio. Sin embargo yo creo que, de lo que yo he leído, la mayoría de los especialistas en evolución genómica piensan que es un salto de especie. No sé si alguna vez lo llegaremos a saber con certeza porque para eso se debería tener bien recogidos los genomas de los primeros casos y eso no es tan sencillo.

¿En qué momento se dan cuenta de que el virus va a acabar llegando aquí?

Cuando explota en Italia en el mes de febrero. Cuando ellos sacaron públicamente la situación que tenían quería decir que tenían casos hasta las orejas, y eso ya nos preocupó y pensamos que nos iba a llegar antes o después. A pesar de todo fue demasiado explosivo. Uno de los problemas de esta enfermedad es que desde el primer momento había gente que era asintomática por lo que contagiaban y no nos dábamos cuenta, eran desconocidos para nosotros y para toda Europa. En toda Europa se fueron viendo problemas porque se detectaban pocos casos.

En aquel momento, cuando se detectaba un caso se le aislaba y también a sus contactos más estrechos, ¿no?

Si, lo aislábamos, veíamos sus contactos y veíamos por dónde podía haber venido. Teníamos una trazabilidad de todos los casos durante cuatro o cinco días. Pero de un día para otro la perdimos y se multiplicaron los casos por cuatro o por cinco.

¿Cuál fue el principal origen de la entrada del virus en la Comunitat Valenciana y en España?

Hay un estudio muy interesante de secuenciación sobre cómo entra el virus en España y se ve claramente que la mayoría de los casos entran desde Milán y llegan a la Comunitat Valenciana porque habían ocurrido dos cosas: por un lado había una feria internacional de calzado en Milán y muchos empresarios del sector de Alicante habían ido, en uno de los grupos tuvimos bastantes casos positivos y algún fallecido. Por otra parte estuvo el partido del Valencia CFcontra el Atalanta que se disputó en Milán. Lo descubrimos a través de los periodistas, que hubo varios contagiados.

¿Falló algún protocolo o faltó coordinación en la Generalitat para impedir que empresarios, aficionados y periodistas se desplazaran a Milán?

Falló que en aquel momento Italia aún no había dicho la situación real que tenía. Pero yo no culpo a Italia porque este tipo de cosas son muy complejas y todos los países intentan mantener las relaciones económicas y turísticas que correspondan, sobre todo los países muy turísticos. Trasladarle a la OMS que tienes un problema se tarda mucho siempre. Igual que tardó mucho China en decirlo, tardaron mucho también Europa y Estados Unidos. La realidad es que cuando se disputó el partido en Milán ya había allí muchísimos casos, pero no disponíamos de esa información hasta que Italia no lo comunica a la OMS y desde allí llega a todos los sitios. Pero es algo que hacen todos los gobiernos.

¿Se reaccionó tarde a la hora de comprar mascarillas y equipos de protección para los sanitarios?

No es cuestión de si se reaccionó tarde o no. Ahora una vez pasado todo es como más fácil de ver, pero en aquel momento había muchas cosas que se desconocían, disponíamos de muy poca información. Todo esto empieza cuando a finales de diciembre China comunica la situación que tiene, y estamos hablando de principios de febrero con un microorganismo nuevo del que lo único que sabíamos era lo que decían los chinos, que en el 20% de los casos tenían sintomatología grave y en el 80% o era muy leve o no había. Entonces ocurrieron varias cosas, por un lado hubo un grupo de investigadores de todo el mundo muy importantes, uno de ellos de Morella, que decían que la transmisión de la enfermedad no era por contacto de persona a persona, sino por vía aérea. Con lo cual con una distancia mayor de dos metros podías adquirir la enfermedad. Y eso a pesar de que ellos exponían cómo valoraban la situación, la OMS no acababa de aceptarlo. Por eso fue el lío de si tienen que llevar mascarilla solo los pacientes o la tenemos que llevar todos. Pero eso viene porque la OMS, y ellos sabrán por qué, no acababa de aceptar lo que luego fue una realidad, que la transmisión era aérea y que la enfermedad se iba a expandir muchísimo más. Por otro lado, en España no tenemos industria que fabrique equipos de protección, con lo cual había que comprar a China, como muchos países de Europa, con lo cual hubo una guerra total para conseguir aviones, todo el mundo en febrero se lanzó a comprar. Eso hizo que se tardara más en conseguir. En València hubo equipos muy importantes que se dedicaron única y exclusivamente a conseguir equipos de protección mañana, tarde y noche, te lo puedo asegurar, y por suerte lo consiguieron.

¿A partir de ahí, en qué momento se dan cuenta de que deben suspender las Fallas y la Magdalena?

La Comunitat Valenciana fue muy valiente al tomar esa decisión porque después vino el confinamiento domiciliario y luego se suspendieron todas las fiestas. Pero la primera comunidad que suspendió sus fiestas más importantes fue la valenciana, no lo había hecho nadie porque el confinamiento llegó cuatro días después. Eso fue una decisión súper valiente ya que veíamos que cada vez teníamos más casos. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, tuvimos varias reuniones con él y nos comentaba que había sitios donde estaba subiendo muchísimo. En Madrid habían cerrado los colegios de tantos casos que tenían y entonces empezaron a llegar madrileños a València a ver las Fallas. Los que llevan estos temas en la Generalitat nos hicieron una estimación de la gente que podía venir de Madrid, porque se empezaban a llenar las segundas residencias en la playa, y nos horrorizamos. Luego hicimos un estudio de lo que podía estar ocurriendo y la consellera, Ana Barceló, y el presidente, Ximo Puig, decidieron que había que suspender las Fallas y la Magdalena, que estábamos totalmente de acuerdo y fue la propuesta que hicimos, pero ellos fueron los que tomaron una decisión muy compleja y muy valiente, y eso hizo que en la primera ola tuviéramos menos casos que en otras comunidades. En esa primera ola nunca tuvimos problemas de falta de espacio en las UCI o de falta de respiradores, no llegamos a tener estos problemas. Eso también nos permitió prepararnos mejor para el resto de la pandemia, con más equipos y más respiradores. En aquel momento, hay que destacar y agradecer la labor de los profesionales sanitarios de urgencias, de UCI, de todos los que que atendieron a los enfermos y se jugaron la vida en ello.

Sin embargo, la siguiente ola, tras las navidades de 2021 fue la más virulenta. ¿Qué sucedió?

Efectivamente fue la más fuerte. Después del confinamiento pasó el verano y el puente de octubre, que se pudo pasar sin excesivos problemas, y entonces llegó la Navidad y todo el mundo quería reunirse con sus familiares. Entonces se abrió un poco la mano. Hubo una reunión a nivel de todas las autonomías para ver qué tipo de cosas se iba a dejar hacer con las fiestas de nochevieja, la cabalgata de Reyes y todo eso. La presión era muy grande y veníamos de una época en que lo habíamos pasado muy mal y se decide abrir un poco la mano. Eso hizo que empezáramos a tener muchos casos porque además coincide con la variante Delta, mucho más contagiosa. Todo esto hace que la transmisión se incremente muchísimo. Las navidades de ese año la gente salió mucho a la calle, parecía casi como en Fallas. A partir de ahí de empezamos a tener muchos casos y fallecimientos, una media de 100 fallecidos al día y nosotros eso no lo habíamos vivido, otras comunidades sí. Por lo tanto estábamos muy preocupados. Los hospitales muy tensionados, por suerte estábamos más preparados con nuevos respiradores, se podían poner en las habitaciones, los médicos tenían más experiencia. Pero fue una época muy dura porque los hospitales estaban llenos.

¿Hubo muchas diferencias en la forma de afrontar la pandemia con respecto a otras autonomías menos restrictivas como Madrid?

Así es, ya se verán los datos en su momento, pero yo creo que en proporción somos la comunidad que menos muertes ha tenido y la que menos casos ha tenido, y si no la que menos, una de las que menos. Y eso ha sido así porque hemos sido muy drásticos con las medidas. De hecho, hubo una ola que no tuvimos y el resto de comunidades sí. Después del confinamiento la gente estaba muy cansada y la gente lo que quería nada más se doblegaba la curva era salir. Muchas comunidades enseguida abrían la mano y relajaban las restricciones, pero nosotros no, nosotros esperábamos a que bajara bastante. Fue aquella época en la que teníamos toque de queda y se cerraban los bares a las 18.00 horas y a las 20.00 horas. Con todo lo que suponía aquellos lugares sociales donde necesitas quitarte la mascarilla fuimos muy férreos en ese tipo de medidas.

Eso lo que criticaron mucho los hosteleros haciendo la comparativa con Madrid, donde las medidas eran más laxas.

Sí, pero lo entendieron. Como ha dicho siempre el presidente Ximo Puig, aquí se puso por delante de todo la salud, aunque se buscó en lo posible un equilibrio con la economía. Tuvimos muchas reuniones con los hoteleros y con el sector del ocio nocturno y las discotecas y llegamos a hacer acuerdos interesantes. Claro, ellos se comparaban con Madrid, pero les poníamos los datos encima de la mesa, los casos que había en Madrid y los muertos que había en Madrid y lo que teníamos nosotros y lo entendían. Fue duro, para ellos fue durísimo, pero creo que entre todos llegamos a estar bastante de acuerdo.

¿Qué diferencias había con el modelo de Madrid?

Nosotros al final seguíamos el modelo de Europa y de Estados Unidos, el de mantener restricciones en los locales de socialización, ese modelo podrá ser más drástico o menos drástico, pero lo llevábamos en toda España excepto en Madrid. Claro, uno intenta compararse en función de sus intereses, lo que le viene bien. Pero los hosteleros entendían lo que les decíamos, veían que queríamos ir abriendo la mano, pero poco a poco y cada vez que podíamos les explicábamos la situación. Madrid tenía muchísimos más casos que nosotros en proporción. A nivel de muertes también hay que tener cuenta el patrón demográfico, en los sitios en los que hay muchas residencias de ancianos y en la zona de las Castillas que la proporción de personas mayores es superior que la nuestra había más muertos, pero a nivel de casos no había color. Decían que aquí hacíamos menos analíticas que en otros sitios, pero no era cierto. Nos reunimos con los microbiólogos, que son los que más conocen, y nos decían que no hacía falta hacer más pruebas de las que hacíamos. También hubo quien de forma populista puso carpas por la calle para hacer pruebas de anticuerpos que sabíamos que no servía para nada y nos negamos a hacerlo. La prueba de anticuerpo lo que te decía era la relación que habías tenido con la enfermedad, si te habías contagiado o no, pero no si estabas infectado en ese momento, entonces no tenía ningún sentido. Las de antígenos que vinieron después sí porque te decían si en ese momento estabas contagiado y por lo tanto si podías estar contagiando a los demás.

Luego llegaron por fin las esperadas vacunas. ¿Esperaban unos índices tan altos de vacunación?

No nos sorprendió porque España todavía, y esperemos que siga así, es un país que acepta la vacunación. La vacunación no la llevé yo, pero hubo un consenso a nivel de toda España que fue fundamental para hacer el mismo plan de vacunación en todas las comunidades autónomas. Eso era vital, porque si cada comunidad hubiera hecho su propio plan hubiera sido una guerra. Se hizo en todos los sitios igual con un acuerdo de reparto del consejo interterritorial donde están los consejeros de todas las comunidades y la verdad es que aquí en la Comunitat Valenciana funcionó muy bien.

¿Les daba miedo el efecto que pudiera generar la corriente negacionista de las vacunas?

En algunos países del mundo desarrollado, como el caso llamativo de Estados Unidos, cada vez hay más grupos de gente negacionista con la vacunación, que es un error con mayúsculas porque es negar el avance de la ciencia. Es la mejor medicina que existe y hay muchos estudios publicados que demuestran la cantidad de muertes que se han evitado gracias a la vacunación. Han salvado muchas vidas y nuestro país aún es de vacunarse, digo aún porque vivimos en un mundo cada vez más loco y más complejo, donde cada vez hay más negacionistas de la vacunación.

¿Qué pensaban como científicos cuando veían partidos como Vox denunciando el Estado de Alarma o defendiendo a los negacionistas de las vacunas?

Es que no nos cabe en la cabeza. La salud no es ideología, es salud. Y la obligación del gobierno que sea, del partido que sea, es proteger la salud de sus ciudadanos. Y si queremos el bienestar tenemos que escuchar a la ciencia y la ciencia era clarísima en esto, todos los grupos de investigación serios que hacen publicaciones en revistas serias, no publicaciones pseudocientíficas, tenían clarísimo que la vacunación era la solución. Que empecemos a entrar en si el confinamiento o el toque de queda afecta a las personas, claro que afecta a las personas, por eso todas las medidas pasaban antes por los tribunales de justicia. Pero todo esto del populismo en la salud o de hacer de la salud una ideología, desde el punto de vista científico es incomprensible. Todas las decisiones que se han tomado aquí en la Comunitat Valenciana y en el Gobierno han estado avaladas por la ciencia y se han discutido entre todas las autonomías y en la Unión Europea entre todos los estados y estaban basadas en todo lo que poco a poco íbamos conociendo de la enfermedad, siempre ha sido así.

Sí que hubo algún reparo, incluso expresado por algún colega como el doctor Cavadas, por la rapidez con la que se prepararon las vacunas y los posibles efectos adversos que esto podía generar.

Bueno, pero el doctor Cavadas no es infectólogo, el doctor Cavadas es un cirujano excepcional, pero exactamente igual que nosotros no sabemos nada de cirugía, lo siento pero la medicina avanza mucho y hay que saber de infectología, genómica de virus y microbiología en profundidad para entender estas nuevas vacunas. Los médicos siempre somos un poco reticentes a nivel personal a cosas que son novedosas porque nos gustaría que estuvieran muy probadas. Claro que nos hubiera gustado a todos que hubiera habido millones de vacunas puestas antes de vacunarnos a nosotros, pero nos estábamos jugando la vida y de hecho la mayoría de los médicos se han vacunado. Puedo entender al doctor Cavadas, pero no nos quedaba más remedio, sobre todo además es que era una nueva tecnología la que estaban utilizando la del ARN Mensajero, es una metodología nueva que se estaba empleando para otras cosas y se utilizó para vacunas.

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