Los Jaime I dedicarán el premio a “motivar” a los jóvenes, fomentar la conciliación y apoyar la ciencia básica
La mayoría de los seis Premios Rei Jaume I 2019 dedicarán su dotación de 100.000 euros al talento joven, con objetivos como “motivar” a nuevos investigadores, cubrir bajas o convocar plazas postdoctorales, junto a otros como facilitar la conciliación familiar o apoyar la ciencia básica como caldo de cultivo de los emprendedores.
Así lo han avanzado los 31 Rei Jaume I en declaraciones a los medios tras recibir el premio en un evento presidido por el rey Felipe VI en la Lonja de València. Los galardonados son Xavier Tolsa, en Investigación Básica; José García Montalvo, en Economía; Pura Muñoz-Cánoves, en Investigación Médica; José Antonio Sobrino, en Protección del Medio Ambiente; Ánibal Ollero, en Nuevas Tecnologías, y Carlota Pi, en Emprendimiento.
Ollero -catedrático de Sistemas y Automática de la Universidad de Sevilla (US), director de un grupo líder en robótica aérea y asesor del Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales (Catec)- apuesta por dedicar sus 100.000 euros a integrar su proyecto en el contexto europeo y “sobre todo, motivar a los jóvenes” estudiantes de grado y máster. “Es fundamental generar inquietud por la investigación en España: sin ellos, los que están realmente en el laboratorio, es muy difícil conseguir resultados”, ha manifestado.
En la misma línea, el valenciano José García Montalvo --doctor en Economía por Harvard, catedrático de la Pompeu Fabra de Barcelona (UPF) e investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE)-- pretende destinar la dotación a apoyar la ciencia básica en sus proyectos, aunque ha reconocido que todavía no lo tiene claro: “Al final, de ahí es donde surgen nuevos productos: es la materia prima con la que trabajan los emprendedores”.
“Trabajar con ratones es muy costoso”
La portavoz de los premiados, Pura Muñoz-Cánoves -investigadora valenciana del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned)- quiere invertir sus 100.000 euros en cubrir becarios y especialmente pagar la tecnología “muy cara” que utiliza en sus proyectos. “Trabajar con ratones y mantenerlos como en un hotel de cinco estrellas hasta que son muy viejos es muy costoso”, ha ilustrado.
También en contratación, el matemático Xavier Tolsa -ingeniero industrial, doctor y profesor en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y premio 2004 de la Sociedad Europea Matemática para investigadores jóvenes- tiene intención de destinar la mayoría del galardón en convocar alguna plaza postdoctoral, pues “en matemáticas no es habitual invertir en elementos de laboratorio, sino en capital humano”.
Uno de los premiados que todavía no tiene claro dónde invertir es José Antonio Sobrino -catedrático de Física de la Terra de la Universitat de València (UV), presidente de la Asociación Española de Teledetección y coordinador de la Red Nacional de Observación de la Tierra-, ya que tiene “muchos frentes abiertos” en sus líneas de investigación forestal, de temperatura de las aguas o del clima del Amazonas. “Tenemos que reposar y ver cuál es más necesaria”, ha reconocido, destacando que “siempre falta financiación”.
La encrucijada de los investigadores que son padres
Y como premio al emprendimiento, Carlota Pi -cofundadora, 'frundraising' y marketing de Holaluz, un proyecto de energía “100% renovable” surgido hace dos años que cuenta con 170 empleados- pone su caso como ejemplo para llamar a derribar las “falsas encrucijadas” a las que se enfrentan los investigadores cuando tienen hijos: “Con 30 años tenía que elegir entre una buena carrera o ser madre, pero yo quería ser las dos cosas”.
Por ello, esta emprendedora de Barcelona apuesta por dedicar sus 100.000 euros a evitar los “sesgos en la contratación” y favorecer tanto la conciliación familiar como la igualdad de sus trabajadores. “Soy fan de las cuotas; no de las cuotas en sí, sino del resultado que producen”, ha aseverado, con el objetivo de apoyar “un ecosistema en el que todo el mundo se pueda desarrollar” pero “sin que los padres tengan que dividirse por la mitad”.
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