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Sobre este blog

Aquest blog, que coordina Josep Sorribes, respon a una iniciativa de l'associació Malalts de ciutat, amb la intenció d'aportar idees i reflexions al debat multidisciplinar sobre les ciutats del nostre temps, començant per València.

Incorporar el género y las mujeres

Una mujer pasea a su bebé por un parque

Sela Andreu

Valencia —

La ciudad ha sido tradicionalmente pensada por y para los hombres, imaginada y diseñada en términos productivos y de separación de funciones. El espacio urbanoen que vivimos, por tanto,no es neutro; su disposición otorga privilegios y ordena prioridades.

Pensar lo urbano desde una perspectiva de género implica redefinir los objetivos de acuerdo con las diferentes necesidades de las personas y poner sus vivencias y experiencias en el centro de las políticas. No debe, sin embargo, confundirse “género” con “mujeres”. El género, como construcción simbólica y cultural, es un sistema relacional que se utiliza para señalar las características y roles socialmente atribuidos a hombres y mujeres.

Es un lugar común que las personas vivimos la ciudad de distinta manera en función de nuestro género, edad, clase social, cultura, nivel de formación, etc.En su uso, mujeres y hombres, niños y niñas, jóvenes y personas mayores, nos apropiamos y sentimos el espacio urbano de forma diferente.

Analizar la ciudad desde un enfoque de género descubredistintas geografías cotidianas en lo que respecta a estilos de vida, movilidad y comportamiento. En nuestra sociedad, las mujeres seguimos desarrollando la gran parte de las tareas domésticas y de cuidados, conforme a la lógica de la división sexual del trabajo y los roles de género socialmente asignados, que rigen también nuestras ciudades. Espacialmente esto se traduce, por ejemplo, en pautas de movilidad diferenciadas. Así, mientras los recorridos que dibujan los hombres al moverse en la ciudad tienden a ser pendulares (ida y vuelta del trabajo), los desplazamientos de las mujeres suelen ser más complejos y poligonales cuantas más personas dependientes tengan a su cargo, al enlazarel ir y volver del trabajo con otras actividades tales como acompañar o recoger a sus hijos e hijas del colegio, hacer la compra, el cuidado y la atención de personas mayores, etc. Este reparto de tareas y roles, por tanto, condiciona nuestra movilidad y ordena los tiempos de la ciudad.

La percepción del miedo y la inseguridad en el espacio público también varía en función del género. Y es así cómo, en ocasiones, las mujeresmodificamos nuestros recorridos o, especialmente si vamos solas o es de noche, evitamos ciertos lugares. Para reflexionar sobre este tema surgió el proyecto de 'Mapas de la Ciudad Prohibida' (Bilbao),donde a través de talleres participativos con mujeres se identificaban lugares conflictivos, los llamados “puntos negros”.

Ya hace más de veinte años (Beijing, 1995) que se habla de transversalizar el género, a saber, incorporar la perspectiva de género en todas las políticas y programas de manera que, antes de tomar ninguna decisión, se haga un análisis de sus efectos sobre mujeres y hombres. El principio de transversalidad (gender mainstreaming, en inglés) parte de la consideración de que toda acción, política o programa tiene consecuencias diferentes para hombres y mujeres. En España, este principio queda recogido en la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, donde en su artículo 31 refiere a la transversalización de géneroen las políticas urbanas y la ordenación territorial.

La estrategia de transversalidad, mal entendida, se traduce sin embargo en obviar esfuerzos específicos y políticas concretas para promover la visibilidad de las mujeres. Lo que cobra especial interés en la ciudad, espacio público por excelencia, del que hemos sido sistemáticamente expulsadas, ignoradas e invisibilizadas.Es necesario, por tanto, trabajar desde dos ópticas complementarias, esto es, incorporar el género y las mujeres a lo urbano.

Por ello aplaudo los esfuerzos que desde esta ciudad de Valencia se están realizando en pro de la incorporación del género (valgan como ejemplos jornadas y exposiciones sobre la ciudad, el género y las mujeres; el Libro Blanco de la Política Urbana de la Generalitat o el concurso de ideas de la Plaza de Brujas), pero también aquellas acciones que visibilizan a las mujeres (calles con nombre de mujer o semáforos paritarios). Es importante, sin embargo, que estas actuaciones no se queden en lo anecdótico ysuperficial. Son necesarios, pues, mayores y más sólidos compromisos. Y quizás la revisión en curso del PGOU de Valencia sea una ventana de oportunidad en este sentido.

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