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Mariano Vicente, el esclavo del franquismo

Arco de la Villa desde la Calle Mayor de Belchite.

Laura Martínez

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Mariano Vicente fue enterrado sin ataúd ni honores en la Nochebuena de 1941. Manchego de nacimiento, pasó dos años en prisión por colaborar con la República. Era el alguacil socialista de Val de San García, una pedanía de Cifuentes (Guadalajara), fue detenido y condenado en 1939 a 6 años y 1 día de trabajos forzados en el campo de penados de Belchite (Zaragoza), tutelado en la prisión de Quintos.

Mariano, como tantos presos, participó en la reconstrucción del muncipio que quedó arrasado por la guerra. En el municipio zaragozano escribió tres cartas a su familia que han permitido reconstruir su memoria décadas después. Mariano Vicente fue 'liberado' el mismo año de su muerte, gravemente enfermo y enviado a Valencia a una dirección de Jardín Botánico en la que no constan viviendas. Según el relato oficial, fue encontrado en la calle con signos evidentes de enfermedad y enviado al hospital. Desde allí se informó de su muerte cinco meses después. Hace unos años, la familia descubrió que estaba enterrado en una fosa común en el cementerio de Valencia.

Su cuerpo está localizado en el cementerio municipal, en la sección décima, una de las seis fosas comunes que se intentó destruir. Fue enterrado, a priori, por morir de inanición, según el registro del cementerio. A la espera de iniciarse los procesos de exhumación, la familia visitó la fosa en septiembre de 2018 y colocó una placa en su memoria. El Ayuntamiento de Valencia aprobó la concesión de la autorización para iniciar los trabajos de excavación en el Cementerio General el pasado diciembre.

El caso de Mariano Vicente y todas sus sombras ha sido recogido y analizado en el documental 'El esclavo del franquismo', producido por los periodistas Isabel Ginés y Carlos Gonga y con el apoyo del departamento de Memoria Histórica de la Diputación de Valencia. Los documentalistas recorren, a través de los familiares y de los municipios en los que permaneció, la desaparición del alguacil desde la prisión hasta su muerte, pasando por el campo de trabajo. El film explora los trabajos forzosos a los que tuvieron que hacer frente los presos del franquismo, como el Canal del Guadalquivir, “el pago que Queipo de Llano da a los caciques que lo han apoyado en el golpe de Estado”, explica el catedrático de Historia Contemporánea Marc Baldó en el documental. Según relata Ginés, era habitual que en los campos de trabajo, “cuando los presos no servían para trabajar los soltaban. Cuando les daban la libertad condicional les mandaban lejos de sus pueblos; si estaban muy mal, les daban la libertad antes para morir en otro lado y no tener que hacerse cargo” de la persona enferma.

Desde su salida de la cárcel de Zaragoza hasta la constancia de la muerte de Mariano Vicente hay ciertas lagunas. Nadie sabe con certeza cómo y por qué llegó a Valencia. “Nos extraña que nunca comunicara la buena noticia de que lo habían puesto en libertad y lo habían mandado a Valencia porque no le dejaban acercarse al pueblo”, explicó su sobrina nieta cuando se localizó la fosa. “La familia se enteró [de su salida] porque al no presentarse en la cárcel de Valencia, la Guardia Civil fue a su casa del pueblo a preguntar por él”.

El grupo de recuperación de memoria histórica de Valencia y los familiares de la víctima creen que su caso podría formar parte de una trama de desapariciones, dados los vacíos en su historia. Matías Alonso, coordinador de la asociación, expuso que “junto con Mariano esos días ingresaron treinta personas iguales” y su hipótesis es que mandaron al hombre directamente a morir, extrañado por que en un hospital “pueda haber una persona cinco meses ingresada, que no escriba una sola carta y que muera de hambre”.

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