No romanticemos la pobreza
Seguramente estos días, habrán visto en redes sociales, en la prensa, e incluso en la televisión, un video, que se ha hecho muy viral, de un chico joven, tatuado, de clase trabajadora y barrio obrero que cuenta cómo saca adelante a su familia con una jornada laboral maratoniana y dos trabajos.
Este joven, se llama David, NanoJr en redes. Cuenta en primera persona cómo se organiza, sin vehículo propio para llegar a tiempo a sus trabajos y cómo estos le permiten, además, algún pequeño “lujo” que le regala a su madre o hermana, cómo comprar unas zapatillas o hacerse las uñas. Lo cuenta emocionado y contento y señala lo orgullosas que están de él.
A mí, mi madre me enseñó que hay dos tipos de personas en el mundo, las que facilitan las cosas a los demás y las que no. Obviamente David es un facilitador de la vida de su familia, deben estar orgullosas de él, porque efectivamente es motivo de orgullo tener un hijo o una hija que se implica en las obligaciones del hogar, PERO (si, un pero grande) el hecho de que este joven asuma todas las responsabilidades de su familia me genera ciertas contradicciones y muchas preguntas. No tanto enfocadas en su persona, sino más bien en sus circunstancias.
En primer lugar ¿por qué una persona que tiene un trabajo no puede llegar a final de mes y le hacen falta dos trabajos?, ¿tal es la precariedad laboral de nuestro país?, ¿Por qué nos parece aceptable que una persona trabaje, sin apenas descanso, 12 horas al día?, ¿Cómo sociedad nos parece asumible que una persona no disponga de tiempo personal en el día? y me refiero a tiempo personal el que dedicas a la familia, amistades, al ocio, al deporte, a la salud, a la salud mental, al autocuidado...
En segundo lugar, este joven, David ¿no debería estar estudiando algo? Es decir, coraje y motivación no le faltan, tiene habilidades sociales y laborales, obviamente… entonces, ¿no es su momento de formarse para adquirir competencias y capacidades laborales y poder optar a puestos de trabajo más cualificados? El hecho de que esté trabajando tan intensamente desde tan joven ¿no aumenta su desigualdad de oportunidades? Es más que evidente que sin igualdad de oportunidades la meritocracia es una falacia y perpetua la injusticia social.
En tercer lugar y enlazándolo con el punto anterior, si esta persona debería estar formándose y no asumiendo la carga familiar él solo, ¿dónde están las personas que deberían asumir esa carga familiar? Y si por alguna razón esa persona o personas no están en disposición de asumir la carga que eso supone ¿Dónde están las administraciones para protegerlos? Me explico, si oficialmente vivimos en un Estado del Bienestar en el que las administraciones municipales, autonómicas y estatales deben realizar políticas enfocadas a la protección y cuidado de las personas que viven en sus territorios, ¿Cuáles son las acciones, mecanismos y herramientas de protección y soporte a esta familia?
Por último, ¿cómo es posible que en un momento post-pandémico y de permacrisis como el actual, del que, recordemos, íbamos a salir mejores, que oficialmente nos enseñó el valor de los cuidados, del apoyo mutuo, de las bondades de las políticas públicas y de los servicios públicos… cómo es posible que, en este momento, esta persona esté tan sola?
Son muchas preguntas, lo sé, pero me parece necesario empezar a plantearlas porque sin ellas no buscaremos, ni encontraremos soluciones y si seguimos romantizando la pobreza no habrá ninguna opción a salir de ella. Considero que David y todas las personas que se encuentran en su misma situación, son personas honorables, pero aquí no hay nada que celebrar.
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