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CV Opinión cintillo

El socio que nunca lo fue

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“Vagaràs en la vida, llarg desert

on cap oasi ja no t’eixamora…

I el món segueix impertorbable, inert:

com un sarcasme, en el silenci es perd

el xiscle agut de la locomotora.

¿Per què fugir? Tot ha passat.“

Miquel Dolç. Elegies de guerra-1948

Todos hemos tenido socios que no lo fueron. Delincuentes, extorsionadores, psicópatas sociales. Los tribunales siempre llegan tarde y mal. En connivencia con su maldad y aliados con los grupos de presión. En su provecho. Blanqueadores de saqueos inconfesables. Si Aristóteles afirmaba que “sin amigos nadie querría vivir”, de los tiempos que venimos --de prepotencia y ambición-- la idea de coparticipación en el poder y en solidaridad, se entiende desde la altanería, la discriminación y el espíritu de superioridad.

Commonwealth

Es el canto de sirena que todavía resuena en los restos de la Commonwealth británica. Corsarios de grandeza colonial, exóticos y exigentes en la confraternidad. Así chirría si se pretende aplicar a la “pax romana” de la entente hispana sobre el conocido Arco Mediterráneo que alineara a País Valenciano con Ses Illes Balears y Catalunya. Extensiva a Aragón y Murcia. Si no por convicción, adiestrados desde la mera conveniencia. Se sabe que en Ferraz no ha caído demasiado bien el paso adelante dado por dos de sus “primus inter pares”: el president de la Genertalitat Valenciana, Ximo Puig y la primera dama de Baleares, Francina Armengol. Se empieza hablando de sinergia y la hermandad acaba en escisión.

Sumar siempre

El Reino Unido está cerrando las páginas de su anexión a la Europa continental. Ya siente que fuera de la Unión Europea hace frío. No es lo mismo 70 que 430 millones de habitantes clientes, proveedores, electores o contribuyentes que tiene la UE tras el Brexit. Estamos en tiempo de unir, sumar, de los grandes números y horizonte abiertos. Las largas colas de camiones—aparcados en amplias pistas de aterrizaje-- a ambos lados del Canal de la Mancha han acelerado la sensación de vacío – complejo insular-- al que se verá sometida la nación que opta por el aislamiento. Lo que no soportan los brexiters es sentirse unos más en el barco. Tener que defender sus singularidades a cada paso sin refuerzos. Uno de los padres de la unificación europea, Jean Monnet—amigo de Robert Schuman y del canciller alemán, Konrad Adenauer -- decía “la paz no puede fundarse sino en la igualdad”. Así quería alejarse de los errores que tras la Primera Guerra Mundial, llevaron a la masacre de la Segunda. Nada más sellado el acuerdo para un Brexit convenido, ya se habla de la creación de una asamblea conjunta compuesta por representantes de la Cámara de los Comunes, británica y del Parlamento Europeo. ¿ Un ensayo de remediar males mayores? ¿Se trata de un foro compartido para la convivencia de dos partes de un todo? Se dice que el Reino Unido sale de Europa, cuando formará parte de ella por imperativo cultural, económico, geográfico y geopolítico. No hay Europa posible sin Gran Bretaña, del mismo modo que el reino de España sin Catalunya o Euskadi, dejaría de ser lo que es, para ser otra realidad mermada. Por eso no se puede hablar de España versus Catalunya sin confundir, todavía más, a la opinión pública.

Alemania gana

En 1946 Winston Churchill lanzó desde Zurich el urgente llamamiento para la creación de los Estados Unidos de Europa. Los dirigentes americanos lo respaldaron en plena reconstrucción de la Alemania vencida y dividida. Adenauer, en la senda que conduciría a los Tratados de Roma (1957) para el Mercado Común Europeo, defendía que “ Un canciller federal debe ser a la vez un buen alemán y un buen europeo”. Hoy se atisba que la Alemania reunificada y federal en la cúspide está ganando la guerra del Brexit. El pulso por la hegemonía de las instituciones europeas, de alemanes e ingleses, ha provocado la huida de Gran Bretaña. Incapaz de asimilar que su envite no es de supremacía sino de cooperación. La pandemia de la Covid-19 ha corroborado que los restos de la vetusta Commonwealth nunca serán equiparables al vigor de la Unión Europea con 27 Estados Miembros integrados en el esfuerzo común.

Tensiones

El traumático desgarro de la pérdida británica tiene efectos positivos. Ha impulsado la cohesión de los restantes socios de la UE. Francia y Alemania renuevan los puntos fuertes de su sintonía. Los países mediterráneos—Italia, Portugal, Grecia y España con el apoyo de Francia—han fortalecido la puesta al día de sus posicionamientos geoestratégicos. España contrarresta sus conflictos internos—Catalunya, descrédito monárquico, fricciones de la mayoría gobernant (PSOE- Podemos) y entre facciones en el partido con más diputados electos—barones españolistas versus el elenco periférico--. Ximo Puig y el Espíritu de Morella toman las riendas y descoloca al resto en un intento de apostar por el éxito posible de Miquel Iceta y su PSC, en las próximas elecciones catalanas del 14-F. El independentismo camina hacia el plebiscito. Oriol Junqueras desde la celda de Lledoners se siente próximo a la opción de gobierno.

Veto doble

El general De Gaulle, que conocía bien la idiosincrasia inglesa, puso la proa a la integración del Reino Unido en el Mercado Común Europeo a seis miembros, y vetó su entrada dos veces, en 1963 y en 1967. Con los ingleses sólo veía una simple asociación entre Gran Bretaña y el Mercado Común Europeo. Lo que ahora se está forjando con un foro parlamentario que le dé consistencia. La Unión Europea, ante la insistencia británica admitió su incorporación en 1973, con la comisión de importantes errores. Aceptó que el Reino Unido entrara en el club europeo aunque sin cumplir las normas. Estar dentro desde fuera. Al tiempo que se evadiera del Sistema Monetario Europeo y de la adopción del Euro, moneda comunitaria. Todo un potente símbolo que ha funcionado. Tony Blair, premier británico enraizado en Escocia, quería adoptar el Euro pero no supo imponerlo a su canciller, Gordon Brown. Grave error de los británicos para preservar la libra esterlina y el Banco de Inglaterra. Al precio de dejar el campo libre a Francia, Italia y Alemania, para regir el Banco Central Europeo. El euro irrita y exaspera a los círculos financieros y políticos estadounidenses. Los que hasta el año 2000 imponían el entramado de intereses que se mueven en torno al dólar por todo el mundo. La equiparación euro-dólar en valor y funciones dio en la diana. Hirió el orgullo de Wall Street. Su revancha se personifica en Donald Trump, past-president de los EE.UU.

Tres en raya

El Reino Unido tiene un problema geoestratégico sobreañadido. Proviene de las disidencias internas que plantean Irlanda+Ulster, Escocia presta a las discordancias y Londres multirracial y cosmopolita. Incluido el enquistado problema de Gibraltar, única frontera británica en territorio continental y cuya problemática vuelve a ser bilateral entre Gran Bretaña y España. Una vez consumada la separación entre el RU y la Unión Europea, a Boris Johnson y los brexiters les cae el cisma electoral que se aproxima, si no sobrepasa el 50% de los votantes. Mitad abiertamente contraria al abandono de las instituciones comunitarias. Sienten traumático el proceso de alejamiento y negativo para sus intereses. En caso de debacle económica, no dudarán en pedir la cabeza del primer ministro conservador y la caída de sus sanedrín.

De tanto ceder

La tradición comercial y la exportación valencianas han tenido en el Reino Unido un aliado ideal y el campo de negocio idóneo para garantizar el juego limpio—flemático “fair play”-- y la lealtad prolongada en varias generaciones. Los valencianos en las actuales circunstancias de tensión en la vida pública española, cortan amarras y se aprestan a rehacer las relaciones deterioradas. La Unión Europea pecó de blanda al tener excesiva condescendencia con un socio reticente. Quiso convocar referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Comunidad Económica Europea, en el tercer año de su integración. Desde entonces las instituciones europeas han sufrido un calvario de cesiones y extorsión bajo amenaza de Brexit, que finalmente Cameron propició y han ejecutado Theresa May en sus albores y Boris Johnson. Consumado desde el populismo nacionalista británico hacia el abismo de un precipicio de obscuras consecuencias.

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