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CV Opinión cintillo

SOS ¡Atención bancaria deficiente y empleos en peligro!

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Llevamos varios años en los que vamos percibiendo que el servicio prestado por las entidades bancarias no es el mismo. Sin ir más lejos, este pasado sábado día 5 de febrero, se organizó y difundió en redes sociales un acto para dejar de pagar con tarjeta y hacerlo en efectivo con el fin de perjudicar en cierta manera los resultados de las entidades financieras y todos hemos seguido la campaña “soy mayor no idiota” de un ciudadano harto por el trato recibido por parte de la banca que ha recibido gran apoyo social como muestra del cansancio ante la situación.

Es cierto que la calidad del servicio se ha visto perjudicada en gran medida. Y ahí llama la atención poderosamente, el que frente a los miles de millones de beneficios que ha tenido la banca, no hagamos más que asistir a cierre de oficinas, restricciones horarias y carencias en la atención. Los números son claros. En el año 2021 se cerraron del orden de 3.000 sucursales bancarias y desaparecieron más de 12.000 puestos de trabajo, y este año 2022 la inercia continúa, con procesos de EREs cuya negociación se cerró el pasado año, pero cuyos efectos e implementación continúan este ejercicio. Esta situación es acusada tanto por usuarios, que en definitiva son quienes con su dinero permiten la actividad de la banca, y clientes bancarios, como por los empleados de dichas entidades. Si somos 12.000 menos y el número de clientes es el mismo, el servicio no puede ser igual.

En general, la población y usuarios bancarios cargamos la culpa siempre contra los mismos, la cara visible de la entidad: los empleados. Esos que para bien y para mal nos atienden, dan la cara y, en la medida de sus posibilidades, tratan de ayudar a la clientela con las limitaciones de las instrucciones que las entidades para las que trabajan y les pagan el sueldo les imponen, como sucede en cualquier empresa donde la directiva marca los mandatos que cualquier empleado debe cumplir si aspira a conservar su puesto de trabajo.

Esas personas, no olvidemos que son personas, escuchan todo tipo de improperios por hacer su trabajo, el que les mandan, ese que, si no hacen, les sitúa en una difícil situación con alto riesgo de pérdida de su puesto de trabajo en un sector en reconversión y con una destrucción de empleo continuada desde que se inició la crisis de 2006 y que ha perdurado hasta hoy día en 2022, y cuyo resultado se cuenta por miles de empleos destruidos y redes de sucursales reducidas igualmente y viviendo EREs salvajes como los que recientemente han protagonizado entidades punteras del sector como Caixabank, BBVA, Santander, Sabadell, etc. Precisamente el de Caixabank se ha convertido en el principal ERE en cuanto a número de empleos destruidos en el sector bancario en este país, más de 6.000 puestos de trabajo en un solo año. Se trata de procesos salvajes donde el miedo y las presiones son utilizadas a modo de amenazas contra los empleados, que son víctimas de estas tensiones internas y que solo pretenden que les dejen hacer bien su trabajo y poder atender a la clientela de la mejor manera posible.

La situación de presiones desmedidas y amenazas veladas que viven estos profesionales junto con la reducción de puestos de trabajo hacen que se encuentren con unas condiciones laborales especialmente dañinas para su salud mental y física y deben compatibilizar cada día esta situación con la atención a una clientela cada vez más crispada por este escenario, intentando mantener unos estándares de calidad de atención que a todas luces son inviables dado que la cantidad de clientes a atender es la misma, pero las oficinas y profesionales para atenderles son mucho menos que los que hace unos años.

Durante todo el pasado año se han sucedido diferentes concentraciones y manifestaciones contra los salvajes EREs de las diferentes entidades del sector y actualmente se ha convocado por parte de UGT y otros sindicatos mayoritarios en CaixaBank, el próximo día 22 de febrero, concentraciones en distintas ciudades del país. Ahí es donde debe acudir todo el que pueda, ya sean empleados y empleadas del sector, porque el esfuerzo, las amenazas y la presión a la que estamos siendo sometidos es brutal y está minando, día a día, nuestra salud física y mental; así como también debiera acudir a apoyar la ciudadanía y clientela molesta con el deficiente servicio que se les ofrece y el poco tiempo que se les dedica.

Los directivos de las grandes entidades financieras quieren seguir echando a empleados al paro, para ganar competitividad, es decir, aumentar beneficios para unos pocos, para perjuicio de empleados y clientes. Paremos este sin sentido. Pidamos atención digna y empleo decente ¡Juntos somos más fuertes!

  • Juan Miguel Mena López es responsable del sector financiero de FESMC - UGT-PV
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