Un Senado para el cambio
No sabemos cuánta gente les escribe a sus senadores para pedirles un cambio en su realidad, lo que necesita que suceda o deje de suceder para poder, con su esfuerzo y con justicia, disfrutar de su vida.
Y sin embargo los grandes cambios que nos faltan pasarán por el Senado, o no pasarán. En las elecciones del 20D hubo menos ciudadanos y ciudadanas que votaron al Senado que al Congreso; también los partidos se centraron en otros debates y en otros puestos mucho más que en esta cámara del parlamento español. Resultado: el PP, con el 28% de los votos, se quedó con el 60% de los escaños.
Si a usted le dicen “senado”, ¿en qué piensa? ¿Qué imágenes le vienen a la cabeza? La mayoría de los españoles no tenemos una imagen muy positiva del Senado. Alfombras gordas y adornos dorados, gintonics a cuatro euros, alcaldesas aforadas, expresidentes jubilados y poco más. No sabemos para qué sirve pero sí que cuesta demasiado. Porque sirve realmente para lo que se diseñó. Era necesario darle un retiro dorado, con honores pero lejos de la vista, a ciertos políticos preconstitucionales, para que no molestasen mucho y se pudiese llevar a cabo la transición sin estridencias. Luego vino el bipartidismo y los grandes partidos continuaron enviando allí a sus viejas glorias, dándoles una jubilación digna y controlando el riesgo de dejarles sueltos y descontentos. Por el módico precio de poco más de 50 millones de euros al año, les ha funcionado, hasta ahora.
Al Senado se le llama cámara alta porque en 1977 el Rey designó de entre la alta sociedad a 41 senadores, frente a los diputados votados por el pueblo (cámara baja). Ahora a 58 de los senadores los designan las comunidades autónomas y el resto se eligen por sufragio, para lo cual los principales partidos suelen colocar en las listas a sus expresidentes y a algunas personas de sus aparatos. En diciembre algunos de nosotros ya participamos en la campaña como candidatos al Senado. Veníamos de la universidad, de organizaciones sociales y de otros ámbitos fuera de la política. Aceptamos el reto de la candidatura del cambio entonces y lo volvemos a aceptar hoy. Porque el Senado nos es sólo, para el futuro que queremos, un cementerio de elefantes: es el “as en la manga” del sistema. Allí reside el candado para que nada cambie, el poder de congelar la Constitución, y el PP se ha quedado con la llave.
¿Cómo es posible que el reparto de senadores sea casi el mismo que antes, aunque la proporción de fuerzas haya cambiado? ¿Por qué? Porque en cada provincia, el sistema electoral otorga tres senadores a la primera fuerza y uno a la segunda, al resto nada; lo cual, multiplicado por 52 provincias, da una enorme mayoría a la primera fuerza. A pesar de ser la cámara territorial, este sistema apenas tiene en cuenta la realidad de las comunidades autónomas. Nosotros queremos convertir el Senado en una verdadera cámara de representación territorial.
El 20D rozamos con los dedos un gobierno de cambio, pero es necesario que lo tengamos claro: los cambios más importantes no hubieran sido posibles ni llegando al Gobierno dada la mayoría del PP en el Senado. Por eso el 26J queremos ganar el Senado, porque el Cambio, las reformas en mayúsculas, lo exige. Por eso propusimos al PSOE hacer una candidatura conjunta al Senado que nos permitiera también quitarle la llave del candado al PP. Ahora, con la confluencia de Podemos, En Comú, En Marea, Mes, Compromís y Unidad Popular, la gente podrá en breve desempatar en el Congreso y posibilitar el gobierno de cambio al servicio de la mayoría y no de los privilegiados; y en el Senado debemos marcar a nuestros candidatos y candidatas para abrir los cerrojos y que corran vientos nuevos, políticas nuevas.
*Emilia Sánchez-Pantoja, Ferran Martinez, Vicenta Jimenez, Pilar Lima y Ramón Espinar
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