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Cuando el contexto sociocultural es primordial para entender las realidades LGTBIQ+

Encuentro sobre “Literatura y periodismo contra la LGTBIQ+fobia en contextos represores” coordinado por la profesora Patricia Picazo y protagonizado por Melibea Obono y Murad Odeh

Leila El Moudni Guerrero

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“Las chicas homosexuales aquí si queremos tener hijos nos emborrachamos. Fumamos banga, coca, maría, lo que más cerca tenemos. Con voluntad propia no te vas a ir con un tío. No nos gustan los penes. Mi caso fue así. Mis amigas me aconsejaron. No quería fumar, bebí mezcla de licores y una o varias veces… ni me acuerdo ya... prefiero no recordar… me acosté con el chico este que… en fin. Mi familia me dijo que… llevaba mucho tiempo con presión. Ordenaron que tuviera un bebé que me sustituyera porque me había perdido. Mi abuela dijo textualmente que ”ya no eres hija de la familia“ [...] Después de que les diera un niño, aseguraron, me dejarían libre, ya podría irme y morirme, no les iba a importar. Mentira. El acuerdo era que al dar a luz cuidarían al niño, ahora me han abandonado”.

Trifonia Melibea Obono es una escritora ecuatoguineana y miembro de la etnia fang. Desde 2017 ha escrito ocho relatos sobre las realidades queer y con perspectiva de género en el contexto de Guinea Ecuatorial. El fragmento anterior, extraído de la novela 'Yo no quería ser madre: Vidas forzadas de mujeres fuera de la norma', muestra los matrimonios forzados a las que se someten los hombres trans, las mujeres bisexuales y las lesbianas para no salirse de la “norma” del imaginario colectivo del país centroafricano.

Con esta introducción, la autora quiso mostrar la realidad de una testimonio lesbiana que tuvo que gestar por obligación ante la presión de su familia y el temor a la marginación.

Obono explica que uno de los apodos que le pusieron a esta víctima fue 'sonrisa' porque siempre estaba feliz, hasta que despareció durante un año. No se supo nada de su situación. Intentaron encontrarla hasta que un día volvió sola. Y estaba embarazada.

“Ya no sonreía. Siempre estaba en silencio. Las entrevistas las realicé durante el período de gestación y el momento del parto. Desde que la volvimos a ver hasta que falleció, todo fue una cadena de desgracias. En esta región, las violaciones grupales y los embarazos forzados forman parte de las terapias de conversión de uso habitual por parte de las familias para curar el lesbianismo de sus hijes”, destaca.

Los treinta protagonistas (hombres trans y mujeres LGTBIQ+) aparecen de forma anónima por el temor a ser descubiertos: “Hay que tener en cuenta que Guinea Ecuatorial no es una democracia. Me confesaron que tenían más miedo a la represión que podían sufrir por parte de su familia que al Estado”.

Siguiendo en esta línea, la escritora manifiesta que estas acciones contra personas con una orientación sexual disidente están reconocidas y aceptadas por ley: “Todas estas normas son fruto del modelo occidental heredado por la colonización”.

“A través de la literatura y del periodismo enfoco mis estudios en el cuerpo como objeto de dominación y de poder, especialmente los de las mujeres. En Guinea Ecuatorial, cuando la familia te repudia, te quedas sin ningún tipo de apoyo. Les chiques se cuidan entre elles como una forma de crear un núcleo seguro”, afirma.

Además, explica que las familias nunca están presentes en el parto y, en muchas ocasiones, se llevaban al bebé para chantajear a la perosna gestante. “Escoger la orientación sexual no es una moda. Las familias aumentan el nivel de represión para que la persona acabe cediendo”, declara.

La autora ecuatoguineana cree que la escritura es una forma directa de militancia y una herramienta de cambio social: “No sabría decir si los libros cambian a la escritora, o la escritora contribuye al cambio con su escritura. Tu vida se transforma porque ves el miedo en esas personas a través de sus ojos y, a la vez, temes por ellas”.

La homofobia no es exclusiva de la sociedad árabe

Los padres y abuelos de Murad Odeh tuvieron que huir de Nablus, una ciudad en el norte de Cisjordania, durante la Guerra de los Seis Días (1967) para instalarse en Valencia.

Odeh siempre se había preguntado si cabía la posibilidad de ser palestino y gay. Si era compatible pertenecer a una región en la que predomina una cultura conservadora y, a la vez, tener una orientación sexual disidente.

Con catorce años decidió “salir del armario”. En su núcleo familiar no concebían que alguien podía identificarse con esas dos características. Este pensamiento estuvo presente en su imaginario colectivo hasta que Odeh conoció a otros chicos con las “mismas etiquetas” en un viaje que realizó a Palestina en 2023 para un trabajo de campo.

“Cuando llegué a Jerusalén, lo primero que hice fue abrir una aplicación de citas para chicos homosexuales. De repente, un chico palestino sin foto me escribió. Cuando le conté que yo también lo era, empezamos a hablar con más confianza. La primera noche que me reuní con él y un amigo suyo, fue uno de los momentos más sanadores de mi vida: estuvimos hablando de chicos en árabe y atravesados por la misma experiencia junto al Muro de las Lamentaciones. Cuando se lo conté a mi madre no se lo creía”, manifiesta.

El periodista aclara que el hecho de poder reflejarse en esas personas le hizo un 'clic' en su mente: “Les comenté que llevaba muchos años sin hablarme con mi padre y me dijeron 'no pasa nada, bienvenido al club'. Tu problema, que ha sido un trauma durante muchos años, te demuestra la necesidad de tener referentes e identificarte”.

El periodista y activista queer se encarga de divulgar sobre la resistencia LGBTIQ+ en Palestina. Uno de sus últimos proyectos es el pódcast Diversidades, donde profundiza sobre las diferentes identidades de las personas del colectivo y el peso del contexto sociocultural.

“El primer obstáculo que imposibilita el crecimiento de las personas queer en Palestina es fruto de la ocupación militar israelí”, destaca, y añade que el país está totalmente bloqueado y no tiene ningún tipo de “capacidad de desarrollo de un sistema político democrático porque no existe la posibilidad de un crecimiento económico ni la implantación de derechos civiles para las minorías”.

Enfatiza que la prioridad del pueblo palestino ha sido no morir de hambre y esquivar los ataques israelíes: “Si las condiciones fuesen más óptimas, la sociedad habría abrazado antes a la comunidad LGTBIQ+”.

Durante su intervención, también hizo hincapié en la estrategia de marketing, conocida como pinkwashing, que lleva a cabo el alcalde de Tel Aviv, Ron Huldai, desde 2009 para crear una imagen positiva y afín a las personas queer como atracción turística.

“Esta ha sido la principal arma de instrumentalización del colectivo. Los gobiernos de Israel han invertido en campañas para convertirse en el único paraíso LGTBIQ+ de medio oriente. El resultado ha comportado una auténtica deshumanización y desinformación de las personas queer palestinas”, recalca. Odeh advierte que es peligroso condenar a toda una población porque haya una parte que sea homófoba y aclara que este odio no es “exclusivo de la sociedad árabe”.

“Solo la movilización social puede generar algún efecto. La vía diplomática es una farsa. Ha quedado claro la ineficacia del derecho internacional y de los discursos templados de los líderes mundiales que tratan este tema a largo plazo. El pueblo palestino no tiene ese tiempo. Ayer se ordenó la evacuación de la zona de Rafah porque están a punto de entrar. Es un momento histórico muy duro”, subraya.

Asimismo, Odeh explicó que, desde que empezó el genocidio en Gaza, se ha usado con más frecuencia una web llamada 'Queering the map', una especie de mapa donde las personas LGTBIQ+ de cualquier parte del mundo pueden publicar sus pensamientos y estados.

Iniciativas de concienciación

La convocatoria “Literatura y periodismo contra LGTBIQ+ fobia en contextos represores” se inscribe dentro de las actividades programadas por diversitats, proyecto impulsado por el Vicerrectorado de Igualdad, Diversidad y Políticas Inclusivas de la Universitat de València, en el marco del Día Internacional contra la LGTBIFobia.

Patricia Picazo, coordinadora y profesora del Departamento de Teoría de los Lenguajes de la Universitat de València, explica que el uso de la palabra “represores” se ha hecho con la finalidad de mostrar otros contextos que “desconocemos y a los que nuestra normalidad no llega o de los que se informa de forma incorrecta”. Añade que la falta de libertad está presente en cualquier lugar, independientemente del país.

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