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Viento del Sur

Chus Villar

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Andalucía no es la Comunidad Valenciana, pero hoy no podemos evitar preguntarnos qué pasará aquí en sólo dos meses y si es posible sacar alguna tendencia de los resultados. Un sondeo publicado por Las Provincias nos da algunas claves, aunque hay que hacer la salvedad de que las encuestas se han realizado antes de las elecciones andaluzas, por lo que habría que introducir cierto factor corrector, es decir, cómo influirán en algunos votantes valencianos los resultados del Sur de España, ya que la cuestión psicológica debe ser tenida en cuenta. Yo, por ejemplo, tengo un amigo, tradicional votante de IU, que comenta que vista la caída de la formación de izquierdas, optará por un voto más “útil”. Argumentos similares pueden reproducirse para UPyD, que también parece ser comida por Cuidadanos, por poner otro ejemplo.

Si comparamos la encuesta de hoy (y otras anteriormente realizadas) con los resultados andaluces, la clara caída del PP es un dato común. Es una tendencia que tiene nombre y apellidos nacionales, marcada por el enorme desgaste que ha sufrido el Gobierno de Mariano Rajoy a causa de la política de recortes y los casos de corrupción. En Andalucía, a esta realidad se le ha sumado la elección de un candidato desconocido y colocado por Madrid (“paracaidista” le llaman algunos) y el hecho de que en gran medida el Ejecutivo PSOE-IU ha logrado realizar políticas que han frenado en parte el austericidio.

No obstante, ni siquiera las peores previsiones apuntaban a tal descalabro del PP, que ha descendido en 14 escaños, cuando hace tres años sólo lo separaban del PSOE tres diputados y cuando en las últimas municipales logró gobernar todos los ayuntamientos de las capitales andaluzas. Sin duda, en aquel momento la factura de la crisis, gestionada por el Gobierno de Zapatero, era pagada por el PSOE, y ahora las tornas se vuelven. También ha tenido que ver la decisión de Griñán de dar paso a Susana Díaz y desviar así el desgaste y las repercusiones del caso de los ERE.

En la Comunidad Valenciana, los sondeos indican que la caída de los populares será aún mayor (de entre 19 y 22 escaños y casi un 20% de votos). También tiene lógica: si en Andalucía el PP acusa los pecados nacionales, aquí pagaría además por los locales, pues a nadie se le escapa la influencia que tendrán los rígidos recortes en sanidad, educación y dependencia más los múltiples casos de corrupción que empiezan a ser juzgados y que van apuntando a los más altos niveles.

El candidato popular aquí no es un desconocido como Juan Manuel Moreno, sino el que ha sido presidente en algunos de los peores años para el PP de la Comunidad, Alberto Fabra. Génova lo sabe, da las autonómicas prácticamente por perdidas y por eso no se ha esforzado en buscar un repuesto de candidato con más posibilidades, aunque de todos modos lo hubiera tenido bastante difícil. Fabra, que en los últimos tiempos se ha querido desmarcar de las responsabilidad de los lodos actuales originados en fangos pasados, también ha hecho al hilo de las andaluzas declaraciones que pretenden diferenciarle de la cúpula nacional. El President ha asumido el mal resultado y su posible extrapolación, en contraste con Rajoy, que parece continuar la senda del suicidio político en su enroque por no reconocer la realidad. En la misma línea, pero más papista que el Papa y siempre metepatas ha estado la declaración de Arias Cañete, que dice que los resultados en Andalucía se deben al elevado paro en esta comunidad, que hace aflorar el populismo. Al machismo que exhibió en las europeas, el señor Cañete le suma ahora la estupidez.

Pero en la Ejecutiva del PP estatal algunas fichas se van moviendo en otro sentido y contribuyen a debilitar a un presidente del Gobierno ya bastante tocado, más aún ahora con la victoria de Susana Díaz. Así, Jesús Posadas o García-Margallo han aludido a lo evidente: los resultados del domingo son un augurio negativo para el Partido Popular. Posadas ha indicadoalgo más, también palpable: los dos nuevos partidos que han entrado en escena lo han hecho para quedarse.

En este sentido, tras el impacto inicial de Podemos, que podría estarse desinflando a tenor de los resultados de las autonómicas, menos favorables que sus expectativas, Ciudadanos está protagonizando en los últimos meses un sprint importante y se va acercando al cabeza de carrera de los partidos emergentes. El resultado de la formación de Albert Rivera en Andalucía ha sido muy bueno, tanto que hubiera sido la llave de la mayoría absoluta, aunque ni el PSOE ni Ciudadanos han querido protagonizar una coalición de gobierno.En la Comunitat las encuestas apuntan en el mismo sentido, pero parece que ni siquiera un supuesto pacto con Ciudadanos le daría la victoria al PP.

El cacareado fin del bipartidismo no ha llegado y los hasta ahora dos grandes partidos seguramente seguirán siendo formaciones potentes, pero la pluralidad política ahora es mayor y en el ámbito valenciano aún más. Aquí los datos no apuntan a que un Gobierno pueda arreglárselas en solitario. Por el momento, parece ser Ximo Puig el destinado a presidir la Comunidad con un resultado peor que en las últimas elecciones y bastante lejos de la cómoda mayoría de su homóloga andaluza. Según la encuesta de Las Provincias, Podemos, como en Andalucía, estaría en un tercer lugar. Sin embargo, la situación aquí es muy distinta para ellos. Si en la noche del domingo su candidata andaluza, Teresa Rodríguez, lamentaba que sus propuestas sociales no pudiesen ser medidas de Gobierno, en la Comunidad Valenciana sí podrían serlo, porque todo indica que PSPV, Podemos, Compromís, EU y Ciudadanos tendrán que llegar a acuerdos.

Izquierda Unida es una de las formaciones que más ha acusado el cambio político, pues gran parte de sus votos se han ido a Podemos y todo señala que en nuestras autonómicas también perdería representación, aunque no en tanta medida, pues allí se ha quedado sin dos tercios de sus representantes y aquí se augura que pase de 5 a 4 escaños. Mayor peso que ahora tendría Compromís, que no parece sufrir el trasvase de votos, sino, al contrario, tiende a consolidar su aumento, con un paso de 6 a 9 ó 10 diputados.

Fuera del mapa ha quedado UPyD en la comunidad sureña y en Levante sigue la misma estela. Se confirma poco estratégica la decisión de Rosa Díez de no converger con Ciudadanos, una formación que, ocupando su mismo espectro político, ha acabado de momento con la línea ascendente que llevaba la formación magenta. Las críticas a su lideresa de Toni Cantó, que podría pasar de diputado candidato a no tener estar ni siquiera representado en Les Corts, y su inclinación a coaligarse con Ciudadanos son dos índices del clima que reina en un partido que podría estar condenado a desaparecer dentro del de Rivera, aunque Díez de momento no acepta cambio de siglas ni reconoce errores.

Así las cosas, la experiencia electoral andaluza, sumada a los sondeos para la Comunitat confirman tendencias, sobre todo el importante descenso del PP y la entrada con fuerza de Podemos y Ciudadanos. Sin embargo, aquí las incógnitas son mayores, al serlo también la fragmentación, de forma que el panorama tras el 24 de mayo abrirá un interesante periodo para el diálogo y la llegada acuerdos en base a proyectos. Algo muy diferente a la mayoría absoluta de rodillo, soberbia y autocomplacidaaun en su propio y creciente deterioro, que ha significado el PP para la Comunidad Valenciana.

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