Cómo usar un desfibrilador en caso de emergencia

Desfibrilador de emergencia.

Marta Chavarrías

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Muchos de nosotros habremos visto en la mayoría de oficinas y edificios públicos un desfibrilador externo automático (DEA). En España, se calcula que hay una media de siete desfibriladores de uso público por cada 10.000 habitantes. ¿Para qué sirven estos dispositivos?

De acuerdo con la Sociedad Española del Corazón (SEC), son aparatos que han demostrado una clara efectividad, utilidad y seguridad en programas de atención inmediata por parte de personas no sanitarias y en espacios de gran afluencia en caso de parada cardiaca.

Cómo reconocer una parada cardiaca

En España, y según datos de la SEC, se producen unas 52.300 paradas cardiacas al año, 22.300 en los hospitales y 30.000 en el entorno comunitario. De estas, tan solo entre el 5% y el 10% se recuperan. Este problema eléctrico del corazón aparece de manera rápida, sin previo aviso, y nos deja muy poco tiempo para tratarlo ya que desde el minuto cero puede empezar a haber daños irreversibles.

Se trata de una emergencia médica para la que es básico actuar con rapidez. Si la persona está inconsciente y no responde, lo más probable es que esté en parada cardiorrespiratoria, un cese brusco, inesperado y potencialmente reversible del latido cardiaco y la respiración.

De acuerdo con la Asociación Española de Enfermería en Cardiología (AEEC), frente a una persona inconsciente debemos analizar su nivel de consciencia, estimulándola y sacudiéndola por los hombros: si reacciona significa que respira y tiene pulso, por lo que debemos llamar a urgencias y vigilar.

Si no responde pero respira, la debemos colocar de lado y avisar a emergencias y, si no responde ni respira, es muy importante empezar a hacer las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) de inmediato para proporcionar respiración artificial y circulación sanguínea de manera temporal (en caso de que no sea parada, no pasa nada porque estas maniobras no suponen ningún riesgo).

La rapidez es vital en estos casos ya que cada minuto que pasa disminuyen las posibilidades de sobrevivir en un 10%. De acuerdo con la FEC, el 85% de las muertes por parada cardiaca fuera del hospital podrían evitarse con el uso de un desfibrilador y conocimientos de RCP.

Pese a todo, y según datos de la Fundación Mapfre y el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar (CERCP), solo en cuatro de cada diez casos de parada cardiaca fuera de los hospitales las personas recurren a maniobras de RCP y apenas el 4% de las reanimaciones realizadas usa un desfibrilador externo automático (DEA).

Qué es un desfibrilador externo automático

Un desfibrilador externo automático se usa en caso de un paro cardiaco repentino. Se trata de un dispositivo médico sofisticado, pero fácil de usar, que puede analizar el ritmo cardiaco de la persona y, en caso necesario, administrar una descarga eléctrica controlada de alto voltaje o desfibrilación para ayudar al corazón a restablecer un ritmo normal –el desfibrilador analiza el ritmo cardiaco y determina si es necesario administrar una descarga eléctrica–.

Con esta descarga o choque eléctrico se consigue interrumpir un ritmo cardiaco irregular o detenido, como en el caso de fibrilación ventricular o taquicardia ventricular, ambos mortales.

Según la Fundación Española del Corazón, el uso de estos desfibriladores en los tres primeros minutos después del paro cardiaco aumenta la supervivencia en un 73% y, si se usa en menos de cinco minutos, las posibilidades aumentan hasta el 50%. Sin embargo, retrasar las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) o el uso del desfibrilador puede provocar daño neurológico y secuelas que pueden ser irreversibles.

Pasos para usar un desfibrilador

Los DEA están destinados al uso público en general. Estos aparatos portátiles son precisos y puede usarlos cualquier persona. Aunque no se precisa formación específica, sí es importante saber cómo funcionan para aumentar el nivel de efectividad.

Las instrucciones que llevan nos ayudarán mucho a conocer los pasos que debemos seguir para usarlo. Los pasos fundamentales son los siguientes:

  • Llamar al 112: antes que nada debemos solicitar ayuda mientras iniciamos las primeras actuaciones.
  • Localizar y disponer del DEA: podemos pedir ayuda a alguien para que localice el DEA más cercano mientras empezamos con la reanimación cardiopulmonar (100-200 compresiones por minuto en el tercio inferior del esternón).
  • Descubrir el pecho de la víctima, retirar las almohadillas adhesivas y colocar los parches que se encuentran dentro del DEA sobre la piel desnuda. Los electrodos los colocaremos en la posición que indican los pictogramas. En la mayoría de los casos, uno va debajo de la axila izquierda y el otro bajo la clavícula derecha, cerca del esternón.
  • Análisis del ritmo cardiaco: con los parches colocados, detendremos la RCP y seguiremos las instrucciones visuales o sonoras del DEA. Es el mismo dispositivo, tras comprobar el ritmo cardiaco, el que determina si es necesario dar la descarga –el corazón se encuentra en situación de fibrilación ventricular, es decir, antes de que pare la actividad eléctrica cardiaca y el corazón deje de contraerse de forma eficaz–. El desfibrilador dispone de unos sensores que analizan el ritmo cardiaco. Mientras lo hace, es importante que nadie toque a la víctima porque durante el análisis se pueden provocar movimientos que interfieran sobre el reconocimiento del ritmo cardiaco y, por tanto, retrasar la administración de una descarga.
  • Desfibrilación: si lo considera necesario, el DEA hace una descarga. Para ello, debemos apartarnos y presionar el botón de descarga (los desfibriladores automáticos lo hacen solos). El DEA hace una especie de 'reset' en el corazón para que pueda reactivarse de manera espontánea y adoptar un ritmo normal.
  • Tras la descarga, debemos continuar con la reanimación cardiopulmonar hasta que llegue la ayuda médica o la víctima se recupere. De no ser así, el DEA indica que nos detengamos para volver a hacer un nuevo diagnóstico a los dos minutos, avisando con señales sonoras.

La aplicación Ariadna, lanzada por la Fundación Española del Corazón (FEC), la SEC y Cruz Roja, tiene como objetivo agilizar la búsqueda del desfibrilador más cercano, un mapa colaborativo de desfibriladores por toda España que permite geolocalizar estos dispositivos en espacios públicos y privados para usarlos en caso de parada cardiaca.

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