¿Se pone mi perro celoso o son imaginaciones mías?

Perro celoso

Eva San Martín

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Cuando llegas a casa tras haber pasado la tarde con otro perro, lo sabe: te olisquea de arriba abajo, y puede que te haga saber su malestar con gestos perrunos bastante evidentes. Lulú, por ejemplo, frena en seco el ritual de bienvenida, vuelve la cabeza y regresa a su camita como si nada. No cabe duda, está enfadada y sabes por qué: le has sido perrunamente infiel. ¿Pero pueden los perros sentir celos? 

La mayoría de quienes vivimos con un perro contestaremos con un rotundo sí, y otros muchos atesorarán un sinfín de historias acerca de qué pone celoso a sus amigos peludos, y cómo se comportan cuando les corroe la envidia. La ciencia parece darles la razón. Un estudio de 2014 sugiere que los celos son una emoción que al parecer comparten muchas especies sociales, y que funciona como mecanismo de protección de los vínculos sociales frente a la amenaza que podrían suponer terceras partes. 

Según estos investigadores, que valoraron su reacción cuando sus humanos los ignoraban y, por el contrario, atendían e interactuaban con un peluche con forma de perro, el papel de los celos se extiende más allá de la potencial pérdida de una pareja sexual o una relación amorosa. Y abarca la protección del vínculo emocional de otras relaciones que valoramos, como la amistad. 

Incluso Charles Darwin sugirió que los celos existen en otras especies además del ser humano; e hizo una mención especial al perro. Otra investigación de 2018 comprobó que su actividad cerebral se disparaba cuando sus humanos alimentaban a otro perro. Para estos científicos, esta respuesta biológica “tiene similitudes con los celos que experimentamos los humanos”.

¿Celos perrunos?

Cada vez hay más evidencias de que el nivel cognitivo de los perros es enorme, y de que experimentan emociones complejas muy similares a las nuestras. Aunque otros expertos prefieren ser cautos. Y opinan que atribuir una emoción como los celos a los perros puede resultar inexacto. Es el caso de la veterinaria y etóloga Rosario Galtier, del grupo de etología clínica de la Asociación de veterinarios españoles de pequeños animales, Avepa. 

“Los celos son una emoción que nosotros entendemos muy bien porque la sentimos; y es normal extrapolarla a los animales con los que vivimos; pero no está claro que los perros puedan sentir celos del mismo modo en que los experimentamos los humanos”, afirma Galtier experta. 

Humanizar a los animales también hace que les malinterpretemos; y puede llevarnos a malentendidos. Es decir: podemos pensar que el perro está sintiendo celos cuando, tal vez, el motivo del comportamiento que nos parece extraño es otro; por ejemplo, el miedo. 

He tenido un bebé, ¿el perro está celoso?

Cuando llega un bebé a casa, el perro puede comportarse de un modo que no es habitual en él. “Y es común asociar esta situación con el hecho de que el perro pueda estar celoso: asumimos que el bebé es el motivo de sus celos”, explica Galtier. Tu perro podría pensar algo como: “Eh, este humano era mío, y ahora tengo que aprender a compartirlo contigo”.

En este sentido, sería algo similar al llamado síndrome del hermano mayor o del príncipe destronado entre niños que sienten celos hacia la hermana recién llegada. Sin embargo, en opinión de la etóloga, este cambio de comportamiento no tiene por qué vincularse necesariamente a los celos, o al menos, no siempre. 

“A veces tiene más que ver con la modificación del entorno que supone la llegada de un bebé y todos sus accesorios, o con el hecho de que los padres recientes estén estresados, y el perro percibe ese estrés”, apunta. O puede ser miedo: si tu amigo es la primera vez que ve un bebé, o que vive con él, es normal que se despiste: no entiende que un bebé llora y huele distinto.

Celos de otros perros, ¡y hasta de nuestra pareja!

Si tu camarada peludo no quiere compartir su pelota o sus premios con otros perros en el parque, es fácil pensar está celoso. Pero Galtier prefiere hablar de protección de recursos: “El perro intenta proteger los objetos que tienen valor para él: puede ser su pelota, su comida, o nosotros, sus humanos”. 

Además, hay perros más acaparadores que otros: mientras que algunos tienden a proteger sus cosas con dientes y uñas (literal), a otros no les importa tanto compartir la atención de su humano con otros perros o con un bebé recién llegado. En cambio, otros científicos sí hablan abiertamente de celos. 

El antropozoológo John Bradshaw, autor de Entender a nuestro perro (Paidotribo, 2013), no tiene dudas de que los perros son capaces de experimentarlos. Aunque los celos perrunos, concreta, son más puntuales, ni absorbentes ni obsesivos, muy diferentes a los que inmortalizó Otelo. Estos celos, según explica Bradshaw, pueden aparecer fácilmente cuando prestamos atención a otro perro, e incluso cuando abrazamos a alguien, y nuestro amigo “intenta interponerse, por miedo a perder el vínculo con nosotros”. 

¿Podemos estar seguros de que Lulú, o como se llame tu amiga o amigo, tiene un ataque de celos cuando nos repasa de arriba a abajo con la nariz? Parece que no. Puede que solo sienta curiosidad por el olor de los pantalones. Pero también cabe la posibilidad de que sí esté celosa. Por si acaso, no te olvides de acariciarle las orejas, y recordarle que no hay un perro o una perrita más importante para ti.

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