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Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

Los ocho grandes peligros para la salud de tu perro en verano

Foto: Pixabay

Jordi Sabaté

De buena mañana o al anochecer, los que viven en el campo o cerca de un parque amplio y silvestre, y también aquellos que en el mediterráneo rondan por pinares y zonas cercanas al mar, saben de lo placentero y relajante que es sumergirse en la naturaleza, y más si vamos acompañados de nuestro querido can. Algunos lo describen como una experiencia casi mística, seguramente con razón.

Ahora bien, los paseos camperos de primavera y especialmente del verano también requieren sus precauciones, pues campan a sus anchas varios de los principales enemigos de la salud de tu perro, con lo que si no vamos con cuidado podemos tener serios problemas. Conviene conocerlos y aprender a prevenir sus efectos antes de tener que lamentar desgracias mayores.

A continuación te revelamos los ocho grandes peligros para la salud de tu perro en verano.

1. Oruga procesionaria

En las zonas de pinares, ya sea en mar o monte, la procesionaria se ha convertido en un gran problema en España, especialmente en estos últimos tiempos debido a los inviernos más templados que les permiten resistir por la ausencia de heladas. En primavera y verano se las puede ver cruzando en procesión los caminos rurales para ir de un nido a otro, y es muy probable que nuestro perro vaya, curioso ella o él, a olisquearlas.

Pésima y letal idea. Las púas de estas orugas son extremadamente irritantes y venenosas y dependiendo del tamaño del perro y el alcance de la picada que le produzcan, puede morir en poco rato. En todo caso la reacción suele ser muy dañina y conviene actuar con diligencia. Primero lavaremos con agua la zona afectada, y mejor si tenemos suero fisiológico. Después acudiremos prestos a un veterinario para que le recete a nuestro compañero un antihistamínico. 

 

2. Espigas

Las espigas de gramínea están diseñadas para que al caer al suelo su largo ápice en hélice penetre en él como un sacacorchos hasta introducir la semilla. Puede pasar que el perro pise una y en lugar de en la tierra, sea en las almohadillas de la pata donde este berbiquí natural penetre, con gran dolor para nuestro can. Si vemos que cojea, haremos una inspección de la planta, y también otra rutinaria al terminar el paseo.

3. El flebotomo

Tal como explicamos en Nueve razones para proteger a tu perro de la leishmaniasis (aunque no vivas en zona de riesgo), el mosquito flebotomo, que transmite la peligrosa y grave leshmaniasis, tiene un hábitat cada vez más extendido en la península a causa del cambio climático. Además de con las pipetas y los collares, en las zonas más endémicas, como la costa de Barcelona o la de Málaga, etc., procuraremos limitar los paseos a partir de la caída del sol. 

4. El calor

El calor del verano es un enemigo fundamental de nuestro perro casi en todo el país, especialmente entre las once de la mañana y hasta las ocho de la tarde, pues el castigo puede resultar incluso mortal para el can. Tendremos al animal siempre en zonas frescas y de sombra, cerca de una fuente de agua para que se hidrate.

Por nada del mundo le dejaremos dentro del coche ni cinco minutos en verano y por descontado solo saldrá a pasear, fuera de la mañana y el anochecer, lo justo para hacer sus necesidades. Esta norma se puede romper si el can cuenta con un río, una fuente o cualquier otro curso de agua fresca donde mojarse de vez en cuando para bajar su temperatura corporal.

5. Los huesos de barbacoa

Parece mentira pero una de las principales urgencias veterinarias en verano es la ingesta de huesos de restos de barbacoa. Mientras los humanos atienden a otras cosas en el jardín donde tiene lugar el ágape, el perro arrasa con las sobras de carne que han quedado en el suelo y lo tritura todo, huesos incluidos, seducido por su agradable sabor.

Si son huesos de pollo hay peligro de que se astillen y le causen daños en la tráquea. Pero si son de cordero, ternera, etc, también existe el riesgo de que los triture y se hagan en el intestino una pasta dura, como una bala, que lo obture y le provoque dolor agudo al expulsarlos, con riesgo de perforación intestinal y sepsis. También pueden ser fuentes de díarrea.  

6. Las garrapatas

Nuestro can entra en un campo de trigo o cebada ansioso por darse un revolcón en la mullida cosecha. Puede parecernos gracioso, pero lo más probable es que salga lleno de garrapatas hasta las trancas, con pipeta y collar incluido. La mayoría no se agarrarán por efecto de los repelentes, pero si alguna lo hace ni que sea temporalmente, puede trasmitirle enfermedades. Lo mejor es que si es un animal de pelo largo, tras los paseos le hagamos un repaso en tronco y extremidades.

7. Las pulgas

Son un caso similar al de las garrapatas, aunque son menos persistentes y resisten peor a las pipetas y los collares. De todos modos debemos revisar a nuestro can de vez en cuando, sobre todo si vemos que se rasca y lame con frecuencia, porque a veces la protección no es suficiente, sobre todo cuando está cerrando su ciclo de eficiencia.

Una medida alternativa es cambiar collares y aplicar pipetas con más frecuencia de la recomendada en verano si salimos al bosque con frecuencia. Por ejemplo un a pipeta cada tres semanas y un collar cada tres meses. Así nos aseguramos que siempre están en su pico más alto de eficacia. 

8. El mosquito de la filariosis

La filariosis es una enfermedad parasitaria causada por un gusano llamadoDirofilaria immitisque se instala en el corazón y vasos pulmonares de los perros causando problemas que pueden ser de marcada gravedad. En España es endémica de zonas como Canarias, Huelva o el Delta del Ebro, pero el riesgo es alto en toda la costa sur y este, así como en Extremadura, Salamanza, Zamora o toda la ribera del Ebro. Para prevenirla, de nuevo collares y pipeta que cambiaremos con más frecuencia de la habitual. Pregunta a tu veterinario sobre otros productos específicos. 

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