La luz ambiental para tu televisor, ¿de verdad protege tu vista?

Ambilight. Foto: Stephan Legachev - Own work, CC BY 3.0

Martín Frías

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Pasamos muchas horas del día y buena parte de las de la noche mirando pantallas que emiten luz. Aquí se incluyen el ordenador del trabajo, la pantalla del móvil o tablet, y en especial la pantalla del televisor, que en los últimos años ha crecido tanto en tamaño como en brillo. 

Mientras que los televisores de tubo catódico de los años 90 tenían un tamaño entre 20 y 32 pulgadas, las pantallas modernas con tecnología LED están entre las 32 y las 85 pulgadas, o incluso más. Los televisores más modernos con diodos orgánicos (OLED) o de puntos cuánticos (QLED) ofrecen niveles de brillo más altos y sobre todo, mejor contraste. Es decir, los colores brillantes son más brillantes y los negros son más negros.

Al mismo tiempo, ha aumentado el número de televisores que ofrecen retroiluminación, es decir, luces suaves que se ubican detrás de la pantalla del televisor para proporcionar una luz ambiental que se proyecta en la pared o la superficie que hay detrás. La idea es reducir la tensión ocular durante largos períodos de visualización porque, en teoría, el contraste entre una pantalla brillante y una habitación oscura puede producir un esfuerzo de adaptación para los ojos y provocar fatiga ocular. Además, estas luces incrementan el contraste percibido en la pantalla, que parece más nítida.

Esta técnica puede ser tan sencilla como colocar unos simples LED o una lámpara detrás de la pantalla, o en el caso de lo que se conoce como “bias lighting”, una serie de luces de coloridas que responden a los colores que se están mostrando en la pantalla. Por ejemplo, si hay una imagen del desierto bajo un cielo despejado, la parte inferior de la pantalla se iluminará con un tono anaranjado parecido al de la arena mientras que la superior tendrá un tono azulado similar al del cielo. Los más avanzados no solo sincronizan estos tonos de color, sino también la intensidad, por lo que serán más brillantes cuando el contenido de la pantalla sea más brillante, y menos cuando sea más apagado.

Uno de los pioneros en la retroiluminación de los televisores es el fabricante Philips, que la introdujo en los modelos Ambilight en 2002 y hoy es una característica habitual en sus televisores. Los demás fabricantes no lo ofrecen porque Philips dispone de la patente de este sistema, pero aún así hay alternativas para quienes quieran poner este tipo de iluminación en sus pantallas.

Una de ellas la ofrece también Philips. Por un lado, es necesario adquirir las tiras de luces LED programables de la serie HUE de Philips y, por otro lado, una interfaz llamada Hue Play HDMI, que se conecta a la salida HDMI del televisor para sincronizar los colores de las luces con lo que aparece en pantalla. El precio del conjunto puede superar los 500 euros.

Otros fabricantes ofrecen soluciones más económicas aunque menos elegantes. Por ejemplo, Govee ofrece por unos 80 euros una tira de luces LED de colores para colocar tras el televisor, y una pequeña cámara que se coloca sobre la pantalla. La cámara captura la imagen y sincroniza los colores de las luces. El fabricante Lytmi realiza esta sincronización sin cámaras, también a través del puerto HDMI, por menos de 200 euros.

El desembolso, en cualquier caso, puede ser importante si queremos colores sincronizados con la imagen, y mucho menor si simplemente queremos una tira led que retroilumine nuestra pantalla, con colores fijos y conectada al puerto USB. La pregunta es, ¿está justificada la inversión por las ventajas que proporciona?

Más allá del atractivo

Hay evidencia, si bien limitada, de que el contraste elevado entre zonas muy iluminadas y oscuras puede producir fatiga visual. La mayoría de los estudios en este área se centran en la ergonomía visual y la fatiga visual relacionada con el uso de pantallas en general, no específicamente con la luz ambiental sincronizada. Por ejemplo, se ha estudiado que el contraste entre una pantalla brillante y un entorno oscuro produce más fatiga visual, y que disminuir esta discrepancia, bien iluminando el entorno, o reduciendo el brillo de la pantalla, alivia la fatiga. La fatiga visual se manifiesta con sequedad ocular o lagrimeo, malestar general e incluso cefaleas tensionales que irradian desde la zona de la sien. 

Se podría argumentar que basta con encender las luces de la sala donde vemos la televisión. Sin embargo, esto introduce nuevos problemas. La iluminación lateral o posterior proyecta luz sobre la superficie de visión, disminuye el contraste, introduce reflejos y niebla en la imagen, y crea su propio tipo de fatiga visual como resultado. En el caso de las luces ambientales, que se colocan detrás de la pantalla, se elevan los niveles de luz circundantes en el área de visualización sin dirigir la luz hacia los ojos o hacia la propia pantalla. 

Además, hay un fenómeno óptico conocido que hace que con la retroiluminación de las pantallas, nuestro cerebro perciba la imagen como más nítida y con mayor contraste. Basta con mirar la siguiente imagen:

Aunque no lo parezca, la barra gris del centro es de un solo tono de gris. Sin embargo, parece más oscura en un lado y más clara en otro por la influencia del color del entorno. Del mismo modo, si iluminamos la pared de detrás con colores similares a los que aparecen en la imagen, pero una intensidad menor, veremos la imagen mejor. Es como subir el contraste en la configuración del televisor, pero sin necesidad de ajustar este parámetro.

Si queremos colocar una luz simple tras la pantalla, la temperatura de color es importante. La mayoría de los televisores del mercado tienen el color blanco calibrado a una temperatura de color de 6500K, es decir, blanco brillante o “luz de día”. Por tanto, los led que coloquemos detrás deben tener también esta temperatura. La brillantez debe ser de un 10% del blanco más brillante de la pantalla, algo difícil de medir, pero que podemos calibrar a ojo si ponemos una imagen en blanco y ajustamos las luces al mismo tiempo.

Los sistemas de luz ambiental antes citados nos ahorran este paso. Basta con instalar la tira de luces LED alrededor de la parte trasera de la pantalla y el sistema se ocupa de ajustar dinámicamente tanto el color como la intensidad. Algunas personas en foros de imagen argumentan que la retroiluminación puede distraer y desviar la atención de lo que se está viendo, y alterar la percepción del color si, por ejemplo, se trata de un monitor con el que se está trabajando. Por otro lado, muchos otros encuentran que la luz ambiental mejora su experiencia de visionado y su fatiga visual. En cualquier caso, conviene tener en cuenta que las luces brillantes antes de acostarse pueden interferir con la calidad del sueño.

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