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Ocho actos cotidianos que pueden estar empeorando tu acné según dermatólogas

Hábitos que pueden empeorar el acné.

Inés Aguerri Alonso

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El acné es una alteración cutánea común que puede afectar a personas de todas las edades y que puede ser provocada por factores como los cambios hormonales, los efectos secundarios de medicamentos o un uso inadecuado de la cosmética. Como explica a elDiario.es la dermatóloga Keila Mitsunaga, de DermoMedic, el acné puede clasificarsee según las lesiones: “El leve se caracteriza por la presencia de comedones abiertos (puntos negros) y cerrados (puntos blancos), con pocos granos inflamatorios. Las lesiones de acné moderado presentan comedones, pápulas y pústulas. Y por último, las de acné grave incluyen lesiones inflamatorias más profundas como nódulos y quistes”, continúa.

En cualquier caso, “todos los tipos de acné se deben a un mal funcionamiento de la glándula sebácea y a una alteración de la queratinización, pues se produce una obstrucción del folículo piloso que deriva en inflamación y sobreinfección con la aparición de los típicos granos”, apunta la doctora Andrea Huerta-Vena, de la Clínica Dermatológica Internacional.

Pero olvidamos que, en ocasiones, somos nosotros mismos con nuestros actos y hábitos quienes empeoramos nuestro acné o propiciamos que nos salgan más granitos en la cara. Además de un tratamiento dermatológico en los casos en los que sea necesario, en nuestra mano está cambiar algunas de estas costumbres.

Usar mucho maquillaje o cosméticos inadecuados 

Aunque el propósito de los cosméticos es mejorar la apariencia de la piel, algunos pueden obstruir los poros y empeorar el acné. “Esto puede ocurrir debido a varios ingredientes presentes en ellos, como aceites, ceras, emolientes, fragancias y conservantes”, explica Keila Mitsunaga. 

Además de fijarnos en la caducidad del maquillaje, como apunta Huerta, “debemos elegir productos no comedogénicos y oil free. Los primeros han sido testados para demostrar que no provocan el taponamiento del folículo piloso y los segundos, además de no ser comedogénicos, no contienen ningún aceite graso, siendo así más adecuados para pieles grasas con tendencia acneica”. 

Respecto a las cremas y jabones, nos beneficiaremos de emplear “geles de limpieza que permitan eliminar el exceso de sebo en profundidad, nunca elegir productos que irriten para no alterar la función barrera de la piel y empeorar el acné”, recalca Mitsunaga.

Exfoliarse en exceso

Ambas dermatólogas coinciden en que al exfoliar en exceso la piel podemos alterar la función barrera y provocar cambios en la flora cutánea y, en consecuencia, aumentar la inflamación. Sin embargo, puntualiza Huerta, “sí que es necesario realizar una exfoliación física de vez en cuando (una o dos veces a la semana) porque esto nos ayuda a retirar el exceso de restos de queratina, microorganismos, sebo, polución... Y nos ayuda a mejorar el acné”.

Explotar granos

Además de las posibles cicatrices que ocasionemos al manipular los granos, “con este acto también se pueden propagar bacterias y aumentar el riesgo de infección e inflamación local, lo que puede provocar la formación de nuevos granos”, explica Mitsunaga.

Cuando aparece uno nuevo, la doctora Huerta recomienda “utilizar productos de farmacia en formato stick con principios activos que 'secan' el grano y favorecen su desaparición”.

Cuidado con el afeitado

Al afeitarse, muchas personas tienen “pápulas y pústulas que llamamos de foliculitis de la barba y que confundimos con el acné, ocasionadas por la irritación de la cuchilla”, explica la dermatóloga Keila Mitsunaga. Por eso debemos ser especialmente cuidadosos en el proceso.

Huerta recomienda “limpiar la cara antes del afeitado, incluso con un jabón antiséptico; realizar el afeitado cuidadosamente con un gel o espuma de afeitado, a poder ser sin alcohol, que reblandezca el pelo. Finalizamos hidratando la piel para compensar la agresión, mejor con una hidratante no comedogénica que incluya agentes reparadores (como las ceramidas) y activos antiinflamatorios (como la niacinamida)”.

Tocarse la cara constantemente 

En el caso de la piel con tendencia acneica, este hábito no solo puede inflamar más la piel, sino también empeorar el cuadro al llevar bacterias que tenemos en las manos hasta la piel, pues estas son un importante foco de diversos microorganismos.

De hecho, la costumbre de tocarse la cara es tan común que existen estudios como este realizado por la Universidad de Nueva Gales del Sur que indica que cada uno de los 26 estudiantes observados se tocó la cara 23 veces por hora.

“Además, cualquier oclusión en la piel puede favorecer la aparición de acné, como el aumento en casos de acné tras el uso de mascarillas por la pandemia de Covid, que hasta adquirió el nombre propio de maskné”, explica Huerta.

Llevar gorras y otros accesorios

En ocasiones, la “fricción del roce con la cara puede irritarla y empeorar la inflamación, obstruir los poros y aumentar la humedad”, afirma Mitsunaga. 

Por eso es recomendable mantener limpios estos accesorios y evitar que estén húmedos, ya que su uso a veces tiene más ventajas que inconvenientes, pues nos aportan muchos beneficios al protegernos del sol.

Cuidado con el sol

El sol tiene efecto antiinflamatorio y antibacteriano y aunque muchas enfermedades como la dermatitis atópica o la psoriasis mejoran siempre y cuando utilicemos crema solar, “en el caso del acné es bastante frecuente que tras la mejoría del verano se produzca un empeoramiento en otoño”, explica Huerta. “Esto ocurre porque para protegerse del sol, la piel aumenta el grosor de la capa más externa (capa córnea), siendo más fácil que se taponen los folículos pilosos y que tras el verano se produzca este efecto rebote”.

Aunque la exposición ocasional al sol puede tener un efecto temporal de secado en los granos de acné, Mitsunaga recalca que “no se recomienda como tratamiento por el riesgo de hiperpigmentación postinflamatoria, que son manchas oscuras que pueden persistir en la piel después de las lesiones hayan sanado y por el riesgo de daño cutáneo”.

Hábitos alimenticios inadecuados

Aunque la relación entre la dieta y el acné es un tema de investigación en curso, ambas dermatólogas coinciden en que “está demostrado que las dietas con alto índice glucémico y alimentos ricos en grasas saturadas pueden empeorar los síntomas de acné”, según explica Mitsunaga.

Por su parte, Huerta recalca que “hacer ejercicio y mantener una dieta equilibrada son fundamentales para mejorar el acné y cualquier patología cutánea en general. Cada vez tenemos más evidencia de que la flora intestinal influye mucho en la salud de la piel y es bastante frecuente encontrar brotes de acné o rosácea en pacientes con alteraciones intestinales”.

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