Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Etiquetas manipuladas y tierras expropiadas: beneficios de la ocupación israelí
Los ministros de relaciones exteriores de 16 países miembros de la Unión Europea (UE) han firmado una carta dirigida a la alta representante de la Unión para asuntos exteriores, Federica Mogherini, llamando a la organización a promover un etiquetado distinto para los productos de las colonias israelíes del propio de los que provienen de Israel. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de ello para la política de colonización israelí? Probablemente pocas. Sin embargo, es un paso más en la dirección correcta, que manda un recado que Israel se resiste a asumir.
Pruebas de que en Israel la ocupación ha sido completamente normalizada no faltan. Sobran. De hecho, esta carta se hizo pública la misma semana en que la Corte Suprema israelí ha fallado permitiendo a Israel robar las tierras de los palestinos que no viviendo en Jerusalén tienen propiedades en la ocupada capital palestina. ¿Cómo? Invocando una ley de 1950, la Ley del Ausente, mediante la cual Israel se apropió de las propiedades de los refugiados palestinos, y extendiendo su aplicación al territorio ocupado en 1967, particularmente a Jerusalén Este. El mecanismo es muy sencillo: al palestino se le niega el ingreso a su tierra y después de cinco años se declara que el dueño de la tierra está “ausente”, con lo que ésta pasa a manos del Estado. Es así como los sionistas pasaron de ser dueños de menos del 6,5% de Palestina en 1948 a controlar “legalmente” un país completo.
El etiquetado de los productos de las colonias viene a reconocer que éstas no se encuentran en Israel. Esto evidentemente molesta a Israel, por cuanto es un rechazo a su política de transformar la ocupación de territorio en anexión del mismo. El etiquetado por ende denuncia un crimen de guerra, cual es la colonización, pero no asume ninguna medida punitiva al respecto. Reconocido el crimen, lo correcto es prohibir no su simple etiquetado, sino la comercialización de estos productos. Tal prohibición será consecuente con la posición de la comunidad internacional contraria a la colonización y pondría finalmente en acción lo que hasta el momento han sido tan solo palabras.
Las colonias no solo producen dátiles, uvas y manzanas. Las colonias producen un capital en servicios muy importante para Israel, incluyendo el turismo. Por ejemplo en la agencia de viajes de El Corte Inglés bajo el título “Jerusalén, Israel” se recomiendan hoteles de colonias israelíes como el Grand Court o el Olive Tree. Igualmente, el suplemento “El Viajero” del diario El País se esmera en promocionar la ciudad antigua de Jerusalén como parte de sus recorridos por Israel; en su edición de Navidad incluso llegó a incluir a Belén en ellos. Es importante que los países hagan valer su legislación interna para prevenir que las colonias israelíes se beneficien económicamente de la ocupación. El etiquetado no hace nada de ello, sino que deja a disposición del consumidor adoptar una posición u otra. Así como comprar lechugas de una granja orgánica o de otra de carácter industrial. Ante un crimen de guerra, las cosas deben ser más claras.
Otra pregunta que surge es cómo Europa pretende lidiar con los colonos israelíes y no solo con sus productos. Hay contradicciones tan palmarias como la que se produce cuando en Europa -donde reiteradamente se han condenado las colonias israelíes- se permite el ingreso a su territorio a colonos israelíes sin necesidad de pedir un visado, mientras que a los palestinos sí se les exige, a pesar de que unos y otros viven en el mismo país. La exención de visados es un incentivo más que tienen los colonos israelíes para mantener su ilegal posición de fuerza.
Respecto al tema de la aplicación de la Ley del Ausente para expropiar propiedades palestinas, habrá que preguntarse si los países de la UE piensan adoptar alguna acción al respecto o no. Por el momento, el informe anual de los jefes de misión de la UE en Jerusalén ha sido muy claro en cuanto a promover sanciones contra la colonización israelí, algo que en Bruselas parece no ser un punto de partida. Lo dramático de la Ley del Ausente es cómo se quitan tierras a palestinos, los cuales no pueden estar en su propiedad por prohibiciones israelíes, para seguramente construir viviendas e infraestructura para el asentamiento de gente venida de cualquier otra parte del mundo. Esto es lo que el historiador israelí Illan Pappe definió como la política de “desplazamiento y reemplazo” en su libro La limpieza étnica de Palestina.
El etiquetado de los productos de las colonias es un tema rechazado por Israel, debido a que no reconoce que exista una ocupación. Pero no necesariamente todo lo que Israel rechace debe ser el punto final de la presión por parte de Europa. El comportamiento histórico de los diplomáticos israelíes es el de dramatizar y maximizar cualquier medida para así neutralizar su cumplimiento, utilizando de forma barata y burda el drama del Holocausto como capital político. Esto ya lo ha hecho algo el ministro de Relaciones Exteriores israelí Avigdor Lieberman -un colono ilegal que debería ser etiquetado como tal por sus contrapartes- al afirmar que Europa debería etiquetar los productos de las colonias con estrellas de David amarillas. ¿Está dispuesta Europa a continuar siendo presa de esta manipulación que ataca los principios básicos del Derecho internacional?
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.