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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Yolanda Díaz y las esquinas de la política

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, durante un Pleno del Senado. EFE/ Javier Lizón

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La división entre Podemos y Yolanda Díaz resulta ser cada vez más evidente. El último episodio de muchos, el de los principales dirigentes morados oponiéndose al envío de “armas ofensivas” a Ucrania, a la vez que Yolanda Díaz aplaude y cierra filas con Pedro Sánchez. Todo ello, mientras Díaz ya ha anunciado la voluntad de impulsar, a partir de la primavera, su propio proyecto político para las elecciones generales. 

Uno de los motivos, afirma, que la ha llevado a crear un nuevo proyecto que desborde a Unidas Podemos (UP) es su voluntad de salirse de las esquinas. “No quiero estar a la izquierda del PSOE. Soy una mujer que no se queda en las esquinas. No me gustan las esquinas!” afirma en cada entrevista. Nada que objetar a esta afirmación, todo proyecto transformador debe aspirar a poder interpelar a la mayoría social. Sin embargo, el hecho de que Yolanda Díaz solo sea capaz de realizar una lectura uniposicional y estática de las esquinas políticas y no multiposicional y cambiante, que es tal como son, la puede llevar, en la práctica, a lo contrario de su objetivo. Esto es, a la autoconstrucción de su propia esquina desde la que no poder llegar, tampoco, a ninguna mayoría. ¿Qué quiero decir?

Al percibir la esquina política como algo uniposicional y estático, Díaz solo puede ubicar está en el polo izquierdo del tablero político. La única esquina en la que, de acuerdo con tal lectura, podría quedar arrinconado su nuevo proyecto es la de la pureza izquierdista. Aquella donde los cambios políticos y sociales se plantean en términos de todo o nada, renunciando, por insuficiente y no encarnar una sociedad de justicia absoluta y acabada, a jugar en la amplia superficie del tablero que es la de las reformas parciales de las condiciones de vida. De acuerdo con este análisis uniposicional y estático de la esquina, cuanto más moderada y centrista sea su nueva propuesta, más lejos estaría de la esquina y más amplio sería su campo de interpelación social y acción política. 

Sin embargo, la tesis aquí planteada es que esto no es, necesariamente, cierto. Las esquinas políticas no son uniposicionales y estáticas sino multiposicionales y cambiantes. 

¿Qué quiere decir, en política, estar en las esquinas? Pues, simplemente, achicar tu campo de hacer política. Todo proyecto transformador puede ampliar o reducir su campo de acción. Esquina es sinónimo de arrinconar, achicar, aislarte del todo político. Es reducir el terreno en el que pretendes ejercer influencia para cambiar las cosas. La esquina es un reducido espacio del todo político.

No es necesario tener el centro de gravedad en el rincón de extrema izquierda del tablero para achicar tu campo de acción política. La izquierda puede también reducirlo teniendo el punto de gravedad en cualquier punto del tablero. También en el centro hay esquinas o espacios reducidos de la política. Las esquinas son multiposicionales y cambiantes.

No entender esto es lo que está llevando a Yolanda Díaz a construirse su propia esquina. Su accionar político consiste en intentar introducir medidas de igualdad en el seno de la vida política pero eliminando de la misma:

  • Cualquier tipo de posición crítica sobre política exterior, la OTAN y la UE. 
  • Cualquier apuesta por abordar democráticamente aspectos estructurales del régimen del 78, como la corrupta monarquía. Ante la pregunta en la entrevista de Jordi Évole a la Vicepresidenta, un domingo en prime time televisivo, sobre un referéndum acerca de la república en España, esta contesta un “ahora no es el momento”. 
  • Cualquier tipo de propuesta destinada a poner fin a la represión y persecución política de miles de personas en Catalunya y encontrar una solución al conflicto territorial. Son ya más de 3.500 encausados y más de 800 juicios los que se han producido y que no paran de crecer cada día (la semana pasada más de cinco detenidos en distintos municipios catalanes) ante el silencio absoluto de Díaz sobre la cuestión, quien, frente a la pregunta de Évole sobre el Referéndum catalán contestó de nuevo con otro: “Ahora no es el momento”. Y,
  • Parte de tu propio programa electoral. Mientras la aprobación de la reforma laboral con el bloque progresista de investidura viabilizaba dar cumplimiento al programa de UP. Su negociación y acuerdo con la patronal y Ciudadanos obligó a Díaz a neutralizar y vaciar sus propuestas originales, renunciando y ubicando parte de sus promesas electorales fuera de la política.

Cuando eliminas todos estos aspectos, y otros, de la vida política, has expulsado tantos espacios de tu campo de acción y de tu propuesta que el espacio en el que acabas pretendiendo hacer política se limita a un pequeño campo reducido, aislado del resto del todo político del que te autoexcluyes como actor de cambio. Aunque no ubicada en la extrema izquierda sino en el centro se acaba, al fin y al cabo, autoconstruyéndote otra esquina, esto es, renunciando a jugar en el tablero entero.

Al igual que hay una esquina izquierdista que se construye mediante la eliminación del pragmatismo por la ideología, hay también una esquina centrista que se construye mediante la eliminación de la ideología por el pragmatismo. Las esquinas o espacios reducidos de la política pueden tener su centro de gravedad en distintos puntos del tablero. 

En política, aquellos únicos momentos históricos en que la izquierda ha sido capaz de  generar ilusión, ganar elecciones y realizar cambios, no ha sido cuando ha achicado la política, sino cuando la ha ampliado. Cuando ha sido capaz de conectar de manera dialéctica los elementos micro del día a día (el salario mínimo, las pensiones, la educación y sanidad, la vivienda, etc.) con los macro de cambio estructural (la forma de Estado, el sistema económico, la geopolítica, el Poder Constituyente, etc.) e universalizar en el imaginario colectivo de la mayoría social la idea de que la reforma de los primeros no se da sin la transformación de los segundos y a la inversa.  

El proyecto político de Yolanda Díaz no amplía el campo de acción donde la izquierda pretende introducir cambios, sino que lo reduce y ello no es más que otra forma de autoconstruir esquinas, de centro pero tan esquinas como las otras. Espacios reducidos y aislados del todo político desde los que es tan difícil ilusionar y construir mayorías sociales, como lo es desde la esquina de la pureza izquierdista. 

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