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El Año Picasso arranca con un tirón de orejas a los organizadores: “Hay que borrarlo y empezar a leerlo de nuevo”

'Cabeza de mujer con moño' en la exposición 'Incesante Picasso: Libertad y vida', en el Museo Ruso de Málaga

Peio H. Riaño

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Los dos primeros actos del año Picasso, en el que 14 instituciones culturales españolas y otras tantas francesas celebrarán los 50 años del fallecimiento del artista malagueño, han arrancado con la aparición de un debate que la organización de los eventos ha preferido ignorar en su programación. Tras la presentación de los fastos por parte de la ministra de Cultura francesa, Rima Abdul Malak, y de su homónimo español, Miquel Iceta, ha llegado el turno de la catedrática de historia del arte, Estrella de Diego, elegida para ofrecer en el Museo del Prado la conferencia inaugural. “Abróchense los cinturones”, ha advertido la profesora al anfiteatro abarrotado, y cuyas tres primeras filas estaban ocupadas por los caballeros al frente de las instituciones implicadas en los actos de 2023. “Si no hablamos de este asunto va a ser mucho más visible”, ha avisado a los presentes Estrella de Diego, conciliadora y resolutiva, a pesar de que no han organizado ni un evento para debatir sobre el contexto de un artista que se niega a pasar a la historia.

La profesora ha iluminado a los directores de museos, allí presentes, sobre la relación que tienen los nuevos amantes del arte con la obra de Picasso: “Mis alumnas y alumnos de la universidad creen que no hay sitio para él en el mundo actual. Quieren que sea retirado de los museos y que lo bajen a los almacenes. Yo no quiero cancelar a Picasso, pero Picasso debe dejar de ser el que siempre ha sido para que descubramos otros picassos”, ha reclamado a los expertos y responsables de las instituciones para no esquivar el debate. “Picasso no es el pintor que quiere el siglo XXI. Es hora de releer a Picasso. Hay que borrarlo todo y empezar a leerlo de nuevo”, ha pedido en un discurso prudente y moderado. Antes, Cécile Debray, presidenta del Museo Nacional de Picasso de París, ya había demandado más debate y menos silencio sobre este tema.

La catedrática volvía a sus alumnos y alumnas para explicar a los presentes que hay un conflicto entre generaciones y debe ser tratado de urgencia. “Los jóvenes no lo aceptan y piden cartelas más explícitas, ¿por qué no se lo vamos a dar?”, ha preguntado a los presentes. Ha puesto el ejemplo de uno de los grabados incluidos en la Suite Vollard, que Picasso realizó entre 1930 y 1937, titulado La violación. “Una violación ha sido siempre una violación, incluso si ha sido perpetrada por Zeus”, ha zanjado Estrella de Diego.

¿Anacronismo?

La catedrática ha pronunciado estas palabras en la misma tribuna en la que el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, en marzo de 2021, dijo que “el anacronismo es uno de los peores pecados en los que puede incurrir un historiador del arte”, en referencia a la perspectiva de género aplicada a las pinturas de Tiziano sobre las violaciones de Zeus. Falomir añadió entonces que son cuadros pintados hace 400 y 500 años y que “deberíamos hacer un esfuerzo para no trasladar los valores del siglo XXI”. El auditorio estalló en un aplauso.

Este lunes aquel aplauso conservador que reforzó las posturas de Falomir volvió a repetirse en el anfiteatro del Prado, cuando un espontáneo pidió y tomó la palabra para replicar el discurso de Estrella de Diego: “Moralizamos los conceptos del arte, como hizo el siglo XVII. Estamos creando tantas normas para ser políticamente correctos que el arte perderá la libertad. No podemos revisar la historia del arte. El arte es el arte que se creó en su momento”, dijo el hombre saltándose el protocolo, que no tenía previsto la participación del público. Estas palabras demostraron el conflicto vivo que existe y que Estrella de Diego pide a las instituciones que encaren para resolverlo. “Tenemos la manía de no hablar de los problemas y no podemos seguir en silencio, porque no podemos bajar a Picasso a los almacenes”, había dicho Estrella de Diego momentos antes de la intervención espontánea.

Esta mirada desde nuestros días son “revisiones saludables”, que no deberían preocupar a nadie, ha insistido, porque “las piezas no perderán su valor”. Por eso reclamó este momento, esta celebración de los 50 años de su muerte, “para revisar las cuestiones de un Picasso cada vez más moderno”. La primera idea que habría que cuestionar es la de “genio”, porque ningún pintor es “todopoderoso”, porque todos tienen “sus fracturas”. Es un artista excepcional, pero la categoría de “genio” es un conjunto demasiado amplio como para encontrarle un significado concreto. Y sin embargo, es una perfecta máquina de exclusión.

Vida y obra indisolubles

También se opone De Diego a separar su vida “íntima” y su obra, porque su biógrafo Pierre Daix ya priorizaba su evolución artística a partir de la relación con sus mujeres. En la trayectoria creativa de Picasso, vida y obra son la misma cosa, nos dice John Berger. Por la mañana, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, advirtió en rueda de prensa que “la grandeza de su obra se sobrepone a otras cuestiones”. Con casi noventa años, Picasso pinta Desnudo acostado (1967), una curiosa versión de El origen del mundo (1866), de Gustave Courbet. La modelo es su amante de ese momento, Jacqueline Roque, ella tirada en el diván, como objeto de deseo del pintor. Jean Leymarie ha escrito sobre Picasso que cada vez que cambiaba de amante, cambiaba de visión, de manera de pintar. Poseer a la mujer para evolucionar, para usar y tirar. Ese carácter orgiástico arrancó con Las mujeres de Argel (1955), donde ofrecen sus cuerpos desnudos.

Con prudencia y determinación Estrella de Diego ha entrado a valorar su obra favorita de Picasso, Las señoritas de Avignon (1907). Asegura que es la “más problemática y enigmática”. Es la obra capital del MoMA de Nueva York y su director, Glenn Lowry, ha resuelto su presencia en sala acompañándola con una escultura de Louise Bourgeois y un lienzo de la pintora afrodescendiente Faith Ringgold. De esta manera ha contrarrestado la obra de Picasso con un discurso feminista y otro antirracista. “Es una apuesta determinante del MoMA”, ha indicado Estrella de Diego en el único destello de debate sobre la lectura contemporánea de Picasso que sucederá a lo largo de 2023.

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